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Mònica Terribas

“El proceso de recuperación a través de psicólogos es imprescindible para salir del Opus Dei”

Mònica Terribas Sala Directora de la docuserie ‘El minuto heroico: Yo también dejé el Opus Dei’

Ha dirigido una serie documental que emite Max, donde trece mujeres de distintas edades y lugares del mundo denuncian vulneraciones de derechos y abusos en el Opus Dei

La periodista Mònica Terribas (Barcelona, 1968) trabaja en el desarrollo de proyectos documentales de investigación en Mediapro Studio. Es también doctora en Filosofía y profesora titular del Departamento de Periodismo y Comunicación de la Universitat Pompeu Fabra desde 1993. Entre su extensa trayectoria destaca su cargo de directora de Televisió de Catalunya (TV3), de 2008 a 2012. También condujo el matinal de Catalunya Ràdio desde 2013 a 2020. Recientemente ha dirigido la docuserie El minuto heroico: Yo también dejé el Opus Dei, que emite Max. Cuatro capítulos donde 13 mujeres relatan su experiencia de abusos en la institución fundada por Josemaría Escrivá de Balaguer.

¿Con qué sensación global concluyó esta docuserie?

–La máxima satisfacción que puede tener un trabajo de este tipo es que muchísimas personas desconocidas de todos los puntos del planeta te empiecen a escribir y a decirte que esto también les sucedió, o vivencias más fuertes, y me contaran historias muy similares. Eso quiere decir que el trabajo de investigación con las trece mujeres que salen en la serie y con más que no salen se confirma. No estamos hablando de casos aislados, de unas pocas experiencias negativas, sino de una manera de funcionar de la institución que da al traste con la tranquilidad, la independencia y la libertad de mucha gente. Así que la sensación cuando se empezó a emitir en Max es que había detrás montones y montones de personas que se identificaban. He tenido ocasión de hablar con muchas. Desde luego, el Opus Dei debería hablar con todas ellas y reparar lo sucedido, porque esto no se soluciona pidiendo perdón y diciendo que es una excepción, porque realmente no lo es.

¿Esa percepción de estar ante algo sistemático, reforzada por las indicaciones internas de la Obra, es lo más inquietante?

–Sí, porque cuando vas entrevistando a personas de diferentes edades y países y te van contando exactamente lo mismo, es porque responde a una sistémica. Lo ves cuando lees los documentos internos de la Obra, y te das cuenta de que esto está absolutamente diseñado, y que no es que haya un director o directora en un centro que proceda de un modo concreto, sino que todos proceden de acuerdo con lo que manda la institución a través de los muchísimos documentos de normas y de manera de proceder. No es culpable una directora espiritual o de centro en Irlanda o en Buenos Aires, sino que esto sucede en todas partes, y es lo que hace que necesite corrección.

Sobre una base perniciosa. Si estamos ante una ‘Obra de Dios’, el aura divina está presente en la captación, coerción e intentos de retención en edades muy jóvenes.

–Esa es la parte que resulta más crítica. Que una persona en edad adolescente entre en una lógica de pertenencia a una institución con ese nivel de exigencia, tanto del cuerpo como de la cabeza, cuando según los estatutos de la Obra hasta los 18 años no son jurídicamente miembros. Pero que una persona de 14 años se sienta comprometida a entregar su vida desde esa edad tan temprana, en la que la personalidad no está formada y tampoco el juicio, y haga promesa de obediencia, castidad y de pobreza, y pase a vivir en centros con esa dinámica, da forma al cerebro y a la manera de proceder. Salir de esa dinámica es muy complicado.

En ese inicio de captación se describe un cuidado amistoso y afectivo, que cambia al entrar.

–Hay dos aspectos muy importantes en esta etapa. La vinculación a una directora espiritual o a una persona que es la que te aconseja y te acompaña, que tú admiras y quieres ser como ella. Ese vínculo que se genera se trunca de manera radical cuando han pitado (el nombre que recibe la petición de admisión). Y a partir de entonces, el proceso de aislamiento intelectual y emocional es total.

Con distanciamiento de los padres.

