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[Francia] El «histórico» juicio de los atentados del Bataclan llega a su fin

Tras casi diez meses de audiencias, el Tribunal de París pronunciará el miércoles la sentencia sobre los atentados del 13 de noviembre de 2015

La fiscalía pide una pena de cadena perpetua para Salah Abdeslam, único superviviente del comando, y para otro de los implicados

El «histórico» juicio de los atentados del Bataclan y las terrazas parisinas concluye este miércoles. El Tribunal de París pronunciará a partir de las cinco de la tarde la sentencia de los 20 acusados —seis juzgados en su ausencia—, entre ellos Salah Abdeslam, el único superviviente del comando yihadista que ensangrentó la capital francesa ese fatídico 13 de noviembre de 2015. Ha pasado casi un año desde el inicio en septiembre de este proceso que permanecerá en los anales de la Justicia gala, tanto por su dimensión como por su relevancia. Miles de víctimas, centenares de abogados y cinco jueces participaron en el juicio de los presuntos responsables y cómplices del atentado más mortífero del Estado Islámico (EI) en Europa.

La fiscalía pidió unas elevadas penas para la mayoría de los acusados. Solicitó un castigo de cadena perpetua no revisable para Abdeslam y Mohamed Abrini, involucrado en la preparación de los atentados en París y luego también en los de Bruselas de marzo de 2016. También pesa un posible castigo de cadena perpetua revisable, tras un encarcelamiento de 22 o 30 años, para otros miembros de ese comando, como el sueco Osama Krayem o el argelino Adel Haddadi. Luego las penas decrecen cuando afectan a los considerados segundos espadas de los ataques en la sala de conciertos Bataclan, las terrazas y en el Stade de France. Una violencia yihadista que dejó un reguero de 131 muertos y más de 400 heridos.

Los acusados tuvieron el lunes las últimas palabras ante el tribunal presidido por Jean-Louis Périès. Los testimonios más emotivos fueron aquellos de los supuestos cómplices, que comparecen libres tras colaborar presuntamente sin conocer las consecuencias reales de sus favores. “Tengo mucho miedo de que cometáis un error. (…) No soy un terrorista, nunca he sido un terrorista. Acompañé a Abrini al aeropuerto, pero jamás supe lo que estaba planeando, jamás”, dijo Abdellah Chouaa, quien puede ser condenado a seis años de prisión. “Espero recuperar mi vida de antes, pero nunca volverá a ser lo mismo”, añadió Ali Oukaldi, al que piden cinco años de prisión tras haber acompañado a Abdeslam en un solo viaje a Bruselas.

La “evolución” del discurso de Abdeslam

“He cometido errores, pero no soy un asesino”, se defendió Abdeslam en su última comparecencia ante el tribunal, en que se quejó del “acoso día y noche” durante su encarcelamiento bajo un régimen de aislamiento. Tras haber protagonizado desconcertantes interrogatorios con los jueces, el único superviviente del comando presente en París —los otros nueve se inmolaron o fueron abatidos por la policía— cambió su discurso a lo largo del proceso judicial. En la primera audiencia en septiembre, después de años de un mutismo casi permanente, se presentó como “un servidor del EI”. Pero, seis meses después, dijo que había “renunciado a hacer estallar su cinturón con explosivos”. 

En otra audiencia en abril, se puso a llorar cuando recordaba a su familia “a la que hice sufrir mucho”. También pidió perdón a las víctimas. Unos días antes había sorprendido al tribunal al referirse a un proyecto de otro atentado esa noche en otro bar de París al que se dirigió tras haber acompañado a unos yihadistas en el Stade de France. Pero al final renunció por “humanidad”. Otro de los miembros del grupo ya había dado en un interrogatorio una versión parecida. 

¿Realmente renunció Abdeslam? ¿O no pudo inmolarse ya que su cinturón de explosivos era defectuoso, como apunta un informe de la policía? Según la fiscalía, “se ha mantenido fiel a su ideología y no mostró ningún remordimiento”. Los jueces dirimirán si le condenan a una pena que podría dejar entre rejas por el resto de su vida a este francés, de 32 años, con raíces marroquís.

“Una reparación simbólica”

“No hubo un verdadero arrepentimiento de Abdeslam”, sostiene Dominique Kielemoes, vicepresidenta de la asociación de víctimas 13Onze15: Fraternité et Verité. “Hubo momentos duros en que los acusados retomaron su discurso salafista, mientras que en otros mostraron un lado más humano”, afirma en declaraciones a EL PERIÓDICO. Pese a perder su hijo Victor Muñoz, un joven francés que pasó su infancia en Barcelona, en el atentado en la terraza de La Belle Equipe, Kielemoes defiende que “la Justicia en un país democrático no debe ser la ley del talión”. “Creo que deberían aligerarse las condiciones de encarcelamiento de Abdeslam. Aunque cumpla una larga pena en prisión, esto no significa que deba volverse loco”, añade.

Pese a tratarse del juicio de los responsables y cómplices, las víctimas y familiares tuvieron un rol preponderante, sobre todo en aquellas audiencias en octubre en que expresaron en la estrada su dolor imborrable. “El juicio ha formado parte de una reparación simbólica”, declara el abogado Grégory Doranges, que representa a una de las centenares de partes civiles. En la histórica sede del Tribunal de París, en el corazón de la ciudad, se desarrolló a lo largo de estos nueve meses todo un microecosistema, con cierto calor humano, entre víctimas, abogados y periodistas. 

“Temo un cierto sentimiento de nostalgia y de vacío una vez se termine”, reconoce Christophe Naudin, profesor de secundaria y superviviente de los atentados. El autor del libro Journal d’un rescapé du Bataclan destaca como un aspecto positivo “que no se haya producido una instrumentalización por parte de la ultraderecha, a pesar de algunos intentos del polemista Zemmour”. Las audiencias no fueron retransmitidas por la televisión, como establece la ley en Francia. Y pese a la presencia del expresidente François Hollande en una de las sesiones, este no influenció en la larga campaña de las presidenciales y las legislativas.

Con el final de este proceso judicial, Francia cerrará en parte las heridas de la oleada de atentados de la última década. Una cicatriz que solo será parcial, ya que en septiembre los jueces se ocuparán de otro ataque yihadista: el que ensangrentó Niza el 14 de julio de 2016.

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