Los partidarios del líder populista iraquí Moqtada Al-Sadr levantaron tiendas de campaña y se prepararon para una sentada indefinida en el Parlamento de Irak el domingo, en una medida que podría prolongar el estancamiento político o sumir al país en una nueva violencia, informó Reuters.
Miles de leales al clérigo chiíta irrumpieron el sábado en la fortificada Zona Verde de Bagdad, tomando el edificio vacío del Parlamento por segunda vez en una semana, mientras sus rivales chiítas, la mayoría de ellos cercanos a Irán, intentan formar un gobierno.
“Nos quedaremos hasta que se cumplan nuestras demandas. Y tenemos muchas demandas”, dijo a Reuters por teléfono un miembro del equipo político de Sadr, que habló bajo condición de anonimato porque no está autorizado a hacer declaraciones a los medios de comunicación.
El Movimiento Sadr, de carácter sociopolítico, exige la disolución del Parlamento y la celebración de nuevas elecciones, así como la sustitución de los jueces federales, según el funcionario sadrista.
El Movimiento Sadr quedó en primer lugar en las elecciones de octubre como el mayor partido del parlamento, con alrededor de una cuarta parte de sus 329 miembros.
Los partidos alineados con Irán sufrieron grandes pérdidas en las urnas, con la excepción del ex primer ministro Nouri al-Maliki, archienemigo de Sadr.
Sin embargo, Sadr no logró formar un gobierno libre de esos partidos, acosado por una oposición suficiente en el parlamento y por sentencias de los tribunales federales que le impidieron obtener su elección de presidente y primer ministro.
Retiró a sus legisladores del parlamento en las protestas y, desde entonces, ha utilizado a sus masas de seguidores chiíes, en su mayoría empobrecidos, para agitarse mediante protestas callejeras.
El bloqueo marca la mayor crisis de Irak en años. En 2017, las fuerzas iraquíes, junto con una coalición liderada por Estados Unidos y el apoyo militar iraní, derrotaron al grupo extremista musulmán suní Estado Islámico que se había apoderado de un tercio de Irak.
Dos años después, los iraquíes que sufrían la falta de empleo y de servicios salieron a las calles exigiendo el fin de la corrupción, nuevas elecciones y la eliminación de todos los partidos -especialmente los poderosos grupos chiíes- que han dirigido el país desde la invasión liderada por Estados Unidos que derrocó a Saddam Hussein en 2003.
Las fuerzas gubernamentales y los milicianos chiíes mataron a tiros a cientos de manifestantes.
Sadr sigue aprovechando la ola de oposición popular a sus rivales apoyados por Irán, diciendo que son corruptos y sirven a los intereses de Teherán, no de Bagdad.
Sin embargo, el clérigo mantiene un firme control sobre grandes partes del Estado, y su Movimiento Sadrista ha dirigido durante mucho tiempo algunos de los departamentos gubernamentales más corruptos y disfuncionales.