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Un votante israelí

[Israel] El sionismo religioso en el gobierno. Dossier

Israel, ¿“la única democracia de Oriente Medio”? No, el triunfo del miedo

Zvi Schuldiner

El triunfo del ex primer ministro Benyamín Netanyahu y sus aliados de extrema derecha amenaza con cambios drásticos que llevarán a medidas que hasta ahora ha frenado el poder judicial. Los votantes eligieron a varios representantes de bandas de colonos extremistas. Itamar Ben Gvir, el extremista que en 1995 mostró a los periodistas y al público un trozo del coche del primer ministro Yitzhak Rabin y declaró: «Llegamos hasta su coche, también llegaremos hasta él», es hoy más sofisticado. Es el líder declarado del racismo discriminatorio, fiel seguidor de la doctrina del racista rabino Kahane.

En 1984, este último acudió a la Knesset [el Parlamento israelí]; en aquella ocasión, los miembros del Likud abandonaron la sesión plenaria en señal de protesta cuando habló. Hoy en día, Ben Gvir es quizás un político clave para entender lo que ocurre en Israel. En Suecia o Italia, los herederos del viejo fascismo son quizá sólo «moderados» en comparación con la extrema derecha que acompaña el regreso al gobierno de Benjamin «Bibi» Netanyahu.

El profesor Yeshayau Leibovitz, un respetado clérigo judío cuyas opiniones han sido muy discutidas, advirtió poco después de la Guerra de los Seis Días que ésta daría lugar a un Estado de «agentes secretos y elementos nazi-judíos». Ahora, nada menos que 55 años de dominación despiadada de millones de palestinos han llegado a su conclusión lógica. Más de 400.000 colonos israelíes forman parte de la realidad a la que se enfrentan los palestinos: la expropiación de tierras y la construcción de nuevos asentamientos son la norma diaria. Los colonos y el ejército garantizan brutalmente el «orden» en los territorios ocupados.

Acostumbrados a un sistema en el que la democracia es sólo una ficción que no se aplica a millones de palestinos, los israelíes han reaccionado con violencia ante el resultado inevitable de esta situación: la historia de la represión no es nueva; todos los pueblos se levantan ante la represión brutal, que no asegura ningún tipo de futuro. En los últimos meses, la brutal represión de las fuerzas israelíes ha escapado en su mayor parte a la opinión pública fuera de Israel, a causa de la guerra en Ucrania. No lo olvidemos: el núcleo del proyecto de la extrema derecha es la supremacía judía, y ahora el racismo no tiene más reparos.

El ministro Benny Ganz y sus generales, con el apoyo del primer ministro Yair Lapid, tenían que demostrar a la opinión pública que eran tan fuertes como Netanyahu y la derecha, y fueron más allá. Pero eso no fue suficiente para la extrema derecha, que fue capaz de incitar más y más odio, más y más violencia. Los colonos aparecían en las manifestaciones y provocaban la violencia a diario, con el ejército acompañándolos.

El aumento de la violencia fue gradual y, de repente, figuras de grupos que en un pasado muy cercano se consideraban fuera de la corriente democrática se convirtieron en los nuevos héroes. Los jóvenes que votaban por primera vez preferían a Ben Gvir y a su aliado Smotrich, por considerarlos más adecuados para hacer frente al «terrorismo» que los viejos generales que ya habían matado o enviado a la muerte a muchos palestinos.

Catorce o quince diputados (de 120) de la coalición de 62 a 65 con la que podrá contar Netanyahu se han comprometido a ser fieles ejecutores de la ideología de extrema derecha. Las bandas de jóvenes colonos ya persiguen a diario a los palestinos y atacan a los pocos israelíes de izquierdas que acuden a apoyarlos, pero ahora la derecha quiere aún más. Los mismos Estados Unidos están expresando ya su preocupación por el carácter extremista que estos grupos imprimirán al nuevo gobierno. Netanyahu teme por la imagen de su gobierno, pero está buscando reformas legales que podrían llevar a la desestimación del juicio que tiene pendiente.

