Más iraníes se suman a las protestas tras el asesinato de la joven kurda Mahsa Amini, a pesar de la escalada de la violencia policial, y relatan un descontento general contra un régimen cada vez más represivo
Continúan las protestas por el asesinato de la joven kurda Mahsa Amini en Irán. La joven, que fue detenida el 16 de septiembre por no llevar el velo del modo que determinan las autoridades, se ha convertido en el catalizador de las movilizaciones contra la élite religiosa del país. No es el primer estallido desde el ascenso al poder del Ayatolá Jomeini tras la revolución de 1978, pero el enfrentamiento entre quienes defienden la doctrina religiosa y quienes la desafían, y el contexto en el que se da, tiene elementos diferenciales que amenazan con tambalear el régimen actual.
“Mujer, vida, libertad” es uno de los grandes lemas de las protestas que sacuden el país. Unas protestas que continúan creciendo pese al recrudecimiento de la violencia contra manifestantes que incluye detenciones, asesinatos y ejecuciones. Entre las más recientes, la joven Hadis Najafi, de 20 años, que el 25 de septiembre recibió seis disparos poco después de compartir en sus redes sociales cómo se preparaba para acudir a una concentración en solidaridad con Mahsa Amini, como informa la periodista iraní Masih Alinejad.
“Ahora mismo hay concentraciones y manifestaciones en más de ochenta ciudades y pueblos, y por más que las autoridades desplieguen una represión extrema, el desafío en las calles continúa, y va a más cada día”, cuenta Fred Petrossian, periodista iraní residente en Bruselas, durante una entrevista con elDiario.es.
Más allá del velo
Son mujeres quienes inician las protestas, desafiando la imposición de esta prenda en actos de solidaridad con la joven Mahsa, descubriéndose públicamente y quemando velos en concentraciones. Pero, al contrario que en otros momentos históricos y en otros contextos, no están solas. “El velo es la punta del iceberg, el símbolo más visible de un descontento que atraviesa todas las capas de la sociedad iraní desde 1978, cuando el pueblo derrocó al Sha y fue luego secuestrado por la élite religiosa liderada por Jomeini. El régimen ha ido degenerando en los últimos años y es hoy más represivo si cabe”, añade Petrossian.
Las mujeres han participado activamente en todos los movimientos de liberación popular del país, tanto en el derrocamiento del Sha como en la lucha contra la imposición del velo obligatorio al imponerse la República Islámica poco después. También en las movilizaciones de los años y décadas siguientes. Entre las más recientes, Petrossian destaca las protestas de 2009 y las de 2019 (estas últimas derivaron en el conocido como “noviembre sangriento”, en el que fueron asesinadas o desaparecieron cientos de personas). “Pero ahora es diferente. El liderazgo femenino va más mucho allá que antes. Son las mujeres quienes guían la búsqueda de dignidad y libertad, después de sufrir décadas de violencia a todos los niveles: físico, institucional, cultural…”, señala.
Desde Teherán, la periodista iraní P. (cuyo nombre se omite para su protección) incide en esta cuestión como fundamental en el estallido que se está viviendo. “Es evidente que el contexto económico y social, y en particular la insoportable inflación que vivimos, está empujando a mucha gente a la desesperación, y que quien no tiene nada que perder, saldrá más fácilmente a jugarse la vida en la calle”, cuenta en conversación telefónica con elDiario.es. “Pero el motor es la profunda humillación a la que ha estado sometida la mitad de la población. Las invasiones de nuestros cuerpos e integridad en las calles, las proclamas de las élites religiosas contra nosotras, la deshumanización que sufrimos desde hace décadas. Ver morir a Mahsa Amini, una joven que entró a comisaría sana y salió desfigurada y muerta, supuso un catalizador de nuestra indignación”, relata.
Una nueva generación
Además de la mitad de la población, las mujeres ocupan la mitad de los pupitres de escuelas y universidades del país, pese a los intentos durante las últimas décadas de apartarlas de la vida pública.
