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El regreso de Stalin al metro de Moscú pone en pie de guerra a la Iglesia rusa

La Iglesia ortodoxa se suma a la cruzada de activistas y liberales para evitar el retorno de las estatuas y símbolos del dirigente comunista en el subterráneo de la capital

La Iglesia Ortodoxa Rusa (IOR) se ha sumado a la cruzada de los activistas y liberales para evitar el retorno de las estatuas y símbolos de Stalin al histórico metro de Moscú, uno de los principales destinos turísticos de la capital rusa. "No puedo estar de acuerdo cuando intencionadamente se restituyen símbolos que contribuyen a la división del pueblo", afirmó el arcipreste Vladímir Siloviev, jefe del Departamento editorial del Patriarcado de la IOR.

El clérigo recordó que se necesitaron muchos años y esfuerzos para "eliminar el negativo legado estalinista" del metropolitano moscovita. "Nos gustaría que el metro, pese a su simbología soviética y comunista fuera un lugar de paz", dijo Siloviev, que abogó por instalar capillas en los lugares del metro donde tuvieron lugar actos de violencia.

El arcipreste hizo estas afirmaciones en rueda de prensa después de que el arquitecto jefe de Moscú, Alexandr Kuzmin, anunciara el plan de restaurar la estatua de Stalin en su lugar original en la entrada de la concurrida estación de metro Kúrskaya. Ante el aluvión de críticas recibidas, el jefe del metropolitano de Moscú, Dmitri Gáyev, explicó que "este sería el primer paso para restablecer lar justicia histórica".

El metro, construido a costa del sufrimiento de miles de personas
En cambio, los historiadores le recuerdan que el metro de Moscú fue construido en tiempos de Stalin, al igual que muchas otras infraestructuras, pero a costa de grandes sufrimientos y la muerte de decenas de miles de trabajadores. El caso es que el metro de Moscú ya desató la indignación de activistas y liberales en septiembre cuando restauró en el salón de la estación Kúrskaya un relieve con una frase del antiguo himno soviético.

"Stalin nos crió en la lealtad al pueblo, nos inspiró al trabajo y al heroísmo", reza la frase que había sido retirada en los años 50 del siglo XX en el marco de la campaña contra el estalinismo lanzada por su sucesor, Nikita Jruschov. La postura antiestalinista de la IOR no es una sorpresa, ya que precisamente el Patriarcado ha sido en los últimos años la principal valedora de la rehabilitación del último zar y su familia, Nicolás II, fusilados por los bolcheviques en 1918.

Piden sustituir la estatua de Marx por la del zar Nicolás II
El Patriarcado también ha propuesto sustituir por una estatua del zar el monumento de Karl Marx, instalado en el centro de Moscú frente al teatro Bolshói, lugar de reunión de los nostálgicos de la URSS. La veterana activista Ludmila Alexéyeva considera que "no hay nada más peligroso que intentar rehabilitar la figura de Stalin y sus crueles métodos de Gobierno".

"Lo que intentan hacer en el metro de Moscú me trae a la memoria mis peores recuerdos de la infancia. Es un ultraje y una falta de respeto para los millones de víctimas de la represión estalinista", aseguró. Alexéyeva considera que tras estos planes "está el Gobierno federal y el primer ministro Vladímir Putin, que está convencido de que Stalin hizo más bien que mal". "La mayoría de rusos no desea que se justifiquen los crímenes cometidos por Stalin", subrayó.

En señal de repulsa, la activista adelantó que ha decidido "boicotear la estación Kúrskaya, por lo que nunca más volverá a poner sus pies en ella". A su vez, alabó las palabras pronunciadas hace unos días por el presidente ruso, Dmitri Medvédev, que condenó duramente hace unos días los crímenes de estalinismo y los intentos de justificarlos con motivo del día de las víctimas de las represiones políticas. "No menos importante es impedir que, bajo el pretexto del restablecimiento de la justicia histórica, sean justificados aquellos que masacraron al pueblo. Millones de personas murieron como resultado del terror y acusaciones falsas", dijo.

"Quieren devolver a Rusia al Gulag"
Mientras, Yuri Bondarenko, líder del movimiento "Retorno" que intenta devolver los nombres zaristas a los miles de calles y edificios que fueron renombrados tras la Revolución Bolchevique de 1917, cree que las autoridades han lanzado una abierta campaña de "propaganda estalinista". "Quieren devolver a Rusia al Gulag", señaló Bondarenko, que cifra en más de 6.200 las calles que aún ostentan nombres de personalidades soviéticas y denuncia la manipulación de la figura de Stalin en los libros de texto.

El veterano líder liberal, Grigori Yavlinski, cree que las autoridades rusas "están interesadas en una leve rehabilitación de Stalin", según la agencia Interfax. "Yo llamaría al actual período 'estalinismo posmoderno'. Ahora hay muchas manifestaciones como la arbitrariedad y la impunidad legal que se parecen a los crímenes de los bolcheviques y estalinistas", dijo.

Además de la iglesia, liberales y activistas encontraron un inesperado aliado en el líder ultranacionalista Vladímir Yirinovski, que también se opuso a la restauración de los monumentos a Stalin, al que calificó de "verdugo, tirano y dictador".

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