El Movimiento 20 Febrero, punta de lanza de las reivindicaciones democráticas en Marruecos, ha perdido fuelle y la salida de los islamistas obliga a los militantes a redefinir sus posiciones y a debatir el laicismo.
El Movimiento 20 Febrero, punta de lanza de las reivindicaciones democráticas en Marruecos, ha perdido fuelle y la salida de los islamistas obliga a los militantes a redefinir sus posiciones y a debatir el laicismo.
La decepción es palpable aunque los manifestantes intentan mantener el ánimo alto. Este domingo, el Movimiento 20 Febrero, el portaestandarte de las reivindicaciones democráticas en Marruecos, celebra su primer aniversario. Hubo manifestaciones en más de 30 ciudades y pueblos a lo largo del país, de Rabat y Casablanca a Meknés, Oujda, Larache o Khenifra.
Pero la afluencia era mucho menor que hace un año: si entonces hubo al menos 270.000 personas en la calle, exigiendo justicia y dignidad, doce meses después, el total se cifró en unas pocas decenas de miles, como mucho.
En Casablanca, donde se hizo una pequeña acampada desde la noche anterior, la cita no juntó a más de 2.000 personas mientras que más de 1.500 personas salieron en Rabat y unas 5.000 en Tánger. En las otras ciudades, los manifestantes se contaban por centenares. Las reformas emprendidas por el monarca, Mohamed VI, son un motivo de la pérdida del apoyo popular. El otro es la retirada del Al Adl wal Ihsane, el movimiento islamista extraparlamentario y antimonárquico, que hace dos meses puso fin al respaldo que hasta entonces había prestado a las manifestaciones del 20 Febrero.
La retirada del movimiento islamista ha provocado reacciones ambiguas y confronta el 20-F con el reto de redefinir su estrategia. Los participantes más comprometidos con una visión laica de de la sociedad se alegran, dado que permite perfilar la imagen de un movimiento hasta ahora difuso. Quienes buscan la eficacia de las protestas, prefieren la cautela.
“Mucha gente dentro del movimiento está de acuerdo [con el laicismo].Hace un mes se leyó un comunicado diciendo que somos musulmanes pero que respetamos a ateos y laicos y que la religión es una relación entre la humanidad y Dios.Pero hubo gente a la que no le gustó. Por eso queremos intentar evitarlo porque lo que pretendemos es que venga más gente”, opina Mustafa El Maaruf, miembro del Movimiento 20 Febrero en Tánger.
Muy diferente es la opinión de Zineb El Rhazoui, una periodista ahora exiliada, que en 2009 fundó, junto a la psicóloga Ibtissame Lachgar, el Movimiento Alternativo de Libertades Individuales (Mali), para abogar por una separación de política y religión. Pese a figurar entre las primeras promotoras del 20 Febrero, ahora no oculta su decepción. “El movimiento revolucionario se ha transformado en el de los indignados 'halal' de la plaza de las palomas”, ironiza, al observar que los manifestantes incluso organizan rezos y que entre sus esloganes se repite la exigencia de viviendas dignas. “A los sirios no les he oído nunca pedir viviendas dignas” reflexiona, al tiempo que se declara “harta de los eslóganes huecos del 20 F, y de su complacencia con el islamismo”.
La militante asegura que “el pueblo hoy tiene reivindicaciones que superan de lejos el marco del militante bien educado que propone el 20 F” y se alegra que al menos de vez en cuando aparezcan pancartas que pidan “Igualdad plena entre hombres y mujeres”.
Adil Akid, miembro del Movimiento 20 Febrero en Nador, opina como El Rhazoui: “Es el momento de reivindicar el Estado laico. Para tener un Estado democrático hace falta pedir un Estado laico. El Movimiento puede desaparecer o salir reforzado. En cualquier caso, la gente se va a dar cuenta que nada ha cambiado y van a salir a manifestarse, con o sin el Movimiento”, cree.
Otros creen lo contrario: centrar las reivindicaciones en los principios democráticos, en lugar de hacerlo en los niveles de vida, alejará el movimiento del pueblo. “El problema del 20 Febrero es que es elitista y no conecta con el pueblo”, asegura a la agencia AP el rapero Mouad Belghouat, más conocido como l7aqed (transcripción juvenil para L'Haqed).El músico pasó cuatro meses en prisión, y tanto sus canciones sobre la desigualdad social como la reivindicación de su liberación han acompañado gran parte de las marchas de protesta durante el año transcurrido.
Ni contigo ni sin ti
A lo largo de este primer año de existencia, el Movimiento 20 de Febrero ha sido objeto de deseo y de rechazo, ha ganado apoyos y ha perdido otros. ATTAC–Marruecos, por ejemplo, se ha mantenido al margen debido a la presencia islamista. Sin embargo, en su congreso nacional de finales de enero de 2012, la organización concluyó que el 20 F “es el símbolo marroquí de esta resistencia popular” y le invitó a ampliar las bases de sus componentes. Pero la heterodoxia de los miembros del 20 Febrero – movimientos de reivindicación amazigh, laicos, comunistas o islamistas – siempre dificultó la coordinación.
