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Guerra religiosa en Ceuta

Los musulmanes viven un conflicto entre los afines a Rabat y la secta tablig

Ceuta vive una guerra larvada de religión, pero no entre cristianos y musulmanes sino entre los fieles de Mahoma. "Ésta es una batalla entre radicales y moderados", sostiene Abdelkader Sadedrin, delegado en la ciudad de una de las dos grandes ramas del islam en España, la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas (FEERI). Es una lucha, replican en voz baja desde el Ayuntamiento y desde la Unión de Comunidades Islámicas de Ceuta (UCIDCE), entre los que apuestan por un islam independiente en la ciudad y los que quieren que esté tutelado por Marruecos.

La división de los musulmanes ceutíes quedó escenificada el 21 de septiembre. Ese día, la UCIDCE organizó su musala (rezo colectivo al aire libre) para celebrar el fin del Ramadán en la Loma Margarita, una explanada cedida por el Ministerio de Defensa. Al acto acudieron unos 2.000 varones, el presidente de la ciudad, Juan Vivas, y su número dos, Pedro Gordillo, ambos del PP. No en balde, los devotos fueron trasladados hasta allí en autobuses municipales. La UCIDCE agradeció el apoyo del Ayuntamiento.

A escasa distancia, en la explanada de la mezquita de Sidi Embarek, se reunieron varios centenares de fieles (la cifra varía según las fuentes) convocados por la FEERI. Otros muchos musulmanes optaron por no sumarse a ninguna concentración y rezaron bajo techo en diversos templos.

Ambas citas fueron precedidas por un cruce de acusaciones. Mohamed Alí, presidente de la FEERI, repartió octavillas y recorrió barriadas musulmanas exhortando, por megafonía, a boicotear la musala de sus rivales. Denunciaba "la utilización electoralista que hace el PP de los temas religiosos".

Sus adversarios de la UCIDCE le acusaron, a su vez, de proferir "amenazas y coacciones" a los fieles que iban a acudir a la Loma Margarita y a los imanes dispuestos a dirigir ese rezo colectivo. A la UCIDCE le resultó difícil encontrar un clérigo que aceptase el encargo y no desvelaron su nombre hasta que empezó a actuar.

Para calentar más el ambiente, horas antes de que los seguidores de la FEERI se congregaran ante la mezquita de Sidi Embarek, un incendio provocado destrozó las esterillas y lonas allí colocadas para que los devotos pudieran orar con más comodidad.

La resaca de aquel enfrentamiento aún persiste. La UCIDCE, que reagrupa al grueso de las asociaciones islámicas de Ceuta -36 sobre un total de 40-, entiende que los imanes deben obedecer a las comunidades que les contratan, y que pagan el grueso de su sueldo, y no al vecino Marruecos. Su líder, Laarbi Maateis, de 46 años, tiene la intención de revocar a los imanes desobedientes -ya ha relevado a dos-, la mayoría marroquíes o formados en el vecino país.

El objetivo de Maateis es preparar a media decena de clérigos en las universidades de Al Munawara (Arabia Saudí) y Al Azhar (Egipto) con becas del Ayuntamiento. Éste es receptivo. "Intentamos ayudar a los que quieren estudiar fuera y la teología islámica es una carrera como otras", afirma Gordillo, vicepresidente de la ciudad.

"En vez de estrechar relaciones con nuestros vecinos, que profesan un islam tolerante, quieren que los imanes estudien en Arabia Saudí, cuna de la teología wahabita sustrato del yihadismo", se indigna Abdelkader Sadedrin. "Por eso digo que ésta es una batalla entre radicales y moderados", precisa.

"El problema con Marruecos es que quiere mangonear al islam en Ceuta", contesta Gordillo, que preside también el PP local. Niega que favorezca a unos musulmanes en detrimento de otros, pero confirma que "no mantiene contactos con Mohamed Alí", presidente nacional de la FEERI. "Me atengo al mandato de la Asamblea de Ceuta" que le declaró persona non grata después de que se pronunciase por la incorporación de la ciudad a Marruecos.

Desde hace más de medio siglo, Marruecos ha tutelado a los musulmanes de una ciudad cuya descolonización reivindica. Hasta hace unos años, los sermones que los imanes leían cada viernes en las mezquitas eran enviados desde el Ministerio de Asuntos Religiosos en Rabat. Ahora ese departamento sólo sufraga determinados gastos de las mezquitas y los emolumentos de algunos clérigos. En muchos templos se sigue, no obstante, la tradición de pedir a Alá que guíe al rey de Marruecos, que es también Comendador de los Creyentes, es decir, jefe espiritual de los musulmanes marroquíes.

La hegemonía religiosa marroquí se resquebrajó el 20 de julio de 2007. Ese día se presentó la UCIDCE en presencia de las autoridades locales, representantes del Ministerio de Justicia y hasta del comandante general de Ceuta. Su líder, Maateis, y parte de su cúpula, pertenecen al tablig, una escuela islámica fundada en la India hace 82 años.

"El tablig es integrista y sus compañeros de viaje en Ceuta son Justicia y Caridad [movimiento sufí ilegal en Marruecos] y, peor aún, los salafistas", sostiene Sadedrin. "¿Yo, un radical?", replica Maateis con sonrisa socarrona. "Mi hija juega al fútbol", asegura. "¿Dejaría un integrista a su hija hacer deporte en público?".

El intento de emancipación de los musulmanes ceutíes preocupa en Rabat. Hace ahora dos años, Yassin Mansouri, el jefe del servicio secreto marroquí, le advirtió en Mallorca a Alberto Saiz, entonces director del CNI, que España estaba "jugando con fuego" al respaldar a los tabligs, antesala del radicalismo. "Pese a nuestros avisos, las autoridades españolas cambiaron los ritos del rezo e impidieron la religión marroquí [la liturgia malekita vigente en el Magreb]", se quejaba en abril Fouad Alí el Himma, líder de un partido político y gran amigo de Mohamed VI.

Quizá sean las quejas marroquíes o ciertas prevenciones ante los tabligs, pero el Gobierno español ha dado un paso atrás. Prueba de ello fue que el delegado del Gobierno, José Fernández Chacón, no asistió en septiembre a la musala de la UCIDCE. Mantiene, sin embargo, a raya a los promarroquíes de la FEERI. Por primera vez, su líder nacional no fue invitado a la celebración del 12 de octubre en Madrid so pretexto, según el Ministerio de Defensa, de que "se redujo la capacidad de la tribuna de invitados".

El Ayuntamiento de Ceuta persiste, sin embargo, en su empeño por acabar con la sumisión del islam ceutí a Rabat. El conflicto entre ambas tendencias sigue vigente.

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