Entre las organizaciones que combaten en Siria intentando derrocar el gobierno del presidente Bashar al-Assad toman actualmente mayor protagonismo las corrientes más oscurantistas del Islam.
No es un secreto para nadie.
Apoyados de manera directa por Arabia Saudita y Catar, esos grupos armados, principalmente las ramas de al-Qaeda denominadas Frente al-Nusra y Estado Islámico de Iraq y Siria (EIIS), se disputan entre sí el control de territorios, no por casualidad zonas ricas en hidrocarburos.
Aunque diseminados por toda Siria, poseen una marcada presencia en las regiones norte y este de las demarcaciones de Raqqa y Deir Ezzor (fronteriza con la provincia iraquí de Anbar), donde, según el diario libanés al-Hadath, intentan edificar un estado islámico autosuficiente e independiente, el cual abarcaría también áreas de Iraq.
Para ello han echado mano al petróleo sirio como medio de financiamiento adicional, el cual contrabandean al mercado negro en Turquía, detalla el rotativo.
De acuerdo con esa fuente, el EIIS estaría ingresando unos seis millones de dólares diarios.
No obstante, el propósito de esa agrupación es expandir su control al menos sobre el oeste sirio, hasta la provincia de Alepo.
El único obstáculo que los frena es el Ejercito Árabe Sirio, con su accionar contra los aproximadamente 100 mil mercenarios y extremistas islámicos de unas 80 nacionalidades que combaten en Siria.
SE PROHIBE
Sin embargo, en las regiones donde el EIIS tiene un control temporal, además de asesinar civiles que no profesan su misma interpretación del Islam, han implantado un régimen de comportamientos sociales retrógrados.
Acorde a una lista de prohibiciones publicada por el EIIS, en esos lugares, por ejemplo, se prohíbe que las mujeres usen jeans o se maquillen: ellas deben llevar el rostro totalmente cubierto, y como vestido una túnica (abaya).
En otra de las disposiciones, que lo mueven a uno a pensar sobre que motivos tendría la mente que las ideó, queda vedado exponer en las vidrieras de las tiendas vestidos de mujer.
Las ropas autorizadas para las féminas, por demás, deben ser vendidas exclusivamente por vendedoras.
Pero los hombres no escapan a las regulaciones. Ellos no pueden llevar pantalones cortos, mientras los cortes de pelo están regulados en forma y longitud.
Por si fuera poco, los fumadores la están pasando mal, pues su hábito también ha quedado proscrito, y no precisamente por razones de salud. Y para hacer cumplir las medidas, el primer paso son los constantes registros, frecuentemente corporales, según revela el diario libanés Al Akhbar.
Así, Abu Mahmud, un ciudadano de zonas controladas por los extremistas islámicos (takfiristas) en la ciudad de Alepo, en el norte de Siria, protestaba indignado cuando le incautaron una cajetilla de cigarros: "Pueden quemar mi paquete, pero compraré otro en las regiones que el gobierno ha liberado".
En tanto, otro manifestaba, a riesgo de la vida, su abierto apoyo al presidente Bashar al-Assad, asegurando que "si antes lo quería, ahora lo hago más".
De esa manera, la implantación de semejante código de ética y, en mayor medida, los crímenes cometidos, están teniendo un efecto de rebote sobre los propios extremistas islámicos.
Ahora, incluso pobladores de esas zonas que antes de la guerra no simpatizaban con el Gobierno, hoy día han cambiado su criterio, pues se dan cuenta que la alternativa es medieval.
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