El Papa no cobra un euro por serlo, pero sí los cardenales, funcionarios y personal de la Curia vaticana, a quienes no se les reconoce el derecho a la huelga, a sindicarse o a la prestación por desempleo
¿Cuál es el sueldo del Papa? ¿Y el de los cardenales o jefes de dicasterio? Del más alto ejecutivo, que puede recibir 25.000 euros al mes en 13 pagas, para un total de 325.000 euros, al propio Francisco, que no percibe sueldo alguno por ejercer el pontificado, el sistema de empleo y pagos del Vaticano es, como muchas otras cosas, jurídicamente peculiar, tanto en la escala salarial, como en las prestaciones, impuestos, pensiones o vacaciones.
Por primera vez, gracias a una investigación de IMedia, conocemos la realidad laboral de los 4.800 empleados de la Santa Sede. Unos funcionarios que provienen de todo el mundo, que son sacerdotes, monjas o laicos, y que administran tanto la vida interna del Vaticano como el día a día de la Curia.
¿Cuál es el salario medio en el Vaticano? Tal y como revela la Oficina Central del Trabajo de la Santa Sede, existen dos sistemas salariales en el Vaticano: uno que afecta a los empleados, con hasta diez rangos en el escalafón; y otro para los altos cargos de los dicasterios o ‘ministerios’ vaticanos, con cuatro escalas: prefectos (laicos o clérigos), secretarios y subsecretarios.
Así, un portero o un dependiente de las tiendas de la Santa Sede puede cobrar un sueldo base de 1.500 euros netos al mes, mientras que los periodistas o directores de oficina pueden percibir algo más de 3.000 euros mensuales. Todos reciben 13 pagas, más una adicional en el momento en que cesan de su puesto, e incluyen una prima de antigüedad cada dos años y un ajuste por inflación. No existen negociaciones salariales, según admite la Asociación de Empleados Laicos del Vaticano (ADLV), reconocida por la Santa Sede desde 1993. Tampoco hay sindicatos ni derecho a huelga.
En cambio, las categorías ‘ejecutivas’ se benefician de un régimen distinto, con contratos renovables cada cinco años y salarios base que van de los 2.900 a los 3.600 euros, sin contar la inflación ni el margen de negociación personal, que en este ámbito sí se da.
Al margen de esto, los cardenales de la Curia romana cobran entre 4.500 y 5.000 euros, aunque esta cantidad podría haberse visto reducida en un diez por ciento durante la pandemia. Ello incluye los 1500 euros que reciben, mensualmente, todos los cardenales del mundo, por el hecho de serlo. Todos menos el Papa, que no tiene sueldo, aunque sí puede disponer del ‘Óbolo de San Pedro’, un fondo utilizado para las obras de caridad del pontífice, y que se nutre de donaciones de fieles de todo el mundo.
Caso aparte son los altos ejecutivos, personal altamente cualificado –fichados por el Vaticano de empresas multinacionales, especialmente para la Secretaría de Economía– y cuyos emolumentos llegan a alcanzar, en el máximo nivel, los 25.000 euros al mes. Es lo que, por ejemplo, podría cobrar el actual prefecto de la Secretaría de Economía, el español Maximino Caballero Ledo.
En cuanto a las condiciones laborales, los empleados del Vaticano trabajan una media de 36 horas a la semana, cuentan con entre 22 y 25 días de vacaciones al año, a las que se suman otros tres días para los trabajadores europeos (no italianos), y cinco si proceden de otros continentes. Junto a ello, Roma tiene 25 días festivos a lo largo del año, como Navidad o Semana Santa, o en la festividad de la elección del Papa reinante. Como en el resto de empresas, las horas extraordinarias se pagan (o se recuperan) y los empleados fichan a la entrada y la salida.
Los funcionarios vaticanos, además, tienen concedida la baja por enfermedad, así como dos días de ausencias injustificadas. La jubilación está fijada en los 65 años para los laicos, los 75 años en el caso de los sacerdotes, y cuando lo decida el Papa si se habla de obispos o cardenales (la edad de presentación de la renuncia está en 75 años, y la pérdida de voto en el cónclave, los 80). Los empleados no pagan impuesto sobre la renta, y sólo se les deduce un 10% entre el salario bruto y el neto.
Donde hay pocas prestaciones es, paradójicamente, en la política familiar, que apenas tiene en cuenta a los padres: desde 2022 gozan de un permiso de paternidad de tres días, mientras que el permiso de maternidad es de seis meses. El Vaticano, por el momento, no prevé un sistema de guarderías ni ayudas escolares. Tampoco ayudas a la vivienda, que desaparecieron en 2023 cuando Francisco decidió que los empleados vaticanos no dispondrían de alojamientos gratuitos en sus nuevos contratos. De hecho, Roma ha confiado a la empresa Tecnocasa el parque inmobiliario del Vaticano.
Lo que no existe en la Santa Sede es el paro: en caso de despido, no hay disposición alguna sobre indemnizaciones, y el ex empleado no recibe ayuda alguna. Algo que podría comenzar a cambiar, y que ya lo ha hecho en la práctica, pues Francisco ha determinado que, salvo escándalos o delitos, no se despida a nadie. Ni siquiera a él mismo, pues como ha afirmado en recientes entrevistas, no tiene pensado renunciar.