Puede darse por sentado que unos 15.000 años antes del descubrimiento de la agricultura ya se analizaba, se memorizaba y se utilizaba el ciclo lunar con fines prácticos. Analizando los grabados de las cavernas, que muestran una sucesión y expresan una intencionalidad al referirse a determinadas historias, se puede entender mucho mejor el cometido fundamental de la luna en las mitologías arcaicas y, sobre todo, el hecho de que el simbolismo lunar haya integrado en un único "sistema" a realidades tan diversas como la mujer, las aguas, la vegetación, la serpiente, la fecundidad, la muerte, el "renacer", etc., así como los hábitos de los animales salvajes, la sexualidad y la caza.
La existencia de mitos cosmogónicos y de origen de la caza, del hombre y de la muerte, temas que siempre han sido un enigma desde la mas remota existencia del hombre, servían de compensacion al miedo a perder la existencia, al miedo a matar, (pues el animal vivo tenia el mismo significado divino que el hombre) enterrando los huesos del animal entero con el cráneo, devolviendo así las partes principales del cuerpo a la Tierra para que pudiera resuscitar y volver a ser alimento. Por otro lado, la danza circular, aún praticada por los indios de Norteamérica, era praticada por todos los cazadores del Paleolítico para apaciguar el alma del animal abatido, y otras danzas se interpretaban para asegurar la multiplicación de las piezas de caza.
Chamanismo y religión siempre aparecen ligados a los ritmos de la alimentación, base primordial para la existencia humana, porque el hombre es el resultado de una decisión tomada en el comienzo de los tiempos, el de matar para poder sobrevivir, la caza determinó la division del trabajo, según el sexo, reforzando de esta manera el proceso de hominiziación pues lo cierto es que tal diferencia no existe entre los carnívoros ni en el resto del mundo animal, la persecución incesante y la muerte de las piezas llegaron a establecer un sistema de relaciones muy sui generis entre el cazador y el animal victimado, en última instancia la solidaridad mística entre el cazador y sus víctimas se revelan en el acto mismo de matar, la sangre que derrama es en todo semejante a la del hombre.
Dar muerte a la fiera cazada, siendo ésta un mágico momento de fuente de vida, equivale a un sacrificio en que las víctimas son intercambiables… algunas de estas concepciones están enraizadas desde el Paleolítico hasta hoy.
El descubrimiento de la agricultura fue sin duda de gran importancia para la historia de la civilización humana. Al convertirse en productor de sus propios alimentos, el hombre tuvo que modificar su comportamiento ancestral. Ante todo, hubo de perfeccionar sus técnicas para medir el tiempo, pues tendría que poner en práctica numerosos planes con vistas a obtener resultado lejano: la cosecha, cuya responsabilidad recaía sobre la mujer por entenderse con la vegetación al compartir el misterio de donar la vida, teniendo asi el estatuto de Diosa de la procreacion y fecundidad en familaridad con el Planeta. Los rituales de abrir la tierra y depositar el semen tenia algo de similar al embarazo de la mujer.
Por no haber entendido nunca el origen de la vida, el hombre la ha considerado algo de místico y ha creado sobre ella mitos y leyendas como explicación de las orígenes del mundo. Rituales de sacrificio, muerte y renacimiento, pues el cazador paleolítico no dejó de existir en las generaciones de los siguientes millones de años, de modo que la matanza o sacrificio de animales se utilizó como pasaporte para una buena cosecha o para la salvación del alma, permaneciendo incluso en algunas culturas actuales.
Todas las religiones existentes tuvieron una relación muy cercana a los ritmos de la tierra y el cosmos, el sol, el aire, el agua y la tierra. La existencia de Dioses tenía la función de defender el hombre y su especie de los espíritus de los animales cazados y de la ira cósmica que enviaba tormentas e inundaciones, eras glaciarias o desérticas.
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