Sin embargo, Ben Gvir y Smotrich quieren más, y será difícil hacer lo suficiente para complacerles. Pena de muerte para los palestinos, leyes especiales para los palestinos, expulsión del país de los que inciten o provoquen algo – o para los que sean simplemente palestinos, o incluso judíos israelíes que simpaticen con el «enemigo». Ya se escucha todo tipo de propuestas racistas. Todavía se están contando los votos, pero la posible coalición de Netanyahu va a iniciar un capítulo neofascista (esa es la palabra correcta) en Israel, muy obscuro. Ahora quedará más claro que la llamada «única democracia de Oriente Medio» no es mejor que los peligros fascistas que nos preocupan en Europa. Ahora el racismo y la aplicación del apartheid serán mucho más fáciles y desenfrenados.

Sólo unos pocos miles de votos han marcado la diferencia entre la derecha de Netanyahu y el bando ligeramente más moderado, pero el resultado podría ser desastroso. Sólo hay un punto positivo en esta historia electoral: el resultado de las elecciones podría ayudar a desenmascarar la violencia de estos días. El silencio de la opinión pública europea sobre los crímenes de la ocupación podría quizás cambiar.

En las últimas horas, el recuento de votos puede suponer un cierto alivio para los moderados: Meretz, el partido liberal que no alcanzó el umbral mínimo para entrar en el Parlamento, podría salvarse gracias al recuento.

il manifesto global, 7 de noviembre de 2022

El supremacista israelí Ben Gvir será el verdadero primer ministro. Entrevista a Meron Rapoport

Meron Rapoport

El bloque de partidos de extrema derecha y religiosos que apoyan a Benyamin Netanyahu obtuvo 64 escaños de los 120 de la Knesset, según los resultados finales (pero no oficiales) de las elecciones del 1 de noviembre.

El primer partido es el Likud, con 32 escaños, seguido de los centristas del primer ministro saliente, Yair Lapid, con 24 escaños, y Sionismo Religioso, que aumentó su número de siete a 14 escaños, convirtiéndose en el tercer partido de Israel.

Meretz (la izquierda sionista) queda fuera del Parlamento por primera vez en 30 años.

El éxito de Sionismo Religioso, una formación ultranacionalista de evidentes tintes racistas, y la enorme popularidad alcanzada por su líder Itamar Ben Gvir, están agitando el debate y haciendo aflorar los temores y preocupaciones de aquella parte del país que no se identifica con la derecha victoriosa.

Mientras tanto, no disminuyen las tensiones en Cisjordania: el jueves murieron otros tres palestinos, dos en redadas del ejército israelí en Yenín y uno durante las protestas contra la ocupación en Beit Duqu. En Jerusalen murió un cuarto palestino, que había herido a un policía.

Sobre las repercusiones de la victoria electoral de la derecha liderada por Netanyahu y Ben Gvir, entrevistamos a Meron Rapoport, antiguo redactor jefe del diario Haaretz y actual analista de varios periódicos israelíes y extranjeros.

Muchos escriben y afirman que el martes se produjo una revolución «kahanista» y «bíblica», llevada a cabo por el partido Sionismo Religioso de Itamar Ben Gvir, el ultraderechista seguidor del racista Meir Kahane, y los partidarios de Benyamin (Bibi) Netanyahu. ¿Está usted de acuerdo?

El biblismo tiene poco que ver. Estamos ante un nuevo fenómeno, un partido (Sionismo Religioso) que no depende de Netanyahu. Al contrario, es Netanyahu quien depende de este partido, que es un partido fascista, no neofascista. Una fuerza que expresa claramente su racismo y afirma que los judíos tienen más derechos que los demás. Que esta tierra es sólo para ellos. Y que los que se oponen a este régimen pueden ser asesinados como terroristas o pueden ser deportados, incluso en el caso de que sean judíos. Esto no lo hemos visto esto desde 1948 [desde la Nakba palestina].

Itamar Ben Gvir se ha convertido en una figura aceptable en el país y para la mayoría de las organizaciones pro-israelíes del mundo, mientras que, hasta hace poco, se le mantenía al margen. ¿Podría esto dar luz verde a la aplicación de su programa si se convierte en Ministro de Seguridad Pública?