Según Daniel Bashandeh, analista político hispano-iraní, en conversación con elDiario.es, “esta generación de mujeres está en posición de vehicular cuestiones tan fundamentales como la libertad y la igualdad de derechos”. Señala también Bashandeh que la ausencia de líderes concretos en este momento que vive el país puede potenciar el nacimiento de liderazgos colectivos,especialmente los femeninos: “Es algo que ya está ocurriendo de forma natural en las calles, y que puede continuar evolucionando hacia distintas formas de oposición, en el actual contexto de incertidumbre”.
Según la Asociación del Kurdistán para los Derechos Humanos, “Mahsa Amini encarna el eslogan de las protestas – ‘mujeres, vida, libertad’ -, y una larga lucha por la emancipación protagonizada por mujeres kurdas e iraníes, especialmente en los últimos 44 años”. Son también, según la asociación, “la representación de la lucha contra la doctrina islámica, que hunde sus raíces filosóficas en el trato a la mujer”.
Según Hoda Katebi, escritora y activista iraní-estadounidense, la doctrina impuesta por el régimen mediante la violencia y la represión no representa a millones de personas, incluidas las que profesan convicciones religiosas más o menos profundas. “Yo misma me identifico con la fe islámica”, cuenta. “Llevo hiyab desde hace 17 años. El islam es mi brújula moral y uno de los aspectos centrales de mi identidad. Como iraní, entiendo el valor de quemar símbolos que el Estado ha utilizado, como el velo obligatorio. A la vez, me preocuparía que se pueda enmarcar esta lucha como un ataque contra el islam y los musulmanes, y no contra la élite religiosa que nos oprime”, dice.
La unión contra la tiranía del régimen iraní es un punto fundamental para Katebi. “Que en vez de estar unidos contra la tiranía esto se convierta en un conflicto religioso, identitario o sectario, puede alienar a millones de personas musulmanas, tanto en Irán como en el resto del mundo. Y en este terreno se mueve muy bien el régimen, que busca polarizar el movimiento”, señala Katebi. “Las protestas, no lo olvidemos, las están liderando grupos de mujeres musulmanas y no musulmanas”, cuenta.
Una élite corrupta
Por el momento, el objetivo parece centrarse en una élite cada vez más corrupta, trascendiendo diferencias religiosas, étnicas o sociales. Pese a que los seguidores de la doctrina religiosa que incluye la imposición del velo obligatorio también se están movilizando en manifestaciones gubernamentales, el descontento con el régimen arrecia también desde sectores conservadores. Esto incluye a personas del círculo de la Guardia Revolucionaria o cercanas a él, como las mujeres entrevistadas por el Financial Times, o las críticas de los clérigos Ayatolá Asadolah Bayat Zanjani y Ayatolá Mosatfa Mohaghegh Damad, recogidas en el artículo publicado en el medio iraní Gooya News, que calificaron la actuación de la Policía de la Moral contra Mahsa Amini como “ilegal, irrazonable e ilegítima”.
En la misma línea, la periodista iraní P. remite a concentraciones que aúnan a “personas religiosas y ateas, asociaciones civiles y religiosas, incluidas de población cristiana o yaresaní” (el yaresanismo es una corriente mística fundada en el siglo XIV por el líder espiritual kurdo Sultán Sahak). También señala la unión entre personas de origen humilde y grandes nombres del arte, la cultura o el deporte. Entre estos últimos, el reconocido director de cine Asghar Farsadi, que el 25 de septiembre animaba a personalidades del arte de todo el mundo a solidarizarse con las mujeres y el pueblo iraní.
De todos los factores mencionados, Petrossian destaca, además del liderazgo femenino, la cuestión generacional. La mayor parte de las protestas están compuestas por los sectores más jóvenes de la población: “La generación que ha vivido en sus carnes la revolución y la brutalidad de este régimen está traumatizada, y son las personas más jóvenes quienes se atreven a vencer el miedo, a plantarle cara a este régimen, desde su deseo de cambio y de un futuro digno”.
Según Bashandeh, la generación postrevolucionaria que está liderando las protestas no se identifica con los valores que promueve el régimen. “En menores de 30 años, es muy evidente la tendencia a la indiferencia o el rechazo de lo que representa la doctrina religiosa. Veremos si esa generación logra cimentar el liderazgo colectivo que ya ha empezado a formarse y si toma forma una verdadera alternativa al régimen actual”, señala.