La reforma del código penal toma como modelo la ley anti-gay ugandesa e introduce el delito de «homosexualidad agravada». Crece la homofobia en África: Chad, camino de convertirse en el 37º país del continente que criminaliza la ho
En Gambia no parece fácil encontrar personas dispuestas a hablar abiertamente sobre la homosexualidad. En este pequeño país del África Occidental, las voces que lo hacen son las oficiales y sus posiciones alimentan la homofobia. En un clima de creciente temor, el presidente Yahya Jammeh tiene en sus manos ratificar una ley que enmienda el código penal y endurece las penas a las que se expone la ya castigada comunidad LGBTI gambiana. Este jueves se cumplía el plazo de 30 días desde que la ley anti-gay fuera aprobada por la Asamblea Nacional. De haberse firmado, los homosexuales podrían encarar penas como la cadena perpetua.
“No sabemos qué puede pasar pero está claro que Jammeh tiene un largo historial de declaraciones homófobas”, dice a eldiario.es el responsable de Campañas para el África Occidental de Amnistía Internacional, François Patuel. “Lo sabemos, pero esperamos que utilice su autoridad para devolver esta ley a la Asamblea Nacional para su reconsideración”, confía desde la oficina de AI en Dakar (Senegal). Si la ley se firmó o no ayer es algo que probablemente no se conocerá hasta dentro de un mes, “ése es el plazo que tienen para publicarlo en la gaceta oficial, a menos que el presidente haga alguna declaración pública”.
Uno de los aspectos más controvertidos del texto es la tipificación del delito de “homosexualidad agravada”, castigado con cadena perpetua, y que, según Patuel, es básicamente idéntico al de la ley anti-gay ugandesa, revocada el pasado 1 de agosto por la Corte Constitucional del país. “Una persona que sea arrestada por ser gay y que además sea portadora del VIH puede ser sentenciada a prisión de por vida”, denuncia. Además, tienen tal consideración las relaciones entre personas del mismo sexo cuando alguna de ellas sea menor de edad, discapacitada o esté bajo los efectos de las drogas. Por otra parte, también podrían ser sentenciados a cadena perpetua los “reincidentes”, es decir, quienes ya hubieran sido condenados alguna vez en el pasado.
Un tabú bien arraigado
Las relaciones entre personas del mismo sexo se criminalizaron oficialmente en Gambia en el año 2005, tras una enmienda al código penal que establecía este delito para hombres y mujeres y lo castigaba con penas máximas de 14 años de cárcel. Pero la historia de la homofobia en el país se remonta a mucho antes, concretamente al Código Penal de 1933, estando todavía bajo el dominio colonial de Gran Bretaña. En él figuraba el crimen de “ofensas anti-natura” y el de “indecencias graves entre hombres”, bajo los cuales han sido históricamente perseguidos los homosexuales. No es de extrañar, por tanto, que todo lo relacionado con los derechos LGBTI constituya un enorme tabú social.
“El problema aquí es que no hay nadie que diga públicamente que es gay, por el miedo a la hostilidad debido a las leyes”, constata desde Banjul, la capital gambiana, un investigador del Instituto para los Derechos Humanos y el Desarrollo en África ( IHRDA). Él mismo -“por estos temas que estamos hablando”, dice al otro lado del teléfono con un tono de voz más bajo de lo normal- solicita permanecer en el anonimato. En su centro de investigación no se trabajan las cuestiones LGBTI. “No podemos decir que vivamos en un ambiente muy libre, hay un clima de miedo, la gente tiene miedo de las consecuencias de aquello que pueda decir”, admite este gambiano, que asegura no conocer a ningún homosexual y no duda del apoyo popular a la ley, una aceptación que atribuye al carácter conservador de la sociedad y a unas tasas de analfabetismo que se sitúan en torno al 60 por ciento de la población.
En Gambia no hay asociaciones LGBTI ni activistas que defiendan públicamente estos derechos. “La razón principal es el temor, la larga historia de criminalización que ahora podría agravarse si esta ley sale adelante. Para las personas LGBTI es muy difícil salir del armario”, explica Patuel. De hecho, son muchos los que han optado por huir a otros países, aunque las amenazas del presidente Jammeh no entienden de fronteras. En mayo de este año dedicó estas palabras a los miembros de la comunidad LGBTI en el exilio: “Algunos se van a Occidente y claman que son gays y que sus vidas corren peligro en Gambia para conseguir asilo y quedarse en Europa. Si los atrapo, los mataré”. También los ha comparado con la malaria o los ha llamado “parásitos”.
Pese al arraigo de la homofobia de Estado, no transcienden muchos casos en los que se condenen personas por este delito. “Siempre ha sido algo criminal pero yo no tengo conocimiento de que haya habido muchas condenas, por eso me chocó tanto cuando vi la reforma, ¿qué sentido tiene esta ley si la homosexualidad siempre ha estado prohibida, acaso no hay problemas más graves?”, se pregunta el investigador del IHRDA.
