Comentarios del Observatorio
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El nuevo panorama político, tras el postrero freno a la extrema derecha, sitúa a los creyentes en un tiempo de encrucijada
Las últimas elecciones en Francia, que registraron un éxito sin precedentes de la extrema derecha y un avance considerable del bloque de izquierdas, han dejado más disperso que nunca el voto de los católicos, considerados durante mucho tiempo como un bastión contra los extremos. ¿Y si los católicos franceses no supieran ya a qué santo encomendarse? Mientras el país oscila aún entre el shock, el alivio y la indignación, tras la doble cita con las urnas, se abre una nueva etapa también en la recomposición del voto católico.
En vísperas de los comicios, los obispos publicaron un comunicado llamando a los católicos a ejercer su “responsabilidad democrática”, instándolos a evitar la “violencia, a no difundir la ira y el odio” y a “luchar por la justicia por medio de la verdad y la fraternidad”. Los prelados de la provincia del Norte difundieron otro mensaje algo más directo, lo que les valió críticas de algunos de sus pares: “Cuanto más turbulentos son los tiempos, más necesitamos sabiduría, una sabiduría política valientemente arraigada en la tradición humanista, la fidelidad al servicio del bien común, la atención a los más pequeños, la humildad de escuchar y la solidaridad universal”.
Dispersado y radicalizado
Un llamado discreto para no ceder a las sirenas de la extrema derecha. Ahí reside el desafío, porque si bien “los católicos practicantes constituyeron durante mucho tiempo un bloque de resistencia al Frente Nacional” –analiza el sociólogo Yann Raison du Cleuziou en ‘Le Monde’–, hoy ya no es el caso. Ese electorado se ha “dispersado y radicalizado”.
Para los católicos practicantes, tradicionalmente de centro derecha, votar a la izquierda sigue siendo difícil de imaginar, especialmente en el contexto de una alianza de izquierdas que incluye al partido La France Insoumise (LFI), de izquierda radical. Una posición que incomoda incluso a las filas del centro izquierda católico, representado notablemente por Véronique Fayet, ex presidenta de Cáritas. A su juicio, la extrema derecha y LFI alimentan posiciones demagógicas y violentas. “Son discursos contra los inmigrantes o contra los ricos”, ha declarado al diario católico ‘La Croix’. Por eso, ante la polarización de la vida política, Fayet quiere creer que “los católicos tienen un papel que jugar como artífices de paz y reconciliación”.