COMENTARIO: Estos 13 millones de euros mensuales son las asignaciones para el sostenimiento del clero y el culto, establecidos en los Acuerdos para asuntos económicos de 1979, y con cargo a la asignación del IRPF. Una asignación que sólo apoya un tercio de los contribuyentes, especialmente los grandes contribuyentes, que se deduce de los ingresos a Hacienda, que nos correspondería a toda la ciudadanía para actuaciones públicas, no para financiar una confesión religiosa.
Además el Gobierno Central dota con sustanciosas subvenciones, a las que si añadimos las del resto de Administraciones y las exenciones en el pago de impuestos tasaas y tributos, la iglesia católica recibe unos 10.000 millones de euros anuales. Y además para ellos no hay crisis, ni recortes.
Los recortes aprobados por el PP tienen como excepción la financiación de la Iglesia Católica, que recibirá 13 millones de euros al mes. Además, la Iglesia mantendrá su exención de tributar los bienes inmuebles mientras sube el IBI para el resto de contribuyentes. Todos somos iguales ante los ojos de Dios… pero no ante los de Hacienda.
El decreto de medidas urgentes para la corrección del déficit público ha metido la tijera en las partidas destinadas a pensiones, impuestos, carburantes… todas las partidas. ¿Todas? No. Un capítulo sigue siendo irreductible a los recortes: el del cepillo de la Iglesia Católica.
Escondido en la disposición adicional séptima del decreto (en la página 146.615) el gobierno ha dispuesto una asignación mensual de 13 millones de euros al mes para la Iglesia Católica que llegará –como mínimo– hasta el 30 de noviembre de 2013. Eso significa que, pese al recorte en todas las partidas del presupuesto, la Iglesia recibirá 156 millones de euros de aquí al momento de su liquidación de cuentas.
Paradójicamente, la subida de impuestos para los bienes inmuebles aprobada por el PP también será para todos menos para la Iglesia Católica, cuyo patrimonio está exento de pagar el IBI (Impuesto de Bienes Inmuebles).
Todos somos iguales ante los ojos de Dios… pero no ante los de Hacienda.
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