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Archivo - Manifestación a favor del derecho al aborto en Tampa (Florida). Europa Press

Guerra contra los derechos de las mujeres: así quieren restringir los conservadores la píldora abortiva en EEUU

El Tribunal Supremo de Estados Unidos ha eliminado el derecho constitucional al aborto y ahora estudiará qué hacer con la píldora abortiva mifepristona

Crónica desde el Estado de Nuevo México, en el suroeste del país, refugio de las mujeres que quieren abortar

Para Laura Wight, bibliotecaria de un pequeño pueblo rural del este de Nuevo México, la semana suele empezar y acabar igual, con un mensaje en Facebook, una llamada telefónica y llamadas de socorro: «Necesito ayuda. Soy madre soltera o estoy en una relación abusiva. Estoy embarazada. No puedo tener más hijos. No puedo permitírmelo.”

«Me gustaría ir a buscar a esas mujeres y llevarlas a un lugar seguro», explica a Mediapart Laura, fundadora de la asociación Eastern New Mexico Rising, que lucha por los derechos humanos. Sin embargo, «la mayoría de las veces», la solución a corto plazo está en un sobre que la bibliotecaria enviará por correo al hospital tras haber metido en su interior, entre otras cosas, dos comprimidos de mifepristona, la primera de las dos píldoras que deben tomarse para un aborto inducido con medicamentos. «Siempre envío dos por si la persona que las necesita pesa más de 70 kilos».

Desde que el Tribunal Supremo de Estados Unidos anuló la «Roe contra Wade», histórica sentencia de 1973 que reconocía el derecho constitucional al aborto, la mayoría de los Estados conservadores del sur cercanos a Nuevo México han restringido estrictamente o incluso prohibido el aborto. No muy lejos, en Texas por ejemplo, un Estado más grande que Francia, ahora está prohibido, incluso en casos de violación.

Muchas de las mujeres que se ponen en contacto con Laura Wight viven en Texas. «La joven que se puso en contacto con nosotros más recientemente tenía 21 ó 22 años, era tejana, latina, del sur del Estado. Ya tenía un hijo y una pareja que le impedía ir al médico. Quería abortar. Le enviamos las píldoras de mifepristona por correo».

A diferencia de sus vecinos, Nuevo México, dirigido por una gobernadora demócrata, se ha convertido en los dos últimos años en un Estado refugio. Se ha derogado la antigua ley que penalizaba el aborto, se han consignado fondos para construir nuevas instalaciones y se han aprobado disposiciones para garantizar que no se emprenderán acciones legales a nivel local contra quienes permitan la realización de abortos. 

Como resultado, se ha producido en tres años un aumento del 220% en el número de abortos practicados, el mayor incremento del país según el Instituto Guttmacher, que estudia la salud reproductiva. «Me siento bien» en Nuevo México, dice Laura Wight. «Pero si saliera elegido un gobernador republicano… Y con lo que está pasando a nivel federal, estamos muy preocupados. Estamos muy preocupados por el Tribunal Supremo…».

La cuestión del derecho al aborto volvió el martes 26 de marzo al más alto tribunal del país, la primera vez desde la desaparición del «Roe contra Wade». Los jueces aceptaron examinar la autorización por la FDA, la Agencia americana del Medicamento, de una píldora abortiva que se utiliza desde hace más de veinte años: la mifepristona.

Miedo a un paso atrás

En los próximos meses, el Tribunal Supremo deberá aclarar las condiciones en las que podrá administrarse la mifepristona en el futuro en Estados Unidos. Un tribunal federal de apelación, que el pasado verano admitió a trámite un caso presentado por una organización de médicos ultraconservadores, ya ha decidido restringir el acceso a la mifepristona.

La mifepristona, actualmente prescrita en Estados Unidos por teleconsulta y entregada por correo desde una serie de cambios normativos introducidos en 2016, también se prescribe para abortos hasta las diez primeras semanas de embarazo, en lugar de las siete originales. 

La sentencia del Tribunal de Apelación conservador, ahora pendiente, restablecería las normas vigentes antes de 2016 lo que supondría un nuevo retroceso. Antes de 2016, la mifepristona solo se prescribía con receta. En ese momento, el aborto requería tres consultas obligatorias presenciales con el médico. 

En Estados Unidos, las píldoras abortivas (más baratas que la cirugía) representan la mayoría de los abortos.

Laura Wight, que ya entreve un intento de imponer nuevas restricciones al derecho al aborto, incluso en Estados como Nuevo México, donde el aborto sigue siendo legal, «anima» ahora a los 200 miembros de su asociación a «abastecerse» de mifepristona. Ella misma mantiene “una reserva de treinta o cuarenta pastillas en todo momento». 

