El debate sobre la prohibición del burka en Francia ha alcanzado al Gobierno. Después de que un grupo de diputados de izquierda y derecha pidieran una comisión de investigación sobre el asunto, el Ejecutivo está dividido entre los que defienden la creación de una ley para abolir el velo integral en los lugares públicos y los que juzgan contraproducente la medida. La última palabra la tiene Nicolas Sarkozy, quien se pronunciará hoy al respecto.
La que no se mordió la lengua fue la secretaria de Estado para la ciudad, Fadela Amara. Expresidenta de la Asociación Ni putas ni sumisas –organización de mujeres musulmanas de los barrios difíciles de la periferia– y enemiga declarada del fundamentalismo islámico, Amara apostó por «la prohibición total del burka» en Francia porque, cree, atenta contra «la libertad de la mujer».
Pero mientras el ministro portavoz, Luc Chatel, no descartó la elaboración de una ley, otros miembros del Ejecutivo se muestran reacios. El ministro de Inmigración, Eric Besson, juzgó «poco oportuno reabrir la polémica» sobre los signos religiosos. Se refirió con ello a la controvertida ley del velo, que prohíbe la ostentación de todo símbolo religioso en las escuelas.
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