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Sede del Ministerio de Educación en Madrid.- Luis García

Escuela laica e hipocresía social y política · por Francisco Delgado

​Descargo de responsabilidad

Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:

El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.

O más bien hipocresía política y traición histórica de los partidos, grupos y coaliciones que se pretenden autodenominar de izquierdas (ahora «progresistas») y que, a través de sus coordinadores, voceros, asesores y líderes vienen pregonando (o tratan de dar lecciones teóricas) con la boca más grande o más pequeña…. sobre el concepto de «Escuela pública y laica«. 

Porque la derecha, la liberal de «toda la vida» y la nueva ultraderecha (en clave siglo XXI con rasgos populistas y neofascistas) en su ADN -históricamente- vienen promoviendo la libertad de enseñanza, entendida como escuela y universidad privada (en una economía libre de mercado) y/o «pública-estatal» (pero con conceptos pedagógicos y organizativos de escuela privada y para los sectores mas desfavorecidos social y geográficamente) y, por supuesto, siempre y en todo caso, confesional, como dios manda.

Pero aquí llega el quid de la cuestión, esa nueva política denominada ahora «progresista» que ha gobernado España (a veces con diferentes apoyos parlamentarios) desde 1982 hasta 2023, más de dos tercios del tiempo, además de muchas CCAA (con competencias exclusivas en la gestión, en muchos casos desde antes del año 2000), no ha hecho absolutamente nada por avanzar hacia un modelo de escuela pública y laica, y mucho menos «única«, como se luchó durante la II República y aun antes y se venía pregonando en la clandestinidad, durante el franquismo nacional católico.  

Pero si nos ceñimos a lo que va de siglo XXI y, básicamente, a los últimos 5 años de gobernanza PSOE y Unidas Podemos, en la última reforma LOMLOE (2020) no ha habido ni un sólo avance real, sólo que la nota de religión no contará para la media final y que se eliminara una alternativa con contenido. Es decir, como ya estuvo antes de la LOMCE y aún fue mucho peor, incluso teniendo mayoría absoluta en el Congreso, el PSOE y UP (IU, Podemos, etc., etc.) y los diversos nacionalistas «progres» de Cataluña, Euskadi y Galicia, más Compromís, mantuvieron la confesionalidad del Sistema -religión confesional en los horarios lectivos desde los tres años más los conciertos con las escuelas confesionales, nada nuevo-, pero, deliberadamente, concedieron mayor autonomía en la gestión a las CCAA, ahora muy mayoritariamente con gobernanzas conservadoras que lo diseñan y gestionan «a su gusto» católico y privatizando aun más. 

¡Y ahora vienen los lamentos de algunos de «aquellos» progres! ¿Lamentos de qué? En las CCAA de gobernanzas progres (alguna queda), la situación fue igual durante décadas y lo es igual ahora: ha crecido la privada católica subvencionada (en algunos territorios de forma escandalosa) y ya no digamos la Universidad y la formación profesional (es algo demencial), y se mantiene la religión en la escuela de titularidad pública en horario lectivo, restando tiempo a otras áreas de gran importancia para todo el alumnado. 

De mi larga experiencia en la presidencia y en la junta directiva de CEAPA (AMPAS), durante años en el Consejo Escolar del Estado y promoviendo y coordinando la Plataforma unitaria «Religión fuera de la escuela», además de mi investigación y vivencias reflejadas en la media docena de libros que -sobre gestión política de la Enseñanza- he escrito, he aprendido que la hipocresía social y política es histórica, pero en lo que llevamos de siglo XXI se ha incrementado de forma enorme y, también, en los últimos cinco años. Se dice, se pregona, se promete una cosa y se hace otra, en muchas materias… pero sobre todo en el ámbito de la gestión de la Enseñanza. 

Sólo hay que observar, con cierto rigor y detenimiento, las verdaderas políticas educativas, desde el poder legislativo y ejecutivos diversos (CCAA), quienes desarrollan los programas educativos y los métodos de enseñanza aprendizaje, las enormes burocracias que se llevan a los centros, quienes son los que escriben y publican en papel y (ahora) material digital los textos (libros) que son una mayoría «controlados» por la iglesia católica y su multitud de corporaciones y sin inspección del Estado.

