Emanuela Orlandi era la hija de un empleado vaticano El 22 de junio de 1983 desapareció sin dejar rastro Se especula con que el líder mafioso de la Magliana esté detrás del suceso
Se llamaba Emanuela Orlandi, tenía 15 años, el pelo largo y de color negro, era hija de un funcionario de la Santa Sede, vivía en el Vaticano y un buen día hace 29 años se esfumó sin dejar rastro.
Lo último que se sabe de ella se remonta al 22 de junio de 1983: salió de su clase de flauta en el conservatorio de música situado en la Plaza de San Apollinare, en pleno centro de Roma, y se disponía a volver a su casa. Sin embargo, nunca llegó a su destino. Algo le ocurrió por el camino, aunque hasta ahora la Justicia no ha sido capaz de explicárselo.
El secreto de la desaparición de Emanuela Orlandi podría resolverse en las próximas horas. Por orden de la Fiscalía que investiga el caso, hoy mismo se abrirá la tumba Enrico De Pedis, alias Renatino, un sanguinario capo mafioso asesinado a balazos en febrero de 1990 en un ajuste de cuentas muy cerca de la plaza de Campo di Fiori, en Roma, y sepultado en la Basílica de San Apollinair (hoy tutelada por el Opus Dei).
El mafioso enterrado en la Basílica
Según reveló en 2005 una llamada anónima al programa de televisión 'Chi l'ha visto?' (el equivalente italiano de 'Quién sabe donde?'), el cadáver de Emanuela Orlandi se encontraría en la tumba de De Pedis. Y posteriormente, en junio de 2008, Sabrina Minardi, la amante de Renatino, declaró a la Justicia que el capo mafioso había sido el autor material del secuestro de la chica.
Ante esos indicios, y a petición de la familia de Emanuela Orlandi, hoy se abrirá la tumba de De Pedis. Renatino fue el jefe de la banda de la Magliana, una potentísima organización criminal que operó en Roma entre 1976 y 1990. Una de las teorías que se barajan es que Emanuela Orlandi podría haber sido secuestrada por ese grupo mafioso para presionar al Vaticano a fin de que les restituyera el dinero que habían perdido con la quiebra del Banco Ambrosiano, donde habían invertido a través del IOR (el Instituto para las Obras Religiosas, el banco de la Santa Sede).
De lo que no cabe duda es de que Renatino mantenía muy buenas relaciones con altas esferas del Vaticano. La prueba es que fue enterrado en la Basílica de San Apollinare con la bendición del cardenal Ugo Poletti, por aquel entonces vicario general de la diócesis de Roma.
"Renato estaba muy vinculado con el Vaticano y me dijo que detrás del secuestro de Emanuela se encontraba monseñor Marcinkus, quien con esa acción quería mandarle un mensaje a alguien", declaraba en 2008 Sabrina Minardi. En la época de la desaparición de Emanuela Orlandi el arzobispo Paul Marcinkus, alias el banquero de Dios, se encontraba al frente de las finanzas vaticanas en calidad de máximo responsable del IOR y también llevaba las riendas del Banco Ambrosiano Overseas, una institución acusada de lavar dinero de lo mafia y de la logia masónica P2.
Iglesia de San Apollinare en Roma
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