En Estados Unidos, las píldoras abortivas (más baratas que la cirugía) representan la mayoría de los abortos (63%). Eso representa un aumento del 10% con respecto a 2020. Una tendencia que no ha pasado desapercibida para quienes se oponen al aborto.

Para Rachel Rebouché, profesora de Derecho especializada en derechos reproductivos en la Universidad Temple de Filadelfia, no hay que equivocarse sobre el verdadero objetivo de esta última maniobra judicial de los conservadores. A través de la mifepristona, «el que está en el punto de mira es el derecho al aborto médico«.

«Lo que está ocurriendo hoy es muy diferente» de la decisión dictada por el Tribunal Supremo en 2022. En «Roe contra Wade», dice, «la cuestión era si la Constitución americana incluía o no el derecho al aborto. Aquí, se trata de impugnar una autorización emitida por una agencia federal». «Cuando lo piensas, es bastante sorprendente que un tribunal de primera instancia de Texas pueda decirle a una agencia federal como la FDA, que es la agencia experta en seguridad de los medicamentos, que lo que lleva haciendo un cuarto de siglo está mal», sin aportar la más mínima prueba.

Movilización de la izquierda

Rachel Rebouché considera que la utilización de los tribunales con fines ideológicos es una «amenaza» para el «Estado de derecho», que sólo ha creado más «caos» y «confusión». A ocho meses de las elecciones presidenciales, el acceso al aborto podría ser uno de los principales factores de movilización de la izquierda. En campaña, Donald Trump se ha felicitado por la anulación del caso Roe contra Wade, al tiempo que ha defendido un plazo legal para abortar de unas 15 semanas, frente a las 24 semanas actuales en algunos Estados. 

Sobre el terreno, en Albuquerque (Nuevo México), Lisa Hofler, responsable del centro de salud reproductiva de la UNM, observa a diario esa «confusión». Según explicó a Mediapart, las preguntas de las pacientes ni siquiera se refieren a las condiciones precisas para tomar mifepristona, sino simplemente al derecho a abortar. «¿El aborto es legal? ¿Puedo acceder a él? La respuesta es sí, absolutamente. 

El centro de salud reproductiva afiliado al hospital universitario de la ciudad, situado al fondo de una pequeña zona comercial, atrae, como muchos otros, la presencia de manifestantes antiabortistas, que agitan pancartas con fetos muertos ante los visitantes. Los opositores al aborto «se movilizan más durante las fiestas religiosas… En este momento, estamos en Cuaresma», declaró a Mediapart el responsable operativo del centro. 

Dentro del centro, en un pequeño sofá de la sala de descanso, algunas pacientes que han acudido a abortar comparten sus sentimientos y palabras de ánimo. «Duele mucho, pero agradezco mucho que el médico me coja la mano», escribía una de ellas con letra de adolescente. «Tengo tanto que aprender antes de poder ser madre», decía otra. 

Gracias a un generoso donante, los equipos del centro han sido reforzados recientemente con la creación de un puesto de coordinadora, cuyo trabajo consiste precisamente en ayudar a las mujeres a planificar sus abortos, con ayudas al transporte, alojamiento y fondos para cubrir el coste de todo el proceso, unos 600 dólares (más de 550 euros) un aborto médico y 3.000 dólares una intervención.

«A veces, las mujeres que se ponen en contacto con nosotros no saben que pueden recibir ayuda», explica a Mediapart la coordinadora del centro, una joven con gafas rosas y un jersey con corazones. Muchas conducen más de doce horas desde Houston (Texas) hasta Nuevo México para abortar. Entre 2014 y 2021, abortaron cada año unas 50.000 mujeres texanas.

En el centro se espera «con tristeza» la decisión del Tribunal Supremo. “Sólo podemos contar las historias de las personas que vemos», dice la doctora Lisa Hofler. “Lo que me preocupa la gente que no vemos.”

Dependiendo de lo que decidan los jueces sobre el «cuándo hay que tomar las dosis de mifepristona o su dosificación», Lisa Hofler y los equipos decidirán. «Tenemos un plan», nos dice. «Cuando era estudiante de medicina, el inicio de mi especialización coincidió con el asesinato del doctor George Tiller (asesinado por un anti abortista). Mi profesor me llamó y me dijo: ‘No tienes que venir si no quieres’. Acababan de asesinar a alguien por practicar abortos. Y yo dije: ‘Iré'». 

Laura Wight tampoco tiene intención de ceder. «Son tiempos muy aterradores. Tengo miedo por mi hija. Hablamos en bromas sobre mudarnos pero, en realidad, no es una broma. No es un buen momento para vivir aquí. No tenemos confianza en el sistema judicial…».

Traducción de Miguel López

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