En los funerales y la mayoría de desfiles y fiestas militares, incluida Guardia Civil, y también en las de la Policía Nacional se lleva a cabo una ceremonia de claro contenido religioso, confesional católico y evocaciones del franquismo, es el “Homenaje a los Caídos”.
Dentro de ese homenaje, se suele acompañar con una canción cantada a viva voz, a un paso lento de guiones, banderines y una corona de laurel. Esa canción se titula “La muerte no es el final” y es una canción de marcado carácter católico, escrita por un sacerdote vasco Cesáreo Gabaráin Azurmendi, y que se usaba en funerales católicos. Tras esa canción, se coloca la corona de laurel en una cruz o un monolito con las palabras “Caídos por Dios y por España” y seguidamente un sacerdote castrense suele dar un testimonio.
Su pasaje central (que aparece en negrita) es desde 1981 el himno para homenajear a los caídos de las Fuerzas Armadas Españolas. En 2014, el ministro de Interior Fernández Díaz incluyó el canto de esta canción confesional en actos de la Policía.
Tú nos dijiste que la muerte
no es el final del camino,
que aunque morimos no somos,
carne de un ciego destino.
Tú nos hiciste, tuyos somos,
nuestro destino es vivir,
siendo felices contigo,
sin padecer ni morir.
Siendo felices contigo,
sin padecer ni morir.Cuando la pena nos alcanza
por un hermano (compañero) perdido
cuando el adiós dolorido
busca en la Fe su esperanza.
En Tu palabra confiamos
con la certeza que Tú
ya le has devuelto la vida,
ya le has llevado a la luz.
Ya le has devuelto la vida,
ya le has llevado a la luzCuando, Señor, resucitaste,
todos vencimos contigo
nos regalaste la vida,
como en Betania al amigo.
Si caminamos a tu lado,
no va a faltarnos tu amor,
porque muriendo vivimos
vida más clara y mejor.
Porque muriendo vivimos
vida más clara y mejor.