Una de las dificultades de abarcar y coordinar más redes sociales reside precisamente en el reto de combinar las reivindicaciones islamistas y laicas en un país como Marruecos, donde las luchas estudiantiles de los años setenta, bajo insignias marxistas, casi se han olvidado ya. Hoy son los islamistas quienes dominan los movimientos universitarios y parte de las redes de oposición, aunque no todos: el movimiento Amazigh, que reivindica el reconocimiento pleno de la cultura bereber, habitualmente incluye el laicismo entre sus principios básicos.
Al Adl wal Ihsane dejó de participar en las movilizaciones del 20 Febrero justo después de la victoria del partido islamista Justicia y Desarrollo (PJD), debido a que, según aclaró en una nota pública, dentro del Movimiento hay gente que “ha intentado dar a esta dinámica [de las protestas] un color ideológico o política opuesta a la identidad del pueblo marroquí musulmán”.
Existen múltiples reivindicaciones desde la justicia social y una verdadera democracia a la liberación de presos – petición fundamental de los salafistas – o el empleo en la función pública, caballo de batalla del movimiento Diplomados en paro, que lleva años manifestándose, pero que se ha unido también al 20 F. “Hace falta trabajar para unificar todos los movimientos que salen aunque haya varias reivindicaciones. Hay que crear un frente, formado también con asociaciones e intelectuales, de lucha contra la injusticia y la política del régimen”.
Gatopardismo
En un año, el reino alauí ha conseguido una nueva Constitución y un nuevo Gobierno. Las potencias occidentales han felicitado al régimen por sus progresos, Marruecos ha conseguido demostrar su “excepcionalidad” comparándose con las represiones sanguinarias de Gadafi o Asad.Sin embargo, parte de la población no se da por satisfecha y sigue exigiendo. “Por el momento no vemos que haya cambiado nada. Tenemos una nueva Constitución que es sólo maquillaje, un nuevo Gobierno islamista con sus promesas pero que ya no está enseñando los dientes”, asevera Mustafa El Maaruf.
El recién iniciado año 2012 empezó con la eliminación de los leones del Atlas en la primera fase de la Copa de África pero con la celebración del primer certamen de Miss Marruecos, donde a las candidatas se les exigía ser diplomadas y hablar tres idiomas. Mientras, un diplomado en paro, un señor en un tribunal y un militar murieron al inmolarse a lo bonzo. Dos ciudades medias como Taza y Beni Mellal han sido escenario de duros enfrentamientos entre jóvenes y fuerzas policiales, que dejaron varios heridos y detenidos. En las últimas semanas, se ha arrestado a varios jóvenes por insultar al rey (aunque la nueva Constitución ya no lo presente como sagrado sino como inviolable), y por colgar caricaturas o fotomontajes en Facebook.
“ ¿Dónde está el cambio constitucional en el que el rey deja de ser sagrado? Nos están tomando el pelo. Lo que se dice luego no se aplica”, denuncia Mustafa. La dinámica es la misma que se ha llevado a cabo a lo largo de este año: una de cal y una de arena. Mientras el rapero Mouad L'Haqed y el boxeador Zakaria Moumni han sido liberados, el periodista Rachid Nini sigue en la cárcel, convertido así en una especie de héroe de la libertad de la prensa, aunque durante años atacaba con saña a quienes pedían más libertades civiles.
Pero el balance del primer año de la 'Primavera' no es sólo negativo. “Aunque no hemos podido alcanzar una verdadera democracia sí hemos podido formar a la gente para que tenga la iniciativa, conozca sus derechos, pierda el miedo”, afirma Mustafa. De hecho, tanto el cambio de Constitución como de Gobierno han sido resultado de la presión de la calle. No basta, recuerda Adil, desde el otro lado del Rif: “Hace falta planificar otras maneras de protestar, crear otras maneras de movilizar a la gente. Hace falta que los sindicatos y políticos hagan algo concreto”.
El movimiento transciende Marruecos, clásico país de emigración. El primer aniversario del Movimiento 20 Febrero se celebró también en Amsterdam, Bruselas, Montpellier, Madrid, Montreal o San Diego. Precisamente, en esta ciudad estadounidense es dónde estudia Nadir Bouhmouch, autor del documental My Makhzen and Me , estrenado en varios países, entre ellos España, el día del aniversario. Narra la crónicas del 20 F y las tácticas represivas que sufren los manifestantes.
Si bien estas tácticas de abuso y presión pueden parecer insignificantes ante las torturas masivas de Egipto o las masacres de Siria, no dejan de aumentar el abismo entre una población harta de un sistema anquilosado y un régimen considerado cada vez más expresión de un despotismo policial: el famoso Majzén, sistema fundado en el siglo XVI que depende directamente del Palacio, al margen de elecciones y ministros. Mehdi El Haloui, miembro del 20 Febrero en Tánger , sentencia: “Si Estados Unidos tiene Abu Ghraib en Iraq y Guantánamo en Cuba, en Marruecos hay Abu Ghraib y Guantánamo en todas las ciudades”.