Y todo ello con el beneplácito del poder político, de gran parte de los sindicatos del profesorado (de cualquier ideología), de los centros de enseñanza… y hasta de las familias (ajenas a todo ello), ya no digamos de las AMPAS que «están en otras guerras extraescolares» muy generalizadamente. Ya no digamos el indecente apoyo laboral, político, sindical y social que reciben las personas que imparten religión (designados por obispos, imanes, pastores…) y que hacen proselitismo de su confesión respectiva en los centros escolares y que se llevan un «buen pico» de las arcas públicas (más de 700 millones de euros/año).

Más allá de las referencias al pensamiento pedagógico de la Ilustración en Francia, hasta llegar a la ley de 1905 (de separación iglesia-Estado)… y de lo poco que llegó a España. Tras los intentos del Trienio liberal (1820-23), durante la brevísima I República, lo que nos enseñó la Institución Libre de Enseñanza y la Escuela Moderna y en los inicios del siglo XX con la «Cuestión del catecismo» (1913)… durante la II República hubo un verdadero intento de generar una escuela única, pública, universal, democrática y verdaderamente laica, fue muy intenso y complejo el proyecto, pero muy breve.  

Lo que ha sucedido a partir de la Constitución de 1978, los Acuerdos concordatarios de 1979, más la postura del PSOE (y sus muletillas políticas, en cada momento y lugar, hasta hoy) de mantener la religión confesional en el sistema educativo y concertar (financiar cien por cien) centros de ideario católico, algunos muy integristas… Es, además de una gran hipocresía, lamentable y abyecto.  

Y repito, no sólo por parte del PSOE mayoritario, sino de pequeños grupos y partidos estatales y nacionalistas que han ido surgiendo a lo largo del tiempo (PCE e IU, en sus variables internas, Podemos, ecologistas; ahora EH Bildu, ERC, BNG, Compromís…) que se han venido «escondiendo» a la hora de hacer política legislativa o ejecutiva en sus territorios. Sólo hay que comprobar donde ha crecido, exponencialmente, la industria educativa privada y católica más: en Cataluña, Euskadi, Navarra y en las grandes ciudades y, sobre todo, en lo que va de siglo XXI y con diferentes gobernanzas. 

Hoy, la escuela española está atrapada por un modelo que no respeta adecuadamente la libertad de conciencia de cada persona, ya sea del profesorado, de los padres, madres y/o tutores… y especialmente, y aun es más grave, en las niñas y los niños, sobre todo los más pequeños, que no entienden la separación entre quienes asisten o no a religión. 

Hay una corriente de opinión progre que insiste en que hay que educar en anti-totalitarismos y anti populismos, que hay que educar en feminismo… Corriente que comparto rotundamente.  

Pero la realidad es que se nos va la «fuerza por la boca»: Educar en libertad de conciencia y laicamente. Educar en Derechos Humanos. Educar en igualdad. Educar en democracia. Educar para unas relaciones afectivo-sexuales en igualdad…¡Paparruchas!… La realidad en la escuela -en el día a día- es otra muy diferente: padecemos un sistema constreñido, apenas democrático, memorístico, burocrático, confesional, anticuado y, todavía, en parte, patriarcal… como manda la «santa madre iglesia». Por no hablar de lo simbólico-católico que sigue incrustado, en parte, en la escuela de titularidad pública (belenes, fiestas, procesiones, visitas de jerarcas, donativos a entidades de caridad religiosas…) 

Nada que ver, por ejemplo, con los objetivos la Institución Libre de Enseñanza, ni con la Escuela (racionalista) Moderna o con la «escuelas laicas»… de principios del siglo XX o con el método Freinet… entre otros que promovían la libertad  de conciencia y la laicidad; y que lo hacían desde el ámbito privado, porque el «oficial» estaba en manos de la iglesia y de su «valedor»: el poder político de turno. ¿Les suena

Principios democráticos, feministas y laicos…  que cabrían perfectamente en esta nueva Era Digital y de la IV revolución industrial. Pero, por ahora, va a ser que no. 

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