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El Vaticano exhibe su buena relación con el Ejecutivo para enojo de Rouco

El secretario de Estado de la Santa Sede critica el aborto pero explicita su voluntad de entendimiento “La intención del Gobierno es reafirmar los derechos humanos en la educación y la familia”, dice Bertone

El Vaticano le mostró ayer a Antonio María Rouco Varela un camino que poco tiene que ver con el que el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha emprendido en estos años. Hay diferencias, claro que hay diferencias entre el Gobierno socialista y la Iglesia católica, desde la nueva ley del aborto hasta la materia Educación para la Ciudadanía, pero la manera de encararlas, según plasmó el secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Tarsicio Bertone, no pasa por concentraciones donde se acusa al Ejecutivo de "socavar la democracia" o por alertas de que el rumbo político que ha tomado España puede conducir a una nueva guerra civil, manifestaciones hechas por la jerarquía del clero durante los últimos tiempos. En la sede de la CEE, ante la atenta mirada de Rouco, Bertone escenificó el "diálogo" y la "sana" colaboración de la que había hablado justo antes de llegar a Madrid.

LÓGICAS DIVERGENCIAS
Repleta de citas del papa Benedicto XVI –quien en abril del 2008 pidió a los obispos españoles que rebajaran el volumen de sus críticas–, la conferencia de Bertone sobre los derechos humanos tuvo partes en las que quedaban claras sus divergencias ideológicas con José Luis Rodríguez Zapatero, con quien se reunió el pasado miércoles –antes lo había hecho con la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega–, en un encuentro que ambas partes calificaron de "provechoso". Ejemplos: "Es a los padres a quienes compete elegir la educación para sus hijos acorde con sus ideas", en alusión a la materia a la que los obispos consideran que se debe objetar; o "la dignidad del ser humano implica el respeto a la vida desde su concepción hasta su ocaso natural", un recordatorio de que el Vaticano está en contra de la interrupción voluntaria del embarazo.
Después, cuando le preguntaron si estas frases –u otras como "en nuestros días hay un proceso continuo y radical de redefinir los derechos humanos en temas muy sensibles"– eran un señalamiento al Gobierno, el cardenal contestó que no, que se trataba de "un discurso de carácter general", aplicable "a Italia", país con el que la Iglesia mantiene muchos menos puntos de fricción. Y entonces comenzó Bertone a exhibir sus buenas relaciones con el Ejecutivo, tan alejadas de las que vienen escenificando Rouco y todo el sector conservador y mayoritario de la CEE, que ahora se ha visto descolocado por la visita del secretario de Estado. Bertone les dio ayer una lección de firme diplomacia, sin alarmismos; una clase que vino en parte ayudada por la decisión del Gobierno de aparcar el viraje laicista que De la Vega anunció meses atrás.

"HACER ENTENDER"
El ejemplo más claro fue el del aborto, sobre el que la CEE prepara una nota que se anuncia muy severa. "Naturalmente –dijo el secretario de Estado de la Santa Sede–, en la cuestión del aborto tenemos opiniones distintas. Aun así, he intentado entender, comprender y hacer entender y comprender que lo necesario es restringir, y no ampliar, la ley del aborto".
Trasladar el mensaje, sí, pero también tratar de entender el del otro. Un detalle que goza de cierto morbo: la frase es de Bertone, y primero la dijo él en italiano, pero después la pronunció, en su papel de traductor, Juan Antonio Martínez Camino, secretario y portavoz de los obispos, mano derecha de Rouco y martillo del Ejecutivo socialista. Hasta el momento, a Martínez Camino no se le conoce una declaración semejante.

LA PREGUNTA DEL MILLÓN
Justo antes, el cardenal había contestado a, según su propia confesión, "la pregunta del millón de euros". ¿Se siente amenazada la Iglesia por esa supuesta "redefinición de los derechos humanos" de la que antes había hablado por parte del Gobierno? La respuesta fue un no. "Es un asunto presente en España, pero en mis conversaciones de ayer por el miércoles, cuando mantuvo encuentros con Zapatero, De la Vega y el titular de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, yo he escuchado la intención del Gobierno de reafirmar los derechos humanos en la educación y la familia".
Un asunto, el de la familia tradicional, que llevó a Rouco a tocar a rebato, por segundo año consecutivo, y convocar a todos los católicos a reunirse en la madrileña plaza de Colón. Pero en esta ocasión –el 28 de diciembre del pasado año– no se oyeron las apocalípticas declaraciones del curso anterior. Meses antes el Pontífice había mandado echar el freno y no hubo críticas frontales al Ejecutivo: nadie dijo –como en el 2007 hizo el arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco– que Zapatero estaba derrumbando la democracia, ni que los derechos humanos en España estaban sufriendo una marcha atrás, algo que sostuvo entonces el presidente de la CEE.
Está por ver si el ejemplo de Bertone, cuya visita dejó en fuera de juego a su anfitrión, Rouco, cuando se reunió con la plana mayor del denostado Gobierno socialista en un clima de concordia, servirá para que el episcopado español atempere el tono de sus críticas.

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