Las fuerzas de seguridad iraníes han detenido a la letrada iraní pro derechos humanos y premio Sajarov 2012 a la libertad de conciencia,Nasrin Sotude. Su marido lo ha confirmado a través de Facebook, este miércoles. Se desconocen las razones de su arresto. Sotude, famosa por su labor en defensa de personas procesadas por motivos políticos, había trabajado en los últimos meses representando a algunas de las chicas detenidas en los últimos meses por protestar quitándose el velo en medio de la vía pública.
De acuerdo con el esposo y experto en tecnologías de la información Reza Jandan, Sotude, de 55 años, fue llevada a la prisión teheraní de Evin, notoria por alojar a culpados de crímenes políticos. No es un lugar desconocido para ella; en el pasado estuvo recluida tres años allí. “Una vez dije a los agentes en la sala de interrogatorios: ‘De todas las cosas que el Estado debería estar haciendo por su país, vosotros sólo sabéis cómo llevaros a la gente'”, reza una parte del mensaje de Jandan.
El arresto de Nasrin Sotude llega en un contexto aciago para la administración del pragmático Hasan Rohani. La retirada de EEUU del acuerdo nuclear ha reforzado el discurso del ala rigorista del poder, anti occidental, contraria a las políticas del Presidente -que había defendido a capa y espada el pacto atómico- y con una influencia especial en la Judicatura. Uno de los temores entre los aperturistas es que el empeoramiento de las condiciones de vida, por culpa de las sanciones, refuerce políticamente al ala dura.
En este contexto, desde algunos estamentos se contemplaron las protestas de finales de 2017 y principios de este año, con mujeres quitándose el velo subidas a cajas de electricidad para protestar contra su uso obligatorio -el velo, en Irán, ha adquirido un simbolismo político-, como una amenaza a sus intereses. Se detuvo a 29 mujeres, algunas de las cuales tuvieron que pagar fianzas notorias para su excarcelación. Nasrin Sotude, a quien no se permite abandonar Irán, decidió hacerse cargo de varios de los casos.
En las últimas semanas, además de apoyar públicamente a las ya conocidas como ‘las manifestantes de la calle Enghelab’, la abogada asumió otro rol crítico. Sotude se convirtió en una de las voces más estridentes contra la decisión de la Judicatura de designar a veinte abogados para la representación de cualquier procesado por motivos políticos. Nasrin Sotude, que el pasado noviembre rechazó responder a una petición de comparecencia judicial por una causa distinta, no estaba entre las seleccionadas.