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«Es necesario un marco jurídico mundial para atajar la blasfemia»

Mourad Medelci, ministro de Asuntos Exteriores de Argelia, es partidario de que se pongan límites a la libertad de expresión

COMENTARIO: Mientras desde el laicismo venimos planteando la necesidad de eliminar de los códigos penales, como ocurre en España, los delitos de blasfemia y ofensa a las creencias religiosas, en aras a una defensa de la libertad de expresión y la libertad de conciencia, pues el sentimiento de que sus creencias han sido ofendidas, es algo subjetivo, y por tanto fuera de todo ordenamiento penal. Otros por el contrario aprovechan estos sucesos, ahora relativos al islam, antes a la igleisa ortodoxa o al cristianismo, para desde las religiones tratar de imponer una mordaza ante lo que unas personas consideran sagrado y no quieren que nadie lo pongan en entredicho o lo critique. Una vuelta a la inquisición. Las personas deben ser respetadas con ndependencia de sus convicciones o creencias, pero no las convicciones o creencias, que podrán ser objeto de crítica, sátira,…


No pide exactamente una ley mundial contra la blasfemia, pero “un marco jurídico para combatirla”. Mourad Medelci, de 69 años, ministro de Exteriores de Argelia ha concluido hoy una breve visita a España. Su tesis coincide con la otros muchos gobernantes árabes partidarios de que se pongan límites a la libertad de expresión para evitar estas explosiones de ira anti occidental.

Pregunta. Nunca una película tan mala y vista por tan pocos espectadores suscitó tal reacción. ¿No es desproporcionada?

Respuesta. Desde el momento en que hay una sola muerte ya es desproporcionada. Aquí hubo varios muertos.

P. La película, si es que existe, no fue costeada con dinero público. ¿Por qué atacar a las autoridades de EE UU que no tienen ninguna responsabilidad?

R. Solo estoy aquí para decir dos cosas: que la película es una iniciativa, una más, que atenta contra una religión y que los ataques de Bengasi y de otros lugares son condenables. ¿Posee nuestro sistema de gobernanza mundial recursos para acabar con la blasfemia? Me temo que carecemos de ellos. Es necesario hacer un esfuerzo en materia de gobernanza mundial para elaborar un marco jurídico adecuado que ataje estas situaciones. No es tolerable que en nombre de la libertad de expresión algunos quieran hacer añicos las convicciones religiosas.

P. El embajador estadounidense y otros tres funcionarios murieron en Libia. ¿Le sorprende?

R. Libia es un país en el que las armas circulan con facilidad. Poner a salvo, de una acción terrorista, a cualquier persona es difícil. Hace ya más de un año que desde Argel advertimos que la caída del anterior régimen [de Muammar el Gadafi] iba a fomentar el terrorismo. Aun así para otros países la prioridad de su agenda siguió siendo provocar el cambio de régimen. No evaluaron suficientemente sus efectos colaterales.

P. Entre ellos figura la conquista, en marzo, del norte de Malí por tres grupos islamistas, dos de ellos territoristas que han instaurado allí un mini Afganistán.

R. He tratado el tema con mis anfitriones españoles. Estamos todos muy preocupados. La crisis de Malí tiene dos vertientes. Por un lado el desarrollo de las capacidades de los terroristas gracias a la guerra de Libia que les ha proporcionado armas. Por otro está la inestablidad del sistema de gobernanza de Malí que se debería consolidar mediante el diálogo entre, por ejemplo, el poder central y los tuaregs y también musulmanes que piden que la legislación se inspire, en parte, en la sharia [ley islámica] como sucede en muchos países, entre ellos Argelia.

P. Argelia es blanco del terrorismo que parte de Malí. A principios de mes fue asesinado su vicecónsul en Gao y otros tres funcionarios, secuestrados con el diplomático, siguen en manos del Movimiento para la Unicidad del Yihad en África Occidental (MUYAO). ¿No debería intervenir directamente en Malí?

R. No hemos concluido las comprobaciones sobre el asesinato. No es fácil hacerlas. Argelia lucha desde el primer día contra el terrorismo. Estamos en primera fila, pero no queremos ser los únicos. Hemos pedido a nuestros socios africanos y europeos ahondar la cooperación en tres ámbitos: inteligencia; formación antiterrorista y suministro de material especial.

P. La prensa argelina apunta a veces que el MUYAO, que solo golpea a Argelia, es un invento marroquí. La rama magrebí de Al Qaeda tiene objetivos más diferenciados.

R. Conocemos esos análisis. El MUYAO es un grupo a mitad de camino entre terrorismo y narcotráfico. Nadie saca provecho del desarrollo del terrorismo. En España, que están relativamente lejos del foco terrorista del Sahel, lo han comprendido. Aquellos que están más cerca lo comprenderán aún mejor. Me gustaría resaltar lo más positivo. En julio celebramos en Argel, por iniciativa nuestra, la primera reunión de los ministros de Exteriores de la Unión del Magreb Árabe dedicada a la seguridad. A partir de ahí se pasa a la colaboración opcional.

P. Ya promovió Argel algo parecido con los países del Sahel, creando incluso un Estado Mayor conjunto en Tamanrraset, y no sirvió para frenar el avance terrorista.

R. No sirvió porque nos desbordó la amenaza terrorista que habíamos evaluado en 10 y que resultó ser de 100. No somos responsables del error. Fueron los efectos colaterales de la crisis libia.

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