PÁRRAFOS MARCADOS
La primera pregunta irrenunciable que hemos de plantearnos si queremos abordar el tema de la educación es ¿qué es y qué compromiso conlleva educar? Indudablemente que el tema, por su misma naturaleza, nos exige una precisa delimitación. Según la acepción que asignemos a la educación así nos comportaremos con ella. Pretender acceder a la educación conlleva un gran riesgo: darnos cuenta que no sabemos qué cosa es y, consecuentemente, no saber qué cosa somos.
Educar no es un término unívoco, rebasa ese concepto. Educar tiene una pluralidad de sentidos que tienen que ver con la vida, con el pensamiento, con la cultura, con el quehacer y, finalmente, con el ser. Así, educar y ser son términos complicados. Podemos decir que se educa para ser y se es en tanto se es educado. Por eso cuando descubramos qué significa educar estaremos capacitados para pensar, sentir y actuar; nos estaremos dando capacidad de ser. Involucrado en este proceso, el hombre se vuelve observador y autocrítico. Con ello obtiene un buen conocimiento de sí mismo, se relaciona de una manera adecuada con el otro, con la naturaleza y con las herramientas que él mismo produce.
Entendida la educación en este sentido, nos damos cuenta de que educar no es empresa fácil; pues, con ello nos estamos refiriendo a la educación como proceso integral, cuyo objetivo es formar al hombre en tanto que hombre. Werner Jaeger, en su extraordinaria obra Paideia, dice:
La educación no es posible sin que se ofrezca al espíritu una imagen del hombre tal como debe ser. En ella la utilidad es indiferente o, por lo menos, no es esencial. Lo fundamental en ella es kalon, es decir, la belleza, en el sentido normativo de la imagen, imagen anhelada, del ideal.
El autor no menosprecia el orden práctico, de lo inmediato, sino lo jerarquiza al conceder un lugar prioritario a los valores supremos del hombre, tales como la libertad, la creatividad, el amor. Vista la educación en estos términos hemos de sostener que se trata de un arte, pues así como todo arte exige la creatividad, de igual manera lo requiere la educación. Arte que exige del hombre formación en la inteligencia, libertad y voluntad. Arte que despierta en el ser humano esa capacidad creadora y generadora de un nuevo orden natural y social. Arte del pensar y del vivir.
Extracto Ensayo ¿Por qué y para qué la formación humanista en la educación superior? (2004) por Noé Esquivel Estrada, investigador del Centro de Estudios de la Universidad Autónoma del Estado de México. Revista CIENCIA ergo-sum, Nov. 2003 – Feb. 2004. Ver en: http://www.redalyc.org/pdf/104/10410309.pdf
EDITORIAL
Por Gonzalo Herrera
Resulta difícil para la mayoría de los chilenos comprender la decisión del Consejo Nacional de Educación de dejar fuera de la malla obligatoria de 3° y 4° Medio las signaturas de Historia, Geografía y Ciencias Sociales; Artes, y Educación Física. Una decisión que ha concitado el rechazo de distintos sectores sociales y la oposición de historiadores y especialistas en educación de varias universidades, y que refleja una anómala situación heredada de las políticas de la dictadura: la burocracia y el centralismo en la toma de decisiones relacionadas con las políticas educativas, y una permanente marginación del magisterio respecto a los contenidos de aprendizajes.
Por alguna razón que sería interesante dilucidar, la molestia ciudadana se ha concentrado en la eliminación de la obligatoriedad del ramo de “historia”. Algo tan arraigado en la cultura nacional como es la enseñanza de nuestra historia, aunque plagada de fechas y hechos militares, sin mayores propósitos de profundizar en el significado de los procesos históricos y de los cambios que estos suscitan, cumple a lo menos el objetivo de entregar conceptos aglutinantes para una identidad cultural, social y política del país, siendo coadyuvante en la formación de conciencia de pertenencia a una sociedad que ha debido pagar en el pasado mediato altos costos para gozar de las libertades democráticas del presente.
¿Por qué la asignatura de Historia, Geografía y Ciencias Sociales? El argumento inicial es que había que dejar horas libres para la asignatura de educación ciudadana, cuyos contenidos aún no han sido definidos. Sin embargo, lo que se deja de impartir son temas concretos, y que tienen una connotación de “incomodidad histórica” que poderosos sectores de la élite nacional preferirían obviar. Unidades como “transformaciones estructurales en Chile, años 1960 y 1970”; “quiebre de la democracia, dictadura militar y recuperación de la democracia”; “Estado de derecho: elementos y mecanismos para la organización del régimen democrático”; “mercado del trabajo y legislación laboral en Chile”, constituyen parte de un pasado cercano, que permiten entregar al educando valiosos recursos de reflexión respecto a fenómenos actuales como migraciones, autoritarismos, populismos, derechos ciudadanos, etc. Del mismo modo se pretende dejar fuera del currículo temas de geografía, esenciales para la comprensión de los diversos geosistemas del territorio, su poblamiento con equidad social y su preservación para un desarrollo sustentable.
