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Alí Jamenei, líder supremo de la República Islámica de Irán. OFICINA DEL LÍDER SUPREMO

Irán amplía su lista de condenados a muerte

El régimen de los ayatolás decreta otras tres penas capitales. Ya son 17 los condenados a la horca tras participar en las protestas que siguieron a la muerte de Mahsa Amini.

La justicia iraní ha anunciado hoy tres nuevas penas de muerte contra los participantes en las protestas contra la muerte de la joven kurda Mahsa Amini en dependencias policiales. Se trata de Saleh Mirhashemi, Majid Kazemi y Saeed Yaghoubi, sentenciados, según la información oficial, por estar implicados en el asesinato de tres agentes del orden durante las manifestaciones. En total, son 17 los castigados con la pena capital tras integrar las marchas que recorrieron el país durante los últimos meses. Cuatro personas han sido ya ejecutadas.

El futbolista Amir Nasr-Azadani, también condenado a muerte en primera instancia, ha visto reducida su sentencia: tendrá que cumplir 26 años de cárcel por su presunta participación en los asesinatos de un coronel de la Guardia Revolucionaria Islámica y de dos paramilitares de la milicia Basij. La detención y condena de Nasr-Azadani, conocida cuando se desarrollaba el Mundial de Qatar, tuvo una gran repercusión en los medios internacionales. Sin embargo, ni la organización del evento ni los jugadores se pronunciaron al respecto, aunque sí lo hizo FIFPro, el sindicato mundial de futbolistas.

El pasado domingo, cientos de personas se manifestaron en Londres y Lyon en solidaridad con los iraníes que llevan desde el pasado mes de septiembre protestando contra el régimen de los ayatolás. Ese mes se produjo la muerte de Mahsa Amini cuando llevaba tres días detenida por la policía de la moral por llevar mal puesto el velo.

Un día antes, el sábado, Irán anunciaba la consumación de dos ejecuciones relacionadas con estas protestas. Mohammad Mehdi Karami y Seyyed Mohammad Hosseini fueron ahorcados también por su presunta implicación en el asesinato de un miembro de la milicia Basij el pasado 3 de noviembre. «Esta es otra señal de la violenta represión de las autoridades iraníes contra las manifestaciones civiles», denunciaba Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores. Karami tenía 22 años; Hosseini, 39.

La lista de ejecutados podría aumentar en las próximas horas con otros dos jóvenes manifestantes, según informa Ghazal Golshiri, corresponsal de Le Monde en Oriente Próximo.

Beaucoup vont passer une nuit blanche ce soir en #Iran. Mohammad Broghani, 19 ans, et Mohammad Ghobadlou, 22 ans, risquent d’être pendus dans quelques heures. Une foule s’est réunie devant leur prison à 30 km de Téhéran. Les deux ont été arrêtés dans les manifestations. pic.twitter.com/YefrU61QnR— Ghazal Golshiri (@GhazalGolshiri) January 8, 2023

Las ejecuciones comenzaron el pasado mes de diciembre con el ahorcamiento del rapero Mohsen Shekari, a la que le siguió la de Majidreza Rahnavard. En todos los casos el régimen iraní argumenta el mismo supuesto crimen: moharebeh, o «delito contra Dios». En todos los casos, igualmente, organizaciones como Amnistía Internacional han calificado sus juicios como farsas sin ninguna garantía y los ajusticiamientos como «homicidios por venganza cometidos por las autoridades». Los acusados y sus familias han denunciado también torturas.

Protestas contra ‘Charlie Hebdo’

En medio de esta crisis, el gobierno iraní ha encontrado en la revista Charlie Hebdo un medio para distraer la atención. La publicación satírica francesa lanzó un concurso de caricaturas relacionadas con las autoridades islámicas de Irán. Los dibujos, profundamente irreverentes, como corresponde al acostumbrado estilo de la revista, han llevado al régimen a llamar a consultas al embajador francés y a cerrar IFRI, el centro de estudios franceses más antiguo de Teherán. Lo cierran porque, según la lógica de los dirigentes iraníes, ajenos al concepto de libertad de expresión, Francia no ha hecho nada para «hacer frente a las expresiones de antiislamismo y a la propagación del odio racista» en sus publicaciones. La indignación de los clérigos se materializó en una pequeña protesta ante la embajada francesa.

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