Lo llevo diciendo desde hace 34 años, exactamente los que ejerzo la profesión de profesor. Si hay un contenido que la enseñanza ha dejado de lado, reforma tras reforma, currículum tras currículum, es la sexualidad.
¿Quién debe enseñar sexualidad a los/as adolescentes? Nadie nace enseñado de nada. Todo en esta vida lo tenemos que ir aprendiendo, también sobre sexualidad; y el dilema es si queremos que tengan un aprendizaje correcto, adecuado, que les dé a cada cual la oportunidad de decidir libremente sobre su cuerpo, o si por el contrario lo queremos fiar todo al ensayo-error al que nos sometieron a los de mi generación. O peor aún. Si hace 40 años la desinformación provenía de los amigos o de alguna revista con secciones morbosas, hoy en día la desinformación es más eficaz y más fácil de encontrar en internet. El acceso libre y sin limitaciones a la pornografía en internet nos está ganando la partida a los docentes. La pornografía no está hecha ni para educar ni para informar, pero nuestros adolescentes (sobre todo ellos) se están educando bebiendo de esa fuente. Y así les va, y así nos va.
Repaso con tristeza la involución que se ha producido en la enseñanza. Parafraseando a un conocido filósofo: un fantasma recorre el sistema educativo y es el puritanismo. Hace 30 años la Conselleria de Educación enviaba a los Institutos de secundaria preservativos para ponerlos a disposición del alumnado. Hace 30 años yo mismo, en calidad de vicedirector, recurría al Centro de Planificación Familiar para que impartieran talleres (no charlas, talleres) de sexualidad al alumnado. Yo mismo pude comprobar que muchas alumnas aprendieron que no se orina por la vagina, o que tenían un órgano específico del placer llamado clítoris (imaginad el grado de ignorancia de los chicos sobre todo esto). No tenían remilgos en acostarse con alguien, quedarse preñadas (algunas), pero se ruborizaban instantáneamente si en clase se nombraba la palabra clítoris, pene u orgasmo (vivencia desconocida para muchas a pesar de haberse estrenado ya en el sexo).
Hoy en día pasa exactamente igual o peor. Ningún Instituto se atreve a repartir preservativos para su alumnado (¿miedo a los padres?); hoy en día muchos de mis alumnos/as de 17 y 18 años ubican erróneamente el clítoris, y se oyen risitas contenidas cuando se habla de orgasmos y deseo sexual. Se ha renunciado a la educación sexual (y no me refiero a dar una charlita sobre métodos anticonceptivos). No es que haya un «pin parental». Lo que hay es un «mutismo social» que nos ha devuelto al puritanismo victoriano del XIX. En las aulas no se habla de sexo. El problema es que el alumnado sigue necesitando aprender sobre ello. Hace 30 años, cuando dije en una reunión de trabajo que habría que enseñar sexualidad, recuerdo que un casposo contestó: «¿Taller de sexualidad? Una buena película porno y verás como aprenden». Me consta que no llegó a conseller pero sus ideas, por dejadez, campan a sus anchas por los institutos.
Eugenio Piñero es Vicecoordinador de València Laica.