Las democracias internacionales, algunas de ellas históricamente asentadas, han registrado en los últimos años un debilitamiento preocupante, más aún en un periodo de incertidumbre climática y económica, mientras los regímenes autoritarios ahondan en sus carencias democráticas.
Además, la tendencia a nivel global no es alentadora teniendo en cuenta que la cantidad de países que avanzan hacia gobiernos autoritarios es más del doble de aquellos que apuntan a un sistema democrático de garantías.
Así se desprende del último informe realizado por el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional), donde se incide en que el número de países en retroceso se sitúa al alza.
En este listado, el organismo ha destacado a Estados Unidos, una nación que aún a día de hoy, dos años después de la derrota electoral de Donald Trump, presenta «problemas de polarización política, disfunción institucional y amenazas a las libertades civiles».
Así, ha puesto sobre la mesa que las condiciones democráticas y las actuaciones de los gobiernos internacionales, en muchos casos, no son siquiera mejores que las que se registraban en la década de los años 90, hace ya 30 años.
Para comprender esta deriva autoritaria, IDEA Internacional ha destacado varios factores, como el cuestionamiento de los resultados electorales creíbles. La punta de lanza de esta tendencia fue Estados Unidos, donde incluso afines al presidente Trump asaltaron el Capitolio, sede de la democracia, para tratar de frenar el traspaso de poderes.
Con Estados Unidos como espejo al que mirarse, otros procesos electorales han estado salpicados por denuncias infundadas sobre irregularidades, como el caso de Perú en junio de 2021, o más recientemente en Brasil. En ambos casos, los perdedores de dichos comicios han denunciado, con mayor o menor insistencia, un contubernio en su contra.
AMÉRICA, ESCENARIO DEL MAYOR RETROCESO
Es precisamente en el continente americano donde se concentran gran parte de los países que presentan un debilitamiento institucional. Según el organismo, tres de cada siete democracias en retroceso se encuentran en un continente donde incluso los sistemas más asentados se debilitan.
América es escenario también de una «inestabilidad y ansiedad» que, acompañada de unos populismos que siguen ganado terreno, se traduce en un estancamiento, e incluso retroceso, de las innovaciones y crecimientos en materia democrática.
A nivel europeo, IDEA Internacional ha alertado de que «casi la mitad de las democracias» del viejo continente «han sufrido erosión en los últimos cinco años», si bien es cierto que el sistema democrático sigue siendo la forma dominante de gobierno. También en Asia y el Pacífico se confirma una tendencia a la baja, donde solo el 54 por ciento de la población vive en democracia, y 85 por ciento de ellos lo hace en un sistema de garantías debilitado o en retroceso.
En África, a pesar de los innumerables desafíos a los que se enfrenta el continente, países como Gambia, Níger o Zambia parecen arrojar un rayo de luz que ilumina otros países de la zona donde también se certifican renegociaciones del contrato social con resultados alentadores.
Por el contrario, Burkina Faso, Chad, Guinea o Malí son solo algunos de los países africanos que, víctimas de golpes de Estado y traspasos de poder inconstitucionales, experimentan ahora nuevos horizontes de una inestabilidad cada vez más afianzada en el África subsahariana.
En Oriente Próximo y el Magreb, a pesar de las demandas sociales reclamadas hace más de diez años en la Primavera Árabe, se siguen detectando fallas en unos gobiernos que no garantizan servicios y libertades fundamentales, ni tampoco oportunidades económicas, unas demandas sociales que predominan a nivel regional.
Pese a todo, personas de todo el mundo siguen uniéndose para lograr mejores en aspectos sociales y exigir que los gobiernos cumplan con «las demandas del siglo XXI». Esta corriente abarca desde las peticiones para guarderías municipales en Asia, hasta la garantía de libertades reproductivas en América Latina.
A pesar de que la tendencia no es alentadora, destacan los movimientos de los jóvenes para protestar por el cambio climático; los colectivos indígenas, que alzan voz para reclamar sus derechos; o la población iraní, que tras la muerte bajo custodia policial de Mahsa Amini, arriesga su vida para demandar libertades básicas.