En zonas rurales de Florida o Montana las iglesias afrontan la pérdida de fieles
Es uno de aquellos casos en que la realidad casi supera la ficción. Uno de los cómics más populares de Estados Unidos se llama 'Preacher'. Cuenta la historia de un predicador alucinado que recorre todo el país en busca de Dios y, a punta de pistola y otras armas, busca la purificación de las almas de los feligreses tentadas por el diablo.
Pues hace tres meses, sin que se sepa a ciencia cierta si los predicadores locales han leído los cómics, lo cierto es que han aparecido iglesias cristianas que, para atraer nuevos feligreses, les están ofreciendo cursos de uso y porte de armas de fuego. Son cursos de 10 horas, impartidos acorde a las reglas de los estados donde se encuentran las iglesias y que, al final, otorgan al nuevo feligrés una documento que le permite ingresar armado al templo y pasearse a sus anchas por todo el pueblo con el arma a la cintura.
El predicador Jeff Copley, de la aldea de Marengo, en Ohio, lo tiene claro. Para él es una cuestión de defensa y espiritualidad. "Jesús dice a sus discípulos que vendan su manto y compren una espada. Instruyó a su pueblo para que se prepara para defenderse a sí mismo. Es difícil de encontrar a alguien dentro de nuestra congregación que no dispare de alguna forma", dijo al diario digital 'The Daily'.
Copley asegura que su 'Iglesia de Cristo' ha desarrollado muchas actividades para atraer más gente: ha organizado fiestas y ferias, pero no ha logrado incrementar la membresía. Por eso se le ocurrió lo de impartir cursos gratuitos de uso de armas, porque "aquí todo el mundo dispara o caza".
La decisión de Copley no es única. Un poco por todo el país, principalmente en zonas rurales de estados como Carolina del Norte, Florida, Montana y Ohio, decenas de otras iglesias, enfrentadas a una cada vez mayor deserción religiosa, literalmente han hecho un llamamiento a las armas para atraer al rebaño de vuelta.
'No apoyamos la violencia'
En marzo, el reverendo Ryan Bennett, de la Iglesia Bautista Central de Lexington, en Carolina del Norte, llevó a cabo el primer curso de enseñanza de uso y porte de armas. Desde entonces, lo admite abiertamente, no ha parado. "Queremos atraer más gente y vamos a intentar todo lo que esté a nuestro alcance para lograrlo", dice.
Eso sí, advierte, "nosotros promovemos un sentido de responsabilidad (en la gente). No apoyamos la violencia. Es apenas otra forma de llegar a la gente". Bennett tampoco oculta que todo el tiempo tiene un pistola de 9mm al mismo alcance que la Biblia.
Pero las clases no son sólo una forma de atraer feligreses. En regiones como Texas, donde todo el mundo puede cargar un arma libremente, las clases se están instrumentando como un mecanismo que tiene a los activistas pro inmigrantes con los pelos de punta.
En la Iglesia Bautista Heights en San Angelo, una remota ciudad tejana de 93.000 habitantes, cerca de la frontera con México, las clases comenzaron en junio.
"Nos encontramos como a unos 250 kilómetros de la frontera y tenemos muchas dudas sobre la seguridad de nuestras fronteras y lo que está llegando a nuestras ciudades", dijo el pastor James Miller a la revista de la NRA, la poderosa Asociación Nacional del Rifle, que secunda ampliamente todos los esfuerzos de las iglesias de armar a su gente.
Amenaza
Miller dice que se siente mucho más seguro andando armado y justifica las clases impartidas a los feligreses. Para el pastor es claramente una cuestión de aplicar la 'Ley del Talión', el 'ojo por ojo, diente por diente'. Incluso, un tiroteo dentro de la iglesia.
"Me siento mucho más seguro si un día el servicio en el templo es interrumpido por algún tipo de amenaza letal, que por lo menos tengamos alguna posibilidad de detener una masacre o un acto de terrorismo", dice.
Algunos analistas creen que este nuevo fenómeno responde también al hecho de que, en los últimos tiempos, muchos dueños de armas han perdido el miedo de hablar de asumir públicamente su afición, en una sociedad donde los crímenes de sangre son el pan de cada día, las masacres en lugares públicos se suceden y los amantes de las armas están siendo criticados.
Sin embargo, las clases de uso de armas en las iglesias no son todavía generalizadas. De hecho, el año 2010 el Consejo Nacional de las Iglesias de Cristo, que abarca unos 45 millones de feligreses protestantes, anglicanos, ortodoxos y evangélicos, hizo una declaración rotunda y firme contra el uso de las armas en manos privadas.
"Es muy difícil de justificar en términos cristianos el acceso del público a armas de asalto. La verdad es que el uso de esas armas termina por arrebatar mucho más vidas que las que protege. La venta y uso de esas armas contradice las enseñanzas de Dios que prohíben la violencia", dice la declaración.
Un padre enseña a su hijo a disparar un arma en Wikieup, Arizona, en octubre. | Efe
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