Las milicias kurdas y EEUU, su patrocinador, se inquietan ante la posibilidad de que combatientes ultrarradicales de ISIS asalten las prisiones donde están encerrados miles de correligionarios desde hace un lustro
Las noticias no fluyen en la prisión de Al Sina, en el noreste de Siria, regentada por combatientes de las Fuerzas Democráticas de Siria (SDF), la milicia paramilitar de mayoría kurda que hace ya un lustro jugó un papel decisivo en la derrota de Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés) en el país árabe. Tal y como pudo comprobar recientemente durante una visita un equipo de una cadena de televisión de Canadá, al menos oficialmente, nadie, ni guardas ni personal directivo, han informado a los internos, todos ellos presuntos miembros de la fuerza armada ultrarradical derrotada en 2019, que el régimen de Bashar el Asad se ha disuelto como un azucarillo en un vaso de agua, y que en Damasco, un Gobierno provisional emergido de las filas opositoras ha iniciado sus funciones entre ingentes dificultades.