En 2012, 20 personas -18 hombres y dos mujeres- fueron detenidas mientras estaban en una fiesta, se les acusó de cometer actos contra natura y sus nombres y fotografías se expusieron en los medios de comunicación. Algunos, como Alhaji, aseguran que fueron torturados y, tras retirarse los cargos en su contra, optaron por abandonar el país y huir a Senegal. En junio de 2008, la policía gambiana detuvo a dos turistas españoles en Banjul, acusados de haberle lanzado “propuestas deshonestas” a unos taxistas. Según Patuel, el problema no es solo el hecho de que haya o no arrestos y condenas, es una cuestión de libertad. “No se puede prohibir a nadie que exprese libremente su identidad sexual, es preocupante que la gente tema por su vida si decide salir del armario, el problema es también la homofobia”, sentencia.
Para Patuel y organizaciones como la suya o Human Rights Watch, la reforma del código penal es un paso más en el retroceso en cuanto al respeto por los derechos humanos en Gambia. “En los últimos 20 años, desde que el actual presidente asumiera el poder en 1994, la situación de los derechos humanos se ha deteriorado notablemente. En 1995, Jammeh reintrodujo la pena de muerte -que había sido abolida dos años antes- y las ejecuciones se reanudaron, después de 30 años, en 2012. Nueve personas fueron ejecutadas sin que se informara previamente a sus familiares ni a los abogados. Otro ejemplo es la Ley de Información y Comunicación, que se enmendó el año pasado para multar a quienes sean críticos con la línea oficial. No se puede hablar de libertad de expresión, la gente se expone a detenciones arbitrarias y tortura, particularmente los defensores de derechos y los disidentes políticos”, detalla. “La Comisión Africana para los Derechos Humanos –con sede en Banjul- hizo en mayo un llamamiento para proteger estos derechos, sin embargo, Gambia está caminando en una dirección totalmente opuesta”.
Chad, el 37º país africano que criminaliza la homosexualidad
La institucionalización de la homofobia en el continente africano se extiende también a Chad. A la espera de que sea ratificado por el parlamento, la reforma del código penal fue aprobada por el Consejo de Ministros chadiano el pasado 4 de septiembre. En ella se modifica el artículo 361 alegándose que “hacía falta incluir y criminalizar la homosexualidad”. Las relaciones entre personas del mismo sexo pasan a ser castigadas con penas de 15 a 20 años de prisión y multas que oscilan entre los 50.000 a los 500.000 francos CFA (76 y 760 euros), según informó este lunes The Guardian.
Esta ley acarrearía la posibilidad de que “cualquier persona pueda ser investigada y juzgada sobre la base de su homosexualidad o el rumor de serlo”, lamenta el director regional para África Central y Occidental de Amnistía Internacional, Stephen Cockburn. “Las personas que sean percibidas como gays o no se ajusten a los estereotipos tradicionales de género no podrán vivir su vida en condiciones de igualdad y dignidad”, alerta. Un retroceso que contrasta con la abolición de la pena de muerte, también incluida en el proyecto de ley y que ha sido bien recibida por las organizaciones de derechos humanos.
En un comunicado conjunto elaborado por la Federación Internacional de Derechos Humanos ( FIDH) y la Liga Chadiana para los Derechos Humanos (LTDH), el presidente honorífico de esta última, Dobian Assingar, califica el nuevo código penal de “discriminatorio y demagógico”. “Lo que Chad realmente necesita es justicia social, democracia y desarrollo. Estigmatizar a un grupo de la población no nos ayudará a construir una sociedad justa y tolerante”, denuncia. De ser finalmente aprobado, Chad se convertiría en el 37º país africano que criminaliza la homosexualidad.
Imagen del texto aprobado por el Consejo de Ministros de Chad el pasado 4 de septiembre
Las leyes anti-gay en África
En los últimos años los gays, lesbianas, bisexuales, transexuales y personas intersexo han experimentado un notorio retroceso en sus derechos. En más de la mitad del continente amar a alguien de tu mismo sexo es un crimen que, según los casos, puede llegar a castigarse con la pena de muerte. Ésta es la criminalización de la homosexualidad en África, país por país.
PENA DE MUERTE
Mauritania, Sudán, Norte de Nigeria, Sur de Somalia
ILEGAL
Algeria, Angola, Botsuana, Burundi, Camerún, Comoras, Egipto, Eritrea, Etiopía, Gambia, Ghana, Guinea, Kenia, Liberia, Libia, Malawi, Mauritania, Mauricio, Marruecos, Mozambique, Namibia, Nigeria, Santo Tomé y Príncipe, Senegal, Seychelles, Sierra Leona, Somalia, Sudán del Sur, Sudán, Suazilandia, Tanzania, Togo, Túnez, Uganda, Zambia, Zimbabue
LEGAL
Benín, Burkina Faso, Cabo Verde, República Centroafricana, Chad*, Congo-Brazzaville, Costa de Marfil, República Democrática del Congo, Djibouti, Guinea Ecuatorial, Gabón, Guinea-Bissau, Lesoto, Madagascar, Mali, Níger, Ruanda, Sudáfrica
Alhaji, de 21 años, en Dakar. Huyó de Gambia después de ser golpeado, juzgado y perseguido por ser gay. © AP Photo/Jane Hahn
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