A pesar de que Francisco, por Francisco de Asís, está girando con rapidez y eficacia hacia posiciones que apenas tienen nada que ver -para bien de la humanidad- con los mandatos de Pío XII, Juan Pablo II y Benedicto XVI, la sombra de la sospecha respecto a su actitud durante la criminal dictadura del general Videla no parece que se disipe.
El portavoz papal
El periódico progresista argentino Página 12 -del que en parte se nutrió de datos significativos ELPLURAL.COM este pasado viernes -ha plantado cara a las aseveraciones del portavoz papal, el jesuita Lombardi, calificando a determinadas informaciones de ser “campañas difamatorias”, “anticlericales” o “de la izquierda radical”.
Solidaridad
Sepan de antemano nuestros colegas argentinos de Página 12 que les apoyamos, y que les seguiremos apoyando solidariamente, desde España, en su empeño de investigaciones sólidas. Al parecer, Jorge Bergoglio, sacerdote jesuita en aquella época tan siniestra, no estuvo ni mucho menos a la altura de unas circunstancias brutalmente asesinas.
Derechos humanos, ¿no?
Página 12 incluye otros hechos que señalan duramente a Bergoglio. El periodista Luis Bruschtein, muy conocido en Latinoámerica, evoca que el jesuita Bergoglio era “arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado de Argentina, cuando prefirió no reunirse ni convocar a los organismos de los derechos humanos y, por el contrario, abrir uno de los conflictos más duros del gobierno kirchnerista con el obispo castrense Antonio Baseotto, defensor de secuestradores y represores de la dictadura. Los derechos humanos se convirtieron en una temática central en la transición hacia una democracia plena y, bajo su báculo, la Iglesia argentina no tuvo ningún gesto importante en este sentido”.
La práctica del horror
“En todo caso -agrega Bruschtein-, la actuación del entonces jefe de los jesuitas, Jorge Bergoglio, se encuadró en la actitud de toda la cúpula de la Iglesia, en este caso sí de complicidad con los jefes militares, al aceptar calladamente la práctica del horror y exterminio que estaban llevando a cabo. Esa política les llevó incluso a aceptar el asesinato de uno de sus hermanos, el obispo Enrique Angelelli, y presumiblemente también del entonces obispo de San Nicolás, Carlos Ponce de León”.
Las sombras del pasado
En definitiva, las sombras del pasado tienden a proyectar a un Papa que, si no ayudó directamente a los golpistas en sus torturas y en sus asesinatos, sí optó por el silencio en cierto modo culpable. No protestó que se sepa, ni acusó en público a los autores de las mayores tropelías y múltiples matanzas de miles y miles de personas. Esperamos, sin embargo, que -cuanto antes mejor- explique punto por punto en la televisión y ante periodistas especializados en su biografía que le puedan responder por qué en su país y en otros muchos lo critican con severidad.
Absoluta inocencia
Nada nos gustaría ahora más en ELPLURAL.COM que el Papa Francisco convenciera a los millones y millones de seres humanos de su absoluta inocencia. Eso iría en bien suyo y en el de la Iglesia católica que usted, Francisco, pretende con buena voluntad, que sea la de Jesús de Nazaret y no la de los fariseos.