Una pareja ha sido encarcelada en Francia por negar el alimento a ocho de sus nueve hijos. El padre, un musulmán con creencias religiosas radicales, defendía la delgadez como síntoma de purificación. Tres de los vástagos han sido trasladados al hospital al presentar síntomas de desnutrición. Los agentes fueron alertados por los vecinos de la pareja, que residía en Banyuls Sur Mer, cerca de Perpiñán, al ver por la calle a un adolescente de 13 años que no pesaba más de 32 kilos rebuscando en los cubos de la basura en busca de comida. El joven presentaba marcas de golpes y restos de sangre en la cara y los brazos.
Jean-Pierre Dréno, fiscal encargado del caso, ha contado que la policía se sorprendió al entrar en la vivienda y comprobar que apenas había muebles. Los miembros de la familia dormían en el suelo sobre mantas. La cocina estaba cerrada bajo llave y el frigorífico sólo contenía algunas verduras, insuficientes para mantener a una familia tan numerosa. El padre, de origen marroquí y con creencias religiosas radicales, explicó que la delgadez era sinónimo de "purificación".
Según la fiscalía, el padre, de confesión musulmana, es un "iluminado" que habitualmente infligía castigos corporales a sus ocho hijos, de entre 7 y 17 años. Los menores habían dejado de asistir a los centros escolares ante la prohibición de las leyes francesas de utilizar el velo islámico en ellos. Los padres, que apenas han entablado relación con los vecinos, los educaban en casa. Los gendarmes detuvieron al matrimonio, que fue inculpado y encarcelado el pasado lunes por delitos de maltrato y privación de alimento y cuidado a sus hijos.
"Había una práctica religiosa, pero esto va más allá", explica el magistrado encargado del caso, "aquí encontramos los modos de vida, los hábitos y el funcionamiento de una secta: hay un personaje central que tiene un don, que posee la verdad y que impone las reglas en su entorno". Junto al menor de 13 años, fueron hospitalizadas dos de sus hermanas, de 15 y 13 años y medio, que no pesaban más de 22 kilos. A los otros cinco hijos de la pareja los llevaron, en primer lugar, a un restaurante de comida rápida y más tarde los han puesto a disposición de los servicios sociales en un centro de acogida. Un noveno hijo del matrimonio, mayor de edad, no vivía ya en el domicilio familiar.