Con el proyecto de prohibir determinada vestimenta, ha surgido en Francia una nueva definición y se habla «de velo integral». A los argumentos esgrimidos por los defensores de la prohibición se ha sumado el propio presidente Sarkozy, que sostiene que no es un signo religioso, sino de sumisión, y la Unión de Familias Laicas, que afirman que no solo es signo de opresión, sino que a las mujeres inaccesibles a la mirada de otros se les niega la identidad.
Todo el mundo sabe que la expresión «velo integral» hace referencia al burka afgano o la abaya con hiyab, originaria de Arabia Saudí, pero lo que se ignora es que la cifra de francesas conversas al islam que se visten con él aumenta a diario. Empiezan por el hiyab o pañuelo y terminan bien tapadas; y todo ello voluntariamente.
Una decía a Le Figaro que había quemado las caras de las muñecas de sus hijas porque las figuras humanas están prohibidas. Dos años después, trasladada su familia a Argelia, expresa su angustia porque su marido quiere volverse a casar. ¡El Corán hay que leerlo entero!