Falto del singular carisma de su rival Recep Tayyip Erdogan, el líder de la oposición laica turca intenta cargarse de razones para cuestionar el abrumador dominio que el islamismo moderado del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) parece ejercer en todos los ámbitos y al que acusa de mantener el statu quo frente a una sociedad que quiere evolucionar. “El AKP ha ocupado todas las instituciones y ha acabado con la separación de poderes. Y quien se pone en contra de Erdogan acaba topándose con la fiscalía”, denuncia Kemal Kiliçdaroglu (Tunceli, 1948), presidente del Partido Republicano del Pueblo (CHP, socialdemócrata) desde 2010.
Su llegada a la dirección del CHP, heredero del partido único fundado por Mustafá Kemal, Atatürk, ha imprimido a la principal fuerza de la oposición un giro modernizador, tras más de dos décadas de nacionalismo antioccidental bajo el mandato de su predecesor, Deniz Baykal, apartado del cargo por un escándalo sexual. “Turquía no va camino de convertirse en una democracia de estilo occidental”, advierte, “y mientras la economía crece porque Erdogan favorece a las grandes empresas con privatizaciones y adjudicaciones directas, la tasa de desempleo supera ya el 14% y el ciudadano de a pie empieza a pasar hambre”.
Kiliçdaroglu se ha puesto al frente de la batalla ciudadana contra la reforma educativa del AKP –al que acusa de islamizar las escuelas y apartar a las niñas de las aulas-. Pretende cobrar peso como alternativa no autoritaria frente a Erdogan, desgastado tras casi 10 años de permanencia en el poder y que se recupera todavía de la intervención quirúrgica intestinal a la que fue sometido el pasado diciembre. Reforzado dentro de su partido tras el reciente congreso extraordinario del CHP, ha colocado también la defensa de las libertades como eje de su política: “La nueva Constitución que se está debatiendo en el Parlamento debe garantizar a la sociedad civil la abolición de las escuchas telefónicas generalizadas y la protección de la libertad de prensa. Y tiene que acabar además con el injusto listón del 10% de los votos nacionales que los partidos deben superar para acceder a la Asamblea Nacional”.
Kiliçdaroglu sostiene que “la UE se equivocó al apoyar la reforma del sistema judicial impulsada por el AKP porque los jueces han dejado de ser independientes frete al Gobierno”. También arremete contra la aspiración de Erdogan de convertirse en árbitro de la política exterior regional: “El AKP pretendía tener cero problemas con los vecinos y ahora hay problemas con Siria, con Irán, con Armenia, con todos los que nos rodean”. Pero el líder del CHP insiste en la creciente amenaza a la libertad de expresión: “Ya no se puede hablar libremente en este país sin miedo a sufrir las consecuencias de un poder omnímodo”.