Con distintos paneles de expertos donde se buscó enriquecer el debate sobre la despenalización del aborto, se desarrolló en la Cámara de Diputados el Seminario Internacional “Religión, sexualidad y aborto: La autonomía de las mujeres en debate”.
María Teresa Bossio, presidenta de Católicas por el Derecho a Decidir Argentina (CDD), estuvo a cargo de la apertura del evento y sostuvo que “los fundamentalismos religiosos no nos van a asustar, al contrario: nos desafían a construir los argumentos a favor del aborto legal”.
“Vemos cómo las pibas toman nuestra bandera y la llevan cada vez más alto”, celebró Bossio, y agregó que “con este debate se empieza a saldar una deuda de la democracia”.
El primer panel estuvo a cargo de Marilú Rojas, investigadora y teóloga católica de México, quien planteó argumentos a favor del aborto legal desde la óptica de la teología feminista.
Rojas explicó que “la Iglesia empezó a controlar los cuerpos de las mujeres cuando éstas empezaron a tomar el espacio público”, ya que “en el mundo bíblico el aborto no era un problema, porque no existía como concepto”.
La especialista mexicana aseguró que “el reto de la teología feminista es pasar de una conciencia de culpa a una conciencia crítica de género” que cuestione el “mandato de masculinidad” y el “antropomorfismo”, según el cual “Dios es hombre”.
Por eso, remarcó la importancia de que las mujeres puedan decidir sobre su cuerpo y su sexualidad, y confió en que la ley de aborto legal, seguro y gratuito será sancionada en Argentina, en un contexto que definió como “el principio del fin del patriarcado”.
A continuación fue el turno de la teóloga y biblista María de los Ángeles Roberto, quien coincidió con Rojas en que “a la Biblia no le interesa la cuestión del aborto, no le preocupa en el Antigüo Testamento ni mucho menos en el Nuevo Testamento”.
En ese sentido, señaló que “el argumento más fuerte de los fundamentalismos religiosos es el Quinto Mandamiento, ‘No matarás’, pero de ninguna manera se refiere a los embriones. No hay ningún mandamiento que diga ‘No abortarás’. No podemos hacerle decirle a la Biblia lo que la Biblia no dice”.
El siguiente expositor fue Carlos Bigalli, abogado y profesor de la Facultad de Derecho de la UBA, quien subrayó que “no se puede sostener que la penalización del aborto proteja embriones”.
Según Bigalli, la verdadera función de la penalización tiene que ver con “la perpetuación de un estereotipo de mujer sumisa”, y a su vez con “la habilitación de un negocio millonario” en torno a la interrupción del embarazo.
En tanto, la pastora de la comunidad Pentecostal Gabriela Guerreros cuestionó que “nos educaron con la creencia de que la sexualidad y el placer no nos corresponden”.
Siguiendo esa línea, citó al psicólogo y teólogo Rafael Villegas: “El único aborto que mata la vida es el aborto del deseo, y el capitalismo es el gran quirófano social”.
Por su parte, Jessie Clyde (International Women’s Health Coalition EE.UU.) hizo hincapié en la objeción de conciencia y los riesgos de su ejercicio en el sistema de salud, con “consecuencias nefastas para las mujeres”.
Clyde puso como ejemplo Uruguay, país donde se despenalizó el aborto en 2012 y donde se logró “la tasa de mortalidad materna más baja de América Latina”.
Sin embargo, advirtió la expositora, “hay regiones donde el 90% de los proveedores de salud ejercen la objeción de conciencia”, por lo cual “el aborto es legal, pero no accesible”.
“Los proveedores de salud no deben priorizar sus creencias personales por encima de sus obligaciones éticas y profesionales”, consideró Clyde.
Otra de las disertantes de la jornada fue Aideé García (Católicas por el Derecho a Decidir México), quien planteó que “sólo con un Estado laico se pueden garantizar derechos en igualdad de condiciones, imcluyendo el acceso al aborto”.
La disertante precisó que entre los principios de un Estado laico se encuentran “el respeto a la libertad de conciencia” y “la autonomía de lo político frente a lo religioso”.
Fortunato Malimacci, sociólogo y profesor titular del Seminario Sociedad y Religión de la UBA, explico que “en el vínculo entre lo político y lo religioso hay tanta resistencia como dominación”.