Frente al contundente repudio al cambio curricular, las respuestas del Ministerio de Educación han pasado de lo pueril –las materias que dejan de ser obligatorias se reparten en la misma asignatura entre primero y segundo medio–, hasta el sinceramiento de una motivación netamente ideológica: rebajar aquellas unidades desde un área común, que hasta ahora debía ser estudiada por todos los alumnos de tercero y cuarto medio del país, independientemente de la categoría del establecimiento, a un régimen electivo, donde el sostenedor de cada establecimiento sea el que priorice entre 27 asignaturas –de las cuales Historia, Educación Física y Ciencias Sociales serían una más– conforme al principio de libertad de enseñanza, propugnado por la concepción neoliberal de que el Estado debe participar lo menos posible en la educación, salvo en su financiamiento.
El extremo de esta posición fue sustentada por Milton Friedman, al apuntar en los años 80 al carácter público de la educación chilena como causante de su falta de competitividad –lo que en la lógica tecnócrata-economicista es sinónimo de “baja calidad”–, recomendando entonces la entrega del sector al mercado, lección que fuera asumida entusiastamente por una parte importante de la élite política chilena.
Desde el inicio de la transición a la democracia, han sido entonces los mecanismos de distribución financiera los que más fuertemente han incidido en las decisiones estratégicas sobre las políticas educacionales, mucho más que el diseño curricular en tanto definición de fines educativos orientados a lograr una educación de calidad, inclusiva e igualitaria para todos los escolares, especialmente para los más vulnerables.
Arrebatar a nuestros adolescentes la escasa visión histórica que se les daba hasta ahora, significa acrecentar la tendencia generacional a un interés sesgado en el “aquí y el ahora”. La indiferencia hacia aquello que no es tangible, que “no me afecta en forma directa”, genera la idea de que los problemas del ser humano nacen y mueren con cada persona, desarrollando el individualismo y el alejamiento de nuestra propia cultura, de nuestro ethos, en último término de toda forma de pensamiento humanista.
Algo similar se había intentado hace unos tres años, durante la segunda administración de M. Bachelet, con el ramo de Filosofía, otro despropósito que pudo impedirse gracias a la movilización de amplios sectores, particularmente de profe- sores y estudiantes, que entendían la enseñanza de la filosofía como epítome de humanismo y de humanización del proceso de formación de la juventud.
De esta manera, las tentaciones tecnocráticas amenazan permanentemente la relación armónica que debe existir entre los contenidos y aspectos teóricos de cada asignatura, con la experiencia de vida de las personas y su comprensión del mundo social. Si algo no estuviera fallando en la educación –y esto referido prácticamente a todo Occidente–, ¿cómo se podría explicar que con las amargas experiencias vividas durante el siglo XX, con su secuela de guerras, invasiones, dictaduras y atropellos a los derechos humanos, hoy en día vuelvan a revivir movimientos nazis, vuelvan a popularizarse ofertas electorales de corte fascista o fundamentalistas, vuelvan a amenazar a la humanidad líderes populistas, completamente irresponsables frente a las consecuencias de sus desvaríos en el poder?
La enseñanza de “hechos científicos” y del fenómeno tecnológico –conocimientos por lo demás indispensables para nuestro desarrollo económico y social, y sin embargo insuficientemente logrados cuando no están orientados a desarrollar un real interés científico y habilidades afines– no puede alcanzarse sacrificando la reflexión profunda del sentido de la vida, de la formación de valores personales y sociales, desplazando al ser humano como actor principal del proceso educativo. En la mirada tecnócrata persiste la idea de la educación ligada a la formación de habilidades instrumentales –la instrucción a medida–, que “amolden” tempranamente al educando a su futuro laboral, más que a una formación integral que le permita alcanzar su plenitud como ser humano y ciudadano, interesado en la cosa pública y corresponsable del acontecer político.
SUMARIO
Párrafos Marcados
Editorial
Acerca de la importancia del estudio de la historia. Rubén Farías Chacón
Filosofía sin autocrítica. Iniciativa Laicista conversa con Antonio Vargas
Reforma curricular de 3º y 4º medio: nueva encrucijada para la educación pública y la formación integral. Miguel Caro R.
Érase una vez una clase de historia. Sylvie R. Moulin
Crítica de tres posturas teístas desde el rol de la lógica entre Descartes y Sloterdijk. Alejandro Ramírez Figueroa
Acerca de la muerte de Dios, entre el romanticismo temprano y Nietzsche. Errol Dennis M.
La generación NI NI. Raúl Lagos Albornoz
Los constructores de los procesos de guetización de inmigrantes haitianos.Esteban Jiménez
Inteligencia artificial. Progreso por donde se mire. Eduardo Quiroz S.
Congreso Regional Latinoamericano de AILP
Revista Iniciativa Laicista conversa con Antonio Vergara
Puede descargar la revista completa en formato PDF: Iniciativa Laicista, 44