La poligamia, hasta un máximo de cuatro esposas, es algo autorizado por Alá y por tanto las mujeres musulmanas no deberían negarle este derecho a sus maridos ni sentirse celosas de que estos busquen nuevas esposas, ya que además con ello se evita que «caigan en el pecado y las ambigüedades».
Este es el argumento defendido por el grupo terrorista Estado Islámico en un extenso artículo en el último número de ‘Dar al Islam’, su revista en lengua francesa. En ella, sotienen que la poligamia «no es algo nuevo aportado por el islam, ya que estaba presente en la legislación de los que nos precedieron» y figura en los «libros» de judíos y cristianos, pero fueron los «infieles» los que «hicieron ilícito algo que Alá había autorizado».
Así, sostienen que Alá dice en el Corán: «Si teméis no ser justos hacia los húerfanos… Está permitido casarse con dos, tres o cuatro, entre aquellas mujeres que os gusten, pero, si teméis no ser justos con ellas, entonces (mejor) una sola, o esclavas».
Y defienden, que al contrario que en las «comunidades pasadas», con el islam la ‘sharia’ definió el «número preciso de esposas que el musulmán no tiene derecho de superar», aunque no se definió el «número de esclavas».
Para justificar el hecho de que un hombre busque una segunda esposa ofrecen dos argumentos. El primero, que la primera sea estéril, en cuyo caso «el Islam permite al hombre tomar una segunda esposa manteniendo a la primera».
El segundo, que «la mujer durante su vida atraviesa periodos que le impiden honrar los derechos de su esposo como durante la menstruación y el embarazo». En esos momentos, añade el artículo, «el hombre encuentra en sus otras esposas legítimas lo que le preserva de caer en el pecado y las ambigüedades».
EL PAPEL DE LA MUJER
Frente a este derecho de los hombres, ¿cuál debe ser el papel de la mujer musulmana? Estado Islámico lo tiene claro: dejar de lado sus celos, si bien reconoce que tiene derecho a sentirse «celosa y triste si su marido se casa con otra mujer».
En este sentido, critica a aquellas mujeres musulmanas que denostan la poligamia, recordándoles que se trata de una «ley de Alá» y que por tanto su negación puede «precipitarlas al fuego del infierno». Y a las que muestran su desagrado tras haber llegado de otros países a los territorios controlados por sus milicianos les pregunta: «¿por qué has emigrado, mi hermana? ¿No ha sido para establecer la ley de Alá sobre la tierra? ¿La poligamia no está en el corazón mismo de esta ley?».
Igualmente, deja claro que las mujeres que creen en Alá no pueden «aceptar lo que les gusta y rechazar lo que va en contra de sus pasiones» ya que con sus «celos ciegos» podría ser objeto de «apostasía».
Por todo ello, y tras reconocer que «no hay ‘yihad’ más difícil que la de uno mismo contra su alma», el autor del artículo, al que no se identifica, invita a las mujeres a aceptar la poligamia, «someterse a Alá obedeciéndole y conformándote a su ley» y les recuerda que sus maridos no tienen por qué «consultarla, no pedirle autorización, ni buscar su acuerdo» si deciden buscar una nueva esposa y si lo hacen es por «cortesía».
CONSEJO A LOS HOMBRES
Igualmente «recuerda dos cosas a los hermanos polígamos o los que tienen intención de serlo». En primer lugar, que muestren «compasión» hacia la primera esposa y que le hablen «con dulzura». «Sé muy tolerante al informarle de tu intención y no te asustes de su primera reacción. Redobla tu paciencia y ármate de la palabra de Alá», añade el autor.
Si la mujer se sigue negando, entonces «recuérdale que eso forma parte de la sharia y que estamos en un Estado cuyo régimen es un califato» y se rige por los designios de Alá. En todo caso, «mi hermano, no te prohibas, solo por agradar a tu esposa, de preservar la castidad de una mujer viuda o de convertirte en el tutor de un huérfano».
En segundo lugar, advierte a los hombres de que deben «temer a Alá» y les recuerda que «la injusticia es oscuridad el día del Juicio Final». «Que vuestra inclinación por una esposa no os empuje a ser injusto hacia otra, a no darle sus derechos», les previene el autor.
Para terminar, y como último argumento en favor de la poligamia, el artículo defiende esta opción para las viudas de los «mártires», quienes dejan tras de sí igualmente «niños huérfanos». «Que cada una de nuestras hermanas casadas se ponga, por un instante, en el lugar de una esposa de mártir y se digne a abandonar una parte del amor propio sobre el que hemos sido creados».