Con el inicio del año comienza también el curso escolar, uno de los procesos más importantes para la construcción de una conciencia ciudadana y democrática. Así lo entendieron nuestros primeros legisladores que a lo largo del siglo XIX desarrollaron una intensa acción política y parlamentaria para reivindicar la educación pública como una competencia y responsabilidad propia del Estado, para garantizar este derecho a toda la ciudadanía y conformar la identidad nacional y la cohesión social.
Los nuevos gobernantes se encontraron un frágil sistema educativo, dependiente de la Iglesia Católica y orientado al adoctrinamiento de sus fieles, pero no a la formación de nuevos ciudadanos. Por ello, ya en la Constitución de 1872, se reconoció el derecho a la educación y en la de 1883, el carácter gratuito, laico y obligatorio de la enseñanza, que se mantuvo hasta la Constitución conservadora de 1962, que sustituto el carácter “laico” de la enseñanza por el término “esencialmente democrática”.
Esa tendencia conservadora todavía se mantiene y en nuestras escuelas se realizan celebraciones y ritos de carácter religioso y se mezclan, junto a los contenidos curriculares, las cosmovisiones y normas morales religiosas del personal docente.
Ante los altos índices de violencia que enfrenta nuestra sociedad, nuevamente un grupo de parlamentarios está promoviendo como solución la lectura de pasajes bíblicos en la escuela, olvidando los reiterados análisis que identifican las causas reales de la inseguridad ciudadana.
Es muy dudoso que la Biblia sea el libro más adecuado para ello, pues son reiterados los pasajes que promueven el uso de la violencia, la lapidación y la muerte a los que tienen creencias diferentes, no cumplen sus reglas morales o son de otros pueblos.
Es de reconocer que puede tener pasajes inspiradores para las personas creyentes y es de respetar su derecho a invocar la intervención divina para resolver la violencia, sin embargo, la tarea del Estado es resolver las causas generadoras de la inseguridad ciudadana y promover una educación respetuosa con la diversidad, dialogante y racional que erradique la violencia como forma de resolver los problemas.