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Espiritualidad uruguaya y laicidad. Por un país sin exclusiones

No es cierto que haya completa ausencia de educación religiosa en aulas públicas de nuestro país, oficialmente laico.

La historia uruguaya está abundantemente bañada de emblemas, figuras y valores católicos.

Se enseña a los escolares que la "Virgen de los 33", figura sagrada del catolicismo, es la patrona de Uruguay, hay cantidad de edificios patrimonio que son santuarios de "la Iglesia", curas ilustres, feriados, nomenclatura de calles, pueblos y ciudades, escuadrones dedicados a santos y vírgenes y muchísimos ejemplos. Acontecimientos histórico-sociales que implícitamente instruyen sobre una religión quebrantando la laicidad a rigor de los hechos.

Tal desigualdad surge cuando la Iglesia Católica, sustento ideológico de la colonización española, legitimó el poder supuestamente divino brindado exclusivamente a los monarcas para apoderarse de territorios, bienes y gentes arbitrariamente con la excusa de la evangelización y asesinarlos si se negaban a doblegarse. Pretexto perverso para el genocidio afroindígena en América.

El Estado constitucional propio nace desde la exclusión con una cultura dominante europea y elitista por la cual varios sectores marginalizados no poseían derechos civiles. Cuánto menos, tener espiritualidad original poblaciones oprimidas por la esclavitud. Por ello nuestro prócer José Artigas reclama "libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable".

El catolicismo fue impuesto literalmente por fuerza en primera instancia y en lo sucesivo por fuerza de los hechos estructurados. Cuando separaron la Iglesia del Estado ya era tarde. Esta se había instalado en un sitial de privilegio hegemonizando, sumando poderío económico y recursos de toda índole, perpetuando las diferencias discriminantes que prácticamente invisibilizan al resto del universo espiritual local.

Nada o casi nada dicen los libros de texto sobre la variedad de creencias que conviven en nuestra sociedad, religiones nativas o provenientes de la inmigración, también conformadoras de identidad. En cambio hay opulencia de conocimientos sobre doctrina y costumbres del catolicismo insertos en la educación formal e informal.

La realidad es que los gurises salen de la escuela sabiendo qué es un "padre", pero no tienen idea de qué es un pai, una mãe, un rabino, un jeque o incluso un pastor. Comprenden a qué refieren la cruz, la misa, el rosario o el bautismo, sin conocer que existe el Kosher, el Halal, la Trinitatis, el Corán o los Orixás. Tampoco se les habla del pensamiento ateo, agnóstico, panteísta u otras filosofías.

Sería justo combatir la ignorancia brindando información, no proselitismo, de la diversidad religiosa consecuencia de la diversidad cultural, como aporte al conocimiento y en pro de la integración colectiva. Una materia similar a Historia de las religiones en un contexto actual, no sólo de las llamadas "grandes religiones". La forma y contenido de la currícula; con participación y coordinación de autoridades gubernamentales de la educación y la enseñanza; surgiría de los distintos referentes involucrados.

Diferenciar para igualar procurando equidad social en todos los aspectos.

Mantenemos diálogo interreligioso fraterno y oficial a nivel del Mercosur con católicos, junto a otras expresiones espirituales. Justamente y como resultado del encuentro anual, decidimos en plenario insistir en la necesidad del estudio del hecho religioso como hecho social en los programas educativos.

Sólo el conocimiento pleno permite la libre elección.

Así como nuestro sistema estatal es secular, quisiéramos gratuito y obligatorio el conocernos en forma integral los habitantes al oriente del río Uruguay, para comprendernos y respetarnos en la verdadera dimensión de lo que somos como seres humanos con derechos esenciales.

La libertad de culto no puede quedar presa de leyes de mercado porque entonces la democracia se inclinará por el que tenga más dinero. En tal sentido, la enseñanza privada confesional en un Estado laico debería ser al menos replanteada. También el accionar de quienes con fachada religiosa incitan, en medios de difusión masivos, a odiar a otras personas por su opción de fe.

Hablamos de laicidad inclusiva contemplada en la vigente Ley de Educación, Art. 20: "El principio de laicidad asegurará el tratamiento integral y crítico de todos los temas en el ámbito de la educación pública, mediante el libre acceso a las fuentes de información y conocimiento que posibilite una toma de posición consciente de quien se educa. Se garantizará la pluralidad de opiniones y la confrontación racional y democrática de saberes y creencias." Citada por el maestro Luis Garibaldi, director de Educación del Ministerio de Educación y Cultura en el cierre del Diálogo Interreligioso 2010.

Practicar esta ley, remendaría un poco ciertas desigualdades.

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