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En Europa, el wahabismo saudita no retrocede

En Alemania, los servicios de inteligencia alertaban en 2016 sobre el proselitismo religioso

Con la promesa de reformas del príncipe heredero ¿dejará Arabia Saudita de difundir en Europa el wahabismo, un islam fundamentalista considerado como una matriz ideológica del yihadismo? Los expertos, que revelan la existencia de vínculos más o menos soterrados, lo dudan.

Mohamed bin Salmán, de 32 años, que concluye una gira internacional que lo ha llevado por Estados Unidos, Francia y próximamente España, ha dado una serie de señales de apertura y lleva a cabo una campaña para seducir a Occidente. ‘MBS’, como se lo conoce por sus iniciales, ha prometido una Arabia Saudita «moderara» y «tolerante», alejada de su imagen de exportadora de wahabismo, una versión rigurosa del sunismo.

La Liga Mundial Islámica (LIM), a menudo considerada como un brazo diplomático del reino financiado por sus petrodólares, transmite extensamente este nuevo mensaje. «Para nosotros, no hay wahabismo, hay islamismo, punto», enfatizó durante una visita a París en noviembre su secretario general, Mohamed al Isa.

En algunas capitales europeas, el discurso frente a la influencia del wahabismo y de sus variantes se ha tensado. A mediados de marzo, el gobierno belga anunció que cancelaba el convenio de medio siglo que confió a la LIM para la gestión de la Gran Mezquita en Bruselas.

Esta ruptura fue recomendada por la comisión de investigación parlamentaria creada a raíz de los atentados del 22 de marzo de 2016 en Bruselas, reivindicados por el grupo Estado Islámico. Los diputados reprocharon a esta mezquita promover un islam ‘salafo-wahabista’ que podría «desempeñar un papel significativo en el radicalismo violento». «Quitarle a Arabia Saudita las llaves de la Gran Mezquita era un paso simbólico necesario para decirles que ‘no aceptamos esa versión del Islam’», explica a la AFP Michaël Privot, especialista en el islam. «Pero aunque cerremos esa mezquita, todo lo demás prevalece: las editoriales, por portales de internet, los canales de televisión…», agrega Privot. Estos canales dependen de fundaciones privadas o de hombres de negocios, no del aparato gubernamental. «En ningún momento MBS ha dicho que prohibirá las transferencias de dinero de fundaciones privadas o de instituciones caritativas que apoyan estas versiones retrógradas del islam. Por lo que esto continuará», vaticina el investigador belga.

Para el politólogo francés Nabil Mouline, «las redes sociales desempeñan un rol mucho más importantes que los canales institucionales, sobre todo entre los creyentes lambda». La intervención directa del reino saudita en el culto es a menudo modesta: en Francia, por ejemplo, contribuyó con menos de 4 millones de euros entre 2010 y 2016 para la financiación de ocho mezquitas, y tiene a su cargo los salarios de quince imanes, según un informe parlamentario.

Por otra parte, las universidades islámicas sauditas levantan desconfianza entre los gobiernos occidentales. Es el caso de la de Medina, «que ha formado docenas de miles de clérigos de 170 nacionalidades desde su creación en 1961, y la mayoría de líderes del wahabismo en el mundo», señala Mouline.

En Kosovo, en donde el islam es la religión dominante, imanes formados en universidades sauditas o egipcias van a ser juzgados por haber reclutado a jóvenes para grupos yihadistas como el Daesh. Y si en España o Italia las autoridades conviven sin problema aparente con los centros culturales islámicos gestionados por la LIM, en Alemania los servicios de inteligencia alertaban en 2016 sobre el proselitismo religioso en el país.

«El wahabismo se ha impuesto como una nueva ortodoxia. Se necesitarán años o décadas para borrar esto», estima Nabil Mouline, haciendo hincapié en sus recursos financieros y «simbólicos». ¿El príncipe heredero puede acelerar ese proceso? «MBS no puede cortar completamente el cordón», estima Bernard Godard, especialista francés en Islam, aunque señala que ha habido un «cambio notable» con la apertura de este joven líder.

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