El corresponsal en Roma de la SER ha relatado en ‘La ventana’ cuáles son las prohibiciones del Estado, después de que una pareja haya sido despedida de su trabajo por casarse
Dos trabajadores del Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido comúnmente como el Banco del Vaticano, han sido despedidos recientemente de la entidad tras contraer matrimonio. Los dos eran empleados de este organismo, se conocieron allí y acabaron enamorándose. El problema vino cuando quisieron casarse y se encontraron de frente con la oposición de su lugar de trabajo. Según el reglamento interno del ente, no se permitía relaciones entre trabajadores. Ante esta situación y tras prohibirles la boda, les dieron como alternativa la posibilidad de que uno de ellos presentase su dimisión.
Sin embargo, ninguno de los dos han querido hacerlo por considerar que se trata de una norma injusta. Según ha publicado la prensa italiana, la boda se celebró el pasado 31 de agosto y el 1 de octubre se ha notificado el cese inmediato, además, han recibido una amonestación por haber filtrado esta historia a la prensa. La empresa justifica esta normativa en que al tener pocos empleados prefieren prohibir las relaciones para evitar conflictos. Aun así, la pareja despedida va a intentar recuperar su puesto de trabajo y han presentado un recurso ante los tribunales de Justicia del Vaticano.
Lo sorprendente de esta historia es que esta no es la única prohibición que tienen en el Estado del Vaticano. El corresponsal de la SER en Roma, Joan Solés, ha relatado en La ventana cuáles son las restricciones que tienen los ciudadanos que hacen vida allí. «El reglamento laboral del Vaticano dice que en principio el objetivo es garantizar la buena reputación de la entidad. Esto solo puede entenderse si consideramos la mentalidad de la jerarquía eclesiástica que dicta estas normas. Todos son hombres. Todos son solteros, por supuesto, y con su particular visión sobre las mujeres», ha comenzado explicando Solés.
«Legislación propia de la Edad Media»
Esta es la normativa que está vigente en todos los departamentos de la Ciudad del Vaticano y, aunque la pareja ha mostrado su desacuerdo, no parece que vaya a haber cambios. «La legislación laboral es la que es y la banca vaticana no va a incumplirla. Lo contamos en los informativos de La SER, hace tres meses, por primera vez, hubo protestas y huelgas de la mayoría de los casi 5.000 empleados del Vaticano. Personal de los museos, de la radiotelevisión, de los talleres, vigilantes, asistentes… La legislación laboral en el pequeño Estado parece propia de la Edad Media», ha puntualizado el corresponsal.
Sin embargo, lo de no casarse entre compañeros de trabajo no es la única prohibición que llama la atención. «Es obligatorio profesar la religión católica y vivir de acuerdo con sus principios. Por consiguiente, está prohibido la convivencia sin estar casado por la Iglesia. No digamos ya entre personas del mismo sexo. No hay sindicatos, no hay subsidio de paro, no hay complemento en horas extras, no hay prácticamente subsidio de enfermedad. Está prohibido adherirse a organizaciones no compatibles con el catolicismo, es decir, todos los partidos no democristianos. Están prohibidos incluso los tatuajes y los piercings…», ha explicado Solés.
De momento, los ya recién casados que han puesto en evidencia las normas del Vaticano en pleno siglo XXI, tienen pocas esperanzas de que su situación cambie, porque el banco se ha ceñido a la legislación del país. «Solo cabe esperar que quizás el papa Francisco emita un decreto pontificio que cambie esta anomalía en el reglamento laboral de la ciudad Estado. Pero parece difícil. En cualquier caso, lo que sí es cierto es que esta pareja de recién casados ponen en evidencia las contradicciones y algunas de las absurdidades de la casta eclesiástica», ha concluido el corresponsal.
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