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Índice de la Democracia 2021: América Latina en alerta roja

El puntaje de la democracia global alcanzó su punto más bajo desde el 2006, año que se comenzó a registrar este Índice de The Economist.

Después de un 2020 que afectó negativamente las democracias en el mundo, en buena parte, debido a las fuertes restricciones a las libertades civiles que muchos gobiernos impusieron como respuesta a la pandemia por la Covid-19, llegó un 2021 en donde prosigue el deterioro de la salud de la democracia global. Según el Índice de la Democracia para el 2021 de The Economist Intelligence Unit, solo el 6,4% de la población mundial vive bajo una “democracia completa,” mientras que más de un tercio vive bajo regímenes autoritarios.

Todas las regiones del mundo recibieron puntajes más bajos este 2021 que para el 2020, excepto algunos países del este de Europa. La caída más pronunciada, sin embargo, se produjo en América Latina, seguida por Norteamérica, Asia y Australia.

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Mapa de calor del Índice de la Democracia 2021. | The Economist

¿Qué está pasando con la democracia en América Latina?

Esta edición del informe que realiza The Economist año tras año, prende todas las alarmas sobre la salud de la democracia en América Latina. Aunque aproximadamente el 80% de la población del continente vive bajo Estados democráticos, solo el 1,3% vive bajo “democracias completas” (Costa Rica y Uruguay). Siete países de la región bajaron entre diez y veinte puestos en el Índice, el mayor número en todo el mundo. Chile pasó de ser una “democracia completa” a ser una “democracia incompleta”; Ecuador, México y Paraguay pasaron de “democracias incompletas” a “regímenes híbridos”; y Haití pasó de ser un “régimen híbrido” a un “régimen autoritario”.

La categoría que lideró la caída del puntaje de la región fue la de cultura política. Según el reporte, esto refleja el desacuerdo de la ciudadanía hacia la manera cómo los gobiernos manejaron la pandemia, lo que a su vez resulta en escepticismo hacia la democracia y en apertura hacia opciones más autoritaristas. Algunas decisiones de líderes como Bolsonaro en Brasil, López Obrador en México y Bukele en El Salvador, así como las derivas autoritarias en Nicaragua y Venezuela, dan cuenta de este fenómeno.

Otro desafío democrático que vivió la región en el 2021 tiene que ver con los procesos electorales. Aunque hubo candidatos/as que no pertenecen a partidos tradicionales, mostrando el quiebre de la política tradicional que se viene produciendo en los últimos años, la polarización que esta clase de candidaturas presentaron deterioró la democracia. Por ejemplo, Pedro Castillo, en Perú, ha liderado con fragilidad por lo ajustados que fueron los resultados de las elecciones que llevaron a la segunda vuelta a candidatos con un soporte inicial muy débil en un escenario de fragmentación y alta polarización política, al igual que ocurrió con el controvertido paso a la segunda vuelta de Guillermo Lasso en Ecuador. Esto aumenta la desconfianza hacia las instituciones y la preferencia por liderazgos fuertes, con tintes populistas autoritarios, por parte de la ciudadanía.

The Economist también resalta el creciente populismo de la región como una amenaza a la democracia, en especial a sus instituciones. Resaltan el caso de Bolsonaro, que forzó la renuncia de dos magistrados de la Corte Suprema por investigar grupos pro-gobierno que difunden información falsa, o que cuestionó la legitimidad del proceso electoral brasileño arrojando sospechas sobre un sistema de voto electrónico perfectamente contrastado y seguro. Igualmente, resaltan los esfuerzos de AMLO en México por concentrar el poder en la rama ejecutiva y su cuestionamiento, de nuevo, del organismo electoral.

Por último, el reporte discute acerca de la incapacidad de los gobiernos Latinoamericanos a hacer frente a la desigualdad y de escuchar lo que su ciudadanía protesta. Paraguay, Cuba y Colombia vivieron importantes protestas ciudadanas, que no parecen haber sido escuchadas por sus gobernantes.

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Países latinoamericanos y del Caribe en la escala de “régimen autoritario” (izquierda) a “democracia completa” (derecha). | The Economist

Con un 2022 marcado por dos importantes procesos electorales en Colombia y Brasil, por el aparente fin de la pandemia y por una ciudadanía cada vez más activa, que podría volver a las protestas masivas, América Latina tiene de frente el urgente desafío de fortalecer sus democracias. Para frenar las peligrosas derivas autoritarias que se observan, los y las gobernantes deben hacerse cargo del desafío de la cultura política, de la desconfianza en las instituciones y, especialmente, del respeto por la democracia, sus procesos y su institucionalidad.

Las democracias viven momentos complicados en todo el mundo y también en América Latina, una región que es, sin embargo, con Norteamérica y Europa, uno de los espacios geopolíticos donde existe más espacio para la democracia. La región alberga hoy uno de los procesos democráticos más innovadores que existen con los trabajos de la Convención Constitucional en Chile, que pueden ser inspiradores para otros países de la región donde la necesidad de renovación constitucional es evidente desde hace años. Además del impulso al debate político público de calidad, es importante la modulación de la respuesta represiva de las protestas y el fortalecimiento de la debilitada institucionalidad multilateral que, como señala una publicación reciente de democraciaAbierta, es uno de los caminos a seguir.

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