El uniforme escolar no ha sido nunca obligatorio para el conjunto de los establecimientos escolares de Francia. Ahora, en nombre de la lucha contra el consumismo, las vestimentas religiosas o simplemente para borrar diferencias sociales, algunos políticos impulsan su uso, mientras otros se oponen de plano.
La primera dama de Francia, Brigitte Macron, ex profesora de secundaria, está resueltamente a favor: “borra las diferencias, ahorra tiempo (…) y dinero, en comparación con las marcas”. El ministro de Educación, por su parte, se niega de momento a legislar sobre el tema. La derecha y la extrema derecha abogan por él, pero la izquierda no quiere saber nada sobre una iniciativa que se debate este jueves en la Asamblea Nacional.
El uniforme “permite no mostrar las diferencias sociales”, aseguró a RFI el diputado de ultraderecha Laurent Jacobelli (Agrupación Nacional) en momentos en que el uso de vestimenta islámica (velo o vestidos largos) alimenta las controversias en las escuelas.
Para el legislador, se trata de “luchar contra una forma de ataque al laicismo hoy liderada principalmente por el islamismo radical”, para quien esta vestimenta”.
En el mismo sentido, el senador Bruno Retailleau, del conservador Partido Republicano, sostiene que se trata de “una causa en la que todos podemos estar de acuerdo”. “Preservar a nuestros hijos, tanto del comunitarismo como del consumismo. Llevaremos esa propuesta al Senado muy pronto”, explicó en Twitter.
En el bando oficialista, cuyo grupo estudia actualmente la posibilidad de elaborar un proyecto de ley a favor del uniforme, las opiniones están divididas. Interrogado en Sud Radio, el diputado Sacha Houlié se declaró “profundamente contrario”. “No aporta ninguna medida de igualdad, ninguna (y) en términos de laicismo, esta medida bastante severa y definitiva animará a los estudiantes de secundaria y universitarios a hacer exactamente lo contrario”, argumentó.
“Llevar la misma camiseta y la misma falda se resuelve el problema”
La extrema izquierda no cree que el uniforme cambie demasiado.
“Lo que nos muestra el INSEE (Institución Nacional de Estadísticas) es que hay una no-mezcla escolar que se está instaurando (y que) se agrava y profundiza”, refutó el jueves en France 2 el diputado de LFI Alexis Corbière. “Hay un 20% de niños que van a la escuela pública (y) el índice de posicionamiento social muestra que el sector privado acoge a las categorías más privilegiadas. No por llevar la misma camiseta y la misma falda se resuelve el problema”, afirmó.
“Para reducir las desigualdades escolares no hace falta crear un uniforme, basta con invertir masivamente en la escuela pública y pagar bien a los profesores”, tuiteó la diputada ecologista Sandrine Rousseau.
Pocos precedentes
El uniforme escolar nunca ha sido obligatorio en todas las escuelas públicas de la Francia continental.
Muchos niños llevaban el guardapolvo a la escuela, principalmente para evitar las manchas de tinta al utilizar la pluma y el tintero, recuerda el historiador de la educación Claude Lelièvre, en su libro “L’école d’aujourd’hui à la lumière de l’histoire”. Empezó a desaparecer en los años sesenta con el desarrollo de los bolígrafos.
En cambio, los uniformes, o la blusa uniforme, se llevaban más bien en las escuelas públicas o en ciertas escuelas públicas selectivas como signo de distinción, señala el historiador.
En los liceos, los alumnos de secundaria debían llevar uniforme desde su creación en 1802 por Napoleón Bonaparte. Este uniforme (traje verde, pantalón azul, cuello azul, sombrero redondo y botones metálicos amarillos) se fijó por decreto. La obligación de llevar uniforme o blusa persistió entonces en algunas escuelas públicas y privadas, a veces hasta finales de los años sesenta. Pero la crisis de 1968 llevó a muchas escuelas que aún la imponían a abandonarla.
Hoy en día, aunque el uniforme escolar se lleva en muchos países, en Francia sólo se utiliza en algunos colegios. Es el caso, en particular, de las escuelas militares o de los centros educativos de la Legión de Honor, reservados a las hijas, nietas y bisnietas de los galardonados con la Legión de Honor.