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“¿Extremismo ateo? ¿a qué se refiere Benedicto?”

Al Papa le incomodan el laicismo y el ateísmo militante.

Benedicto XVI ha aprovechado su visita al Reino Unido para manifestarse en contra del laicismo y de los más recientes esfuerzos de hacer más visible y audible el ateísmo.

En el primer discurso del papa en el Reino Unido, el 16 de septiembre, se dirigió a los británicos para recordarles que por más de mil años estas islas han sido cristianas, lamentando además que el laicismo ha generado la separación de la religión del estado.

El papa llamó a estar alerta contra "formas más agresivas de secularismo" que ya no las "aprecian o siquiera toleran".

Dirigiéndose a la reina, el papa se refirió al regimen nazi y pidió "reflexionar sobre las enseñanzas aleccionadoras del extremismo ateo del siglo XX, jamás olvidemos cómo la exclusión de Dios, la religión y la virtud de la vida pública conduce finalmente a una visión sesgada del hombre y de la sociedad y por lo tanto a una visión ‘restringida de la persona y su destino".

¿Qué es eso de ateísmo extremo? ¿Y por qué el papa vinculó el nazismo con el ateísmo?

Son dos preguntas interesantes a analizar.

En cuanto a la primera pregunta. No hay "extremismo ateo". Ser ateo es no aceptar que hay dios alguno. Ni Jesús, ni Alá, ni Ganesh. Pero asumamos que el Papa se refería al ateísmo militante, que caracteriza a muchas asociaciones que promueven el ateísmo, o a personajes como Richard Dawkins. ¿Han causado alguna vez una matanza? Por supuesto que no.

Ahora veamos la segunda pregunta ¿qué tiene que ver el nazismo con el ateísmo? Nada en realidad. Justamente el nazismo estuvo más cerca del catolicismo y de la creencia religiosa y mística, que con el racionalismo.

¿Acaso con quien firmó el Reich alemán un concordato en 1933? Hitler se consideraba teísta, y católico. Como comentaba en la entrada "La madonna del tercer Reich" en Bélgica el episcopado católico se apresuró a pedir a la grey obediencia al Tercer Reich tras la invasión nazi, y de igual manera el episcopado francés apoyó unánimemente al regimen colaboracionista de Pétain.

El papa Pio XII nunca abrió su santísima boca para condenar a Hitler o al nazismo. Más ha dicho el papa actual sobre la naturaleza de los agujeros negros que Pio XII contra los regimenes de extrema derecha del siglo XX. Y no dijo nada porque Pio XII esperaba que Hitler le hiciera el milagrito de acabar con la Rusia comunista, que cerró toda iglesia, y que era fuerte en muchas partes de Europa.

Olvidaron los ensotanados, Pio XII y Benedicto XVI, mencionar a Ante Pavelic, el matón fascista de Croacia, que por más que creyese en Jesús y que este se convertía en una hostia, no tuvo problemas en masacrar a judíos, serbios, gitanos, homosexuales y a la oposición, en su mayoría comunista. ¿No ha dicho nada Benedicto sobre el "catolicismo extremo"?

La historia si puede hablar del catolicismo extremo, ¿Recuerdan las cruzadas y la inquisición? ¿Y quién entregó al papa Pío XI los terrenos que hoy forman la Ciudad del Vaticano sino el mísmisimo Mussolini en 1929?

Olvida Benedicto XVI que muchos de los campos de concentración de Croacia fueron dirigidos por sacerdotes católicos, entre ellos el legendario campo Jasenovac, conocido como "el pozo de la muerte", que fue dirigido por el padre Miroslav Filipovic.

La amnesia de Benedicto XVI tampoco le permite recordar que el sacerdote católico estadounidense Charles Coughlin (1891-1979), reconocido por ser antisemita, afirmó que "La guerra de Alemania es una batalla por el cristianismo"

Muchos lectores concordaran que intentar vincular el ateísmo con el nazismo es un absurdo, ¿pero qué del comunismo?

José Stalin, máximo líder del la URSS en sus primeros años, fue sin duda un dictador, y también cometió varios crímenes, pero estos no fueron hechos en nombre del ateísmo, ni por favorecer al ateísmo.

Iniciada la persecución comunista, esta se centró en furiosas matanzas y destrucción masiva de iglesias y monasterios (120 de los 160 obispos rusos fueron asesinados, miles de sacerdotes, millones de fieles…) minando el poder de la Iglesia Ortodoxa, que legitimaba la morarquía zarista.

Pero Stalin nunca fue un librepensador, mucho menos un humanista secualar. El análisis libre de todas las cosas, tan propio del librepensamiento y del ateísmo, nunca fue una prioridad de la política stalinista. Stalin tan solo sustituyó el clero ortodoxo para tomar su lugar como líder e idolo supremo del pueblo, y para quitarle el inmenso poder económico y social de la Iglesia ortodoxa rusa.

Como prueba de que al regimen no le intereaba fomentar el libre pensamiento se puede mencionar la libre investigación se podría mencionar que la genética de Mendel no fue aceptada, llamándosele "ideología capitalista" y en su lugar se promovieron las indemostradas ideas de Trofin Lysenko, por ser estas últimas más a fines a la ideología comunista. El agrónomo Lysenko planteaba que las plantas, al igual que el hombre, pueden ser modificadas por el ambiente sin tener en cuenta sus características genéticas. Su objetivo final era la mejora de las cosechas, la obtención de superproducciones utilizando sus métodos. El resultado fue un desastre que duró más de treinta y cinco años, además de haber mandado desterrar o ejecutar a algunos destacados genetistas rusos.

Cuando inició la operación Barbarroja, es decir, la invasión nazi a la Unión Soviética, Stalin dio libertad y restituyó algunos bienes al clero de las catacumbas para despertar el espíritu patriótico que movió a los rusos a la resistencia antialemana.

Curiosamente a Stalin, Hitler, Pavelic y a Benedicto XVI los une el hecho de querer dividir el mundo entre los buenos y los malos, estando ellos en el bando adecuado. Todos ellos dirigieron o dirigen, en el caso de Benedicto XVI, sistemas de creencias que son dogmáticos.

Y precisamente una de las cosas que más necesita el mundo es que analicemos criticamente todas las cosas, includa la religión.

“Algunos buscan excluir de la esfera pública las creencias religiosas, relegarlas a lo privado, objetando que son una amenaza para la igualdad y la libertad" señaló el papa el pasado 16 de septiembre.

Al fin dijo algo cierto este oscuro personaje. Sin duda el laicismo es fundamental para la democracia, y no hay democracia si una religión actúa en complicidad delictiva con el poder político. Porque sin duda haría su propia inquisición. Eso es justo lo que el lacismo busca evitar.

Nos ladra, luego algo estaremos haciendo bien.

¿Y usted qué opina?

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