El periodista británico, especializado en Economía, cuenta cómo el Opus Dei utilizó el Banco Popular para financiar una «amplia red de reclutamiento» de nuevos miembros para la Obra.
Ingeniería financiera. Manipulación de personas. Y auge de la extrema derecha. Son los tres pilares que han sustentado al Opus Dei. Así lo cuenta el periodista británico Gareth Gore en Opus, un libro editado en español por la editorial Crítica. Gore, especializado en actualidad financiera, se acercó a la Prelatura fundada por Josemaría Escrivá de Balaguer tras la caída del Banco Popular en junio de 2017. Tras la entidad encontró una maraña de fundaciones, accionistas y personas que desembocaban todas en un mismo lugar: el Opus Dei.
Tal y como explica en el trabajo, un grupo de hombres «secuestraron» el banco para transformarlo en «un cajero automático» para la Obra con el objetivo de convertir lo que hasta ese momento era un movimiento religioso pequeño y secreto en «una de las fuerzas más poderosas de la Iglesia católica, financiando la creación de una amplia red de reclutamiento dirigida a niños y adolescentes vulnerables».
Comienza el libro adelantando que, en un mundo obsesionado con las teorías de la conspiración —en España estamos sufriéndolas tras las inundaciones en Valencia—, la del Opus Dei es una historia real de “abuso, manipulación y codicia envuelta en el manto de la santidad”. ¿Cómo ha podido la Obra resistir casi un siglo a este tipo de hechos?
Seamos claros: las víctimas del Opus Dei llevan décadas alertando sobre las prácticas abusivas y depredadoras del grupo, pero sus voces han sido, en gran medida, ignoradas. Esto se debe a varias razones: en algunos casos, el Opus Dei simplemente ha comprado su silencio con sobornos enormes; en otros, ha utilizado su influencia para intimidar a las víctimas, amenazándolas personal o profesionalmente, o ha suprimido la cobertura pública a través de sus amigos en los medios de comunicación.
La Iglesia también tiene cierta responsabilidad. Al concederle al Opus Dei un estatus especial y canonizar a su fundador, el Vaticano ha legitimado las prácticas abusivas y depredadoras del grupo, y le ha permitido esconderse tras un manto de santidad. Durante años, el Opus Dei ha escapado a la justicia por cosas como el acoso, la coerción y el tráfico de menores, que son actos delictivos. Pero las cosas están empezando a cambiar. Cuatro sacerdotes del Opus Dei van a ser juzgados en Argentina y también hay investigaciones policiales en marcha en otros países.
“Desde el principio quedó claro que el Opus Dei era profundamente político en su esencia; era una postura reaccionaria contra las fuerzas progresistas que estaban transformando la sociedad”, escribe usted en el libro. La infiltración del Opus Dei en las fuerzas políticas reaccionarias es algo de sobra probado. ¿Mantiene la Obra el poder político que ha tenido en décadas anteriores?
Al Opus Dei no le gusta reconocer que la organización es, en esencia, un proyecto político. La fe es simplemente una fachada que se utiliza para deslumbrar y distraer a los de fuera. Escrivá escribió que sus seguidores formaban parte de un ejército oculto. A estos se les dijo que no revelaran su pertenencia a nadie sin permiso expreso. Se encargaban de influir en instituciones culturales, sociales y gubernamentales para impulsar la agenda reaccionaria del grupo.
Estos escritos se han mantenido en secreto durante casi un siglo, ocultos a la gran mayoría de sus miembros –e incluso al Vaticano–. Pero esta agenda encubierta sigue siendo la luz que guía al grupo. Hoy, igual que durante los años del franquismo, el Opus Dei está centrado en acumular poder e influencia. Si bien en España su influencia puede estar menguando, al menos en algunas partes de la sociedad, en otras partes del mundo –en Estados Unidos, por ejemplo– está en ascenso.
La quiebra del Banco Popular sacó a la luz que la entidad financiera se había convertido en un vehículo de canalización de millones de euros hacia la Obra. El Opus, sin embargo, asegura que apenas cuenta con propiedades. ¿Cómo es posible?
El Opus Dei siempre ha tenido mucho cuidado de distanciarse como institución de cualquier actividad “apostólica” que se lleve a cabo en su nombre. Oficialmente, estas actividades están a cargo de fundaciones supuestamente independientes que legalmente no tienen nada que ver con el Opus Dei, pero que en la práctica están indirectamente controladas por éste. Se trata de una ficción legal diseñada para proteger a la institución de cualquier reacción o escándalo, una táctica utilizada una y otra vez cuando antiguos miembros se presentan para denunciar cualquier forma de abuso.
Este sistema permite al Opus Dei desentenderse de cualquier responsabilidad hacia sus miembros y eludir cualquier forma de rendición de cuentas o justicia. Hemos visto a la Prelatura utilizar esta táctica innumerables veces: en casos de mujeres jóvenes esclavizadas, en casos de abuso sexual y en muchos otros. Pero al mismo tiempo que el Opus Dei se desentiende de cualquier conexión con esta red de fundaciones, está cosechando los frutos, en términos de reclutas y donaciones. Esta red incluye cientos de fundaciones en todo el mundo, con activos de miles de millones de euros.
Una investigación realizada por lamarea.com demostró que la educación ligada al Opus Dei en España mueve un negocio de, al menos, mil millones de euros a través de una red de colegios y universidades. ¿Cuál es la influencia educativa de la Prelatura?
