Algunos preferiríamos haber acabado con la iglesia a base de racionalidad y cultura porque pensamos que la(s) Iglesia(s) no son sino supersticiones, y que la fe en un dios trascendente no es más que la consecuencia del miedo humano a la muerte y la incapacidad de cuidar de nosotros mismos. Somos muchos y muchas los ateos que pensamos que las iglesias no son más que un cuento de niños, un cuento que se nos cuenta para que podamos dormir tranquilos; pero también para que nos conformemos con la vida que nos ha tocado en suerte, para que no intentemos cambiar el orden de las cosas.
Y sabemos que ese cuento se ha transformado en pesadilla demasiadas veces; que la iglesia católica -la que nos toca- ha sido un instrumento de poder en manos de los poderosos, que ha alentado guerras, que ha torturado, matado y exterminado a los pobres y a los diferentes; que ha combatido cualquier avance científico y que se ha equivocado siempre: recordemos que negó que la Tierra girase alrededor del sol, que la sangre corriese por las venas, que el hombre sea producto de la evolución… por citar algunas de sus “certezas divinas” más sonadas.
Recordemos que en su guerra contra el conocimiento científico ha quemado en la hoguera y ha torturado a los científicos, a los libre pensadores y a las mujeres; recordemos que ha manchado, literalmente, a las mujeres, a las que nos negó el alma hasta que no pudo más y a las que sigue negando los mismos derechos y oportunidades que a los hombres.
Pero ahora, la iglesia en Europa y EE.UU, la misma que niega a los demás la posibilidad de relaciones sexuales igualitarias y placenteras, está atrapada por el hecho de que una gran parte de sus sacerdotes son violadores de niños.
En EE.UU la iglesia católica está arruinada por los pleitos puestos por las víctimas de los abusos sexuales. El fundador de una de las sectas más peligrosas del mundo “Los legionarios de Cristo”, ahora resulta que mientras condenaba al infierno a los demás por cualquier cosa, se dedicaba a la grata tarea de embarazar a sus amantes. Ahora se le reconocen varios hijos. Así que los apóstoles de la castidad se han pasado décadas violando niños en sus colegios y parroquias.
En irlanda, se acaba de publicar el informe oficial que demuestra que, durante décadas, la iglesia se dedicó a meter a los niños pobres en sus instituciones para violarles mejor. Y que la jerarquía, conocedora del hecho, no hizo nada para evitarlo. En irlanda, el país hasta ahora más católico de Europa, la iglesia está tocada de muerte pero las noticias de los abusos se repiten por toda Europa y EE.UU.
No ha hecho falta expulsarlos ni desacreditarlos ni dejarlos metafóricamente desnudos ante la gente, se han suicidado ellos solos. El cardenal de Madrid Rouco Varela ha reconocido el otro día públicamente que la media de edad de los sacerdotes en España es de 63 años y que las iglesias están vacías. En dos años, más de la mitad de los sacerdotes se habrán jubilado y no hay repuesto. Así que podemos decir que finalmente la iglesia no ha salido indemne de sus crímenes y delitos. Quizá no les hayamos echado, no ha hecho falta, se han extinguido solos.