En este momento no sabemos qué hará y si tendrá poder para hacerlo. La oposición de los palestinos con ciudadanía israelí [árabes israelíes] y de los que están en los Territorios Ocupados, así como la posible presión de la comunidad internacional también contarán para algo. El gobierno de Biden ya ha hecho saber que no se reunirá ni cooperará con Ben Gvir. Esto no es 1948, (Ben Gvir) no puede hacer lo que quiera, el panorama político israelí e internacional no es el de hace 74 años. Al mismo tiempo, se da el hecho significativo de que hay cientos de miles de israelíes que le han votado sabiendo perfectamente lo que dice y lo que quiere hacer. Ben Gvir será el hombre fuerte del nuevo gobierno, Netanyahu es sólo una figura decorativa; esto también pesará en la dinámica futura.

Si el nuevo gobierno pusiera en práctica una parte incluso del programa del sionismo religioso, ¿prevé usted un riesgo real de guerra civil entre judíos y árabes en Israel y un enfrentamiento cada vez más violento entre los colonos israelíes y los palestinos en los Territorios Ocupados?

«Guerra civil» es una palabra gruesa, pero es posible que se produzca una violencia generalizada y continua en Cisjordania y en las ciudades mixtas de Israel. Estamos en un momento delicado, en el que es difícil predecir todo lo que ocurrirá sobre el terreno en respuesta a determinadas medidas políticas. Recuerdo que el jefe de la policía, Kobi Shabtai, declaró el año pasado durante las protestas en (el barrio palestino de) Sheikh Jarrah, en Jerusalén, que gran parte de la violencia se debía a las provocaciones de Ben Gvir. Dentro de poco, Ben Gvir podría ser su jefe.

¿Por qué el líder del sionismo religioso se ha convertido en un héroe, un mito, para tantos jóvenes israelíes de derechas, incluidos los religiosos ultraortodoxos?

A los ojos de los jóvenes, y no sólo de ellos, Ben Gvir representa la supremacía judía. El líder del sionismo religioso, al igual que sus numerosos partidarios, ha señalado el fortalecimiento de la minoría palestina en Israel en lo que respecta a la economía, la educación universitaria y otros campos. En los hospitales hay muchos médicos árabes, lo mismo en las universidades. Así que los judíos que viven en la periferia, en las zonas más marginadas del país, piensan que los árabes han progresado más que ellos. Ben Gvir y sus votantes han visto que un partido árabe [el islamista Raam) entraba en el gobierno y desempeñaba su papel en la escena política nacional. Y que el centro-izquierda lo aceptó, no está claro de qué manera, pero lo aceptó. Todo esto, en su opinión, pone en peligro la supremacía judía en Israel.

¿En qué medida influyó el fin, o la disminución, de las amenazas externas en la explosión del fenómeno Ben Gvir?

Bastante. El fracaso del proyecto de anexión de Cisjordania a Israel en 2020, a cambio de facto de la firma de los Acuerdos de Abraham entre Israel y algunos países árabes, dejó claro que el conflicto ya no es externo. Para Ben Gvir, este conflicto está ahora dentro de Israel. Habla poco de los colonos de Cisjordania, aunque él mismo es un colono de Hebrón. Su discurso político se centra en el conflicto que ve dentro de Israel. La derecha se centra ahora en la supuesta amenaza interna: los palestinos que son ciudadanos de Israel.

¿Hay lugar para un rayo de esperanza en este obscuro panorama?

Quizá estos procesos en curso puedan llevar a la izquierda judía de Israel a replantearse su relación con la minoría palestina. Los judíos de izquierda, y también los de centro, deben comprender que, sin derechos para esa minoría, la democracia misma está en peligro. La supervivencia de la democracia en lo tocante a los judíos depende de la democracia para los ciudadanos árabes palestinos.

il manifesto global, 6 de noviembre de 2022

Zvi Schuldiner, especialista en el conflicto palestino-israelí. es jefe del Departamento de Administración y Políticas Públicas en el Sapir College, junto a Sderot, en el desierto del Negev israelí, y colaborador frecuente de “il manifesto” y de distintas publicaciones académicas sobre Oriente Medio.

Meron Rapoport, periodista de Local Call, fue redactor jefe del diario Haaretz y es analista de diversas publicaciones israelíes e internacionales.

Fuente: Il Manifesto Global

Traducción: Lucas Antón

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