La red de escuelas del Opus Dei –una red que incluye 275 escuelas primarias y secundarias en todo el mundo– cumple tres propósitos principales. En primer lugar, le da a la organización la oportunidad de reclutar niños para sus filas. Dice que no lo hace, pero la evidencia de varias escuelas en diferentes partes del mundo cuenta una historia muy diferente: niños de tan solo 11 y 12 años son seleccionados y manipulados, a menudo sin el conocimiento de sus padres. En segundo lugar, estas escuelas –que a menudo operan en barrios acomodados, atrayendo a familias ricas– presentan una oportunidad para reclutar a los padres, que a menudo forman parte de la élite adinerada, para la red del Opus Dei. Y en tercer lugar, existe un claro beneficio financiero: muchas de las escuelas emplean numerarios como profesores, que a su vez donan sus salarios al Opus Dei, y también ayudan a recaudar fondos para proyectos del Opus Dei a nivel local e internacional.
¿El Opus Dei busca beneficios o solamente poder?
Una cosa facilita la otra. Al perseguir y reclutar a la élite de la sociedad, el Opus Dei acumula poder para sí mismo, y de esta forma gana influencia sobre personas en posiciones de poder, ya sea en el mundo de la política, el derecho, los negocios, la academia o el periodismo. Esa proximidad al poder le permite impulsar su agenda reaccionaria, pero también crea oportunidades financieras. Estos reclutas ricos se convierten en donantes, lo que ayuda al Opus Dei a seguir construyendo su red, a reclutar a aún más miembros de la élite y a aumentar aún más su influencia. Pero estos reclutas también utilizan su control sobre las palancas del poder para dirigir dinero público y privado a iniciativas vinculadas al Opus Dei.
Desde el principio, el Opus Dei tiene una larga historia de saqueo de fondos estatales para promover su propia agenda, tanto durante los años de Franco y como después. Escrivá estipuló que sus seguidores debían utilizar todos los recursos a su disposición, destacando específicamente los fondos públicos y los edificios gubernamentales.
Como ha explicado al principio, hace algo más de un mes hemos conocido que la Justicia argentina ha acusado de manera formal a cuatro religiosos del Opus Dei por trata de mujeres y explotación laboral, un caso al que dedica una parte importante del libro. ¿Se trata de unos hechos aislados dentro de la Obra?
En absoluto. Estas niñas fueron captadas cuando algunas de ellas tenían solo 12 o 13 años. Las separaron de sus familias con la promesa de que recibirían una buena educación y una oportunidad en la vida. Pero, una vez que estuvieron solas y a cientos de kilómetros de su hogar, fueron intimidadas y obligadas a unirse al Opus Dei como sirvientas no remuneradas, donde algunas de ellas desperdiciaron décadas de sus vidas. La escuela donde sucedió esto, en Argentina, fue financiada directamente con dinero del Banco Popular de España. Pero no fue la única. Docenas de escuelas similares fueron financiadas en otras partes del mundo: en Filipinas, en Kenia, en Nigeria, en Bélgica y en todo el continente americano.
Tras haber hablado con mujeres que fueron reclutadas allí, sé que muchas de ellas sufrieron abusos similares a los de las mujeres de Argentina, donde las autoridades han acusado formalmente al Opus Dei de traficar con adolescentes. Las autoridades ya están investigando casos similares en otros países. Este es un gran escándalo que probablemente afectó a cientos, si no miles, de niñas. Honestamente, creo que el caso de Argentina es solo la punta del iceberg.
Dice en el libro que el futuro del Opus Dei dependerá, en gran medida, de si el papa Francisco puede acometer las reformas planteadas antes de morir. ¿Cuáles son esas reformas? ¿Qué podría suceder si no llega a llevarlas a cabo antes de su muerte?
Sabemos que el papa Francisco es muy consciente de las prácticas abusivas y depredadoras del Opus Dei, y que está dispuesto a tomar medidas. En los últimos dos años, el Papa ha emitido dos motu proprio [decretos papales] que dejan claro que el Opus Dei debe reformarse. Pero la organización no ha hecho caso de estas advertencias del Papa. Durante los últimos dos años, incluso salpicado por graves acusaciones de tráfico de personas y abusos sistemáticos, el Opus Dei ha dado largas y se ha negado a impulsar el tipo de reformas que espera el Papa. Todavía estamos en mitad de este impasse. El riesgo es que el papa Francisco –que tiene casi 90 años y está mal de salud– muera antes de que se aprueben estas reformas. Si eso sucede, y el próximo Papa es más receptivo al Opus Dei, existe una posibilidad muy real de que la organización escape sin tener que cambiar –y sin tener que rendir cuentas por décadas de abusos–.
Y la victoria de Donald Trump, ¿qué puede significar para el Opus Dei?
En los últimos treinta años, el Opus Dei ha invertido recursos en penetrar en Washington DC –la ciudad más poderosa de la Tierra– y lo ha hecho con mucho éxito. Hoy, la comunidad más grande de miembros del Opus Dei en los Estados Unidos no está –como podría esperarse– en Nueva York o Boston o Chicago, donde hay grandes poblaciones católicas, sino en Washington DC y sus alrededores. Ahora tiene más de 800 miembros en el área de Washington, incluidas algunas de las figuras más influyentes dentro y fuera del Partido Republicano. Kevin Roberts, presidente de la Heritage Foundation y arquitecto de lo que se conoce como Proyecto 2025, que es básicamente un plan para el segundo mandato de Trump, es un habitual en la principal capilla del Opus Dei en el centro de Washington y recibe su dirección espiritual de los sacerdotes de allí. La victoria de Trump le da a él y al resto de la red del Opus Dei en Washington una oportunidad sin precedentes para cambiar decisivamente la agenda y materializar por fin la agenda política oculta de Escrivá.