–De la familia de sangre por descontado, la familia pasa a ser la Obra, y eso hace que tú no puedas tener amistades dentro de esta. No tienes amistades particulares, tienes personas a las que en realidad estás vigilando que cumplan las normas, si eres una numeraria que tiene responsabilidades sobre otras numerarias o sobre numerarias auxiliares. Además hay una coerción de toda tu curiosidad intelectual porque no puedes irte al cine ni tener una actividad lúdica que escojas tú, porque vas a ver las películas que te dicen y leer los libros que te permiten. Con lo cual tu cerebro va restringiendo las vías de entrada de información externa a la Obra, hasta el punto de que ya no decides ni lo que escuchas ni lo que lees ni con quien hablas, porque no puedes tener una conversación íntima con una compañera tuya, porque eso es considerado amistad particular.

Me ha llamado la atención el término ‘familiosis’.

–Es una de las cuestiones de las que más cuesta recuperarse, porque si a ti, siendo adolescente o teniendo 18 años, te separan de la familia de sangre y te dicen que tu familia es la Obra, automáticamente se crean unas distancias intrafamiliares que luego cuestan mucho superar, porque la familia te ha tenido ausente durante 20 años, durante 15 o durante 10. Eso hermanos tuyos que han crecido que ya no se relacionan contigo con normalidad, o esas sobrinas tuyas que han nacido y tú no estabas, o tus padres que se han muerto y tú no estabas allí.

Hay un sesgo de género y de clase.

–De clase totalmente. Un sesgo de género, porque numerarias auxiliares solo son mujeres, no hay hombres que limpien, cocinen y se ocupen de las labores del hogar. Son las numerarias las que se ocupan de la administración de los centros, de organizar y de lidiar con las numerarias auxiliares, no hay hombres que hagan ese trabajo. Y hay un sesgo clarísimo de clase social. Es decir, si tú eres de una familia con medios, con capacidad económica, vas a ser numeraria o supernumeraria, lo que seguro que no vas a ser es numeraria auxiliar. Y al revés, si tú tienes un entorno vulnerable, la vocación que se te ofrece es la de numeraria auxiliar.

En junio se cumplirá el 50 aniversario de la muerte de Escrivá de Balaguer, de quien existe mucho material audiovisual. ¿Eso ha sido una ventaja al documentarse?

–Sí, porque hay un culto al fundador clarísimo, desde el inicio. ¿Qué dificultad tiene eso ahora? Que a partir de que Juan Pablo II lo canonizase, es muy difícil decir que se equivocaba, porque es santo. Esos escritos en los que está perfectamente tipificado todo lo que hay que hacer y cómo hay que hacerlo.; corregir eso es corregir al fundador. Un carrerón de difícil salida para el Opus Dei, porque el culto al fundador es una de las bases en las que se centra todo el funcionamiento de la institución.

El papa Francisco ha pretendido un mayor control del Opus, y hay un caso judicializado en Argentina citado en su docuserie. Tal vez por eso el comunicado de la Obra a raíz de su documental parece empático. ¿El actual contexto de esta institución es complicado y lo saben?

–Lo saben, porque ellos sacaron el canal de escucha, que ahora le llaman canal de sanación y escucha –antes era solo canal de escucha– cuando aparecieron las primeras denuncias de numerarias auxiliares en Latinoamérica, cuando se dan cuenta de que esto iba a salir a la luz. No estaba en los años ochenta o noventa cuando Carmen Tapia o María Angustias Moreno y tantas otras escribieron libros sobre este tema, o cuando Opus Libros aparece y empiezan a llegar y se han públicas un montón de experiencias negativas. Allí no había un canal de escucha para esas mujeres ni se publicaban en los canales del Opus Dei los testigos que habían tenido malas experiencias. Es ahora cuando a raíz de que el papa Francisco les pide unos nuevos estatutos y les dice que los sacerdotes del Opus Dei van a pasar a depender del Dicasterio del Clero a partir de ese momento parece que están reaccionando, pero encuentro que no es una respuesta suficiente decir que les duele que haya gente que ha sufrido. Lo que tienen que investigar es cuántas personas han estado en esa situación y cómo reparar ese dolor.

El proceso para dejar el Opus Dei, hasta que las personas salientes procesaban lo que les estaba pasando en una situación de gran vulnerabilidad, era muy largo. Y salían con carencias muy serias.

–De todas las personas que he conocido y han hablado conmigo, muchas no salen, entre otras cosas porque están vulnerables desde el punto de vista psicológico. Todas las personas con las que hemos podido contactar han pasado por un proceso de recuperación a nivel psicológico que dura años. Hace días una de ellas me decía que reconoce aún secuelas habiendo estado 20 años fuera de la Obra. Por lo tanto, el proceso de recuperación a través de psicólogos clínicos y de expertos en grupos coercitivos es imprescindible para salir de esto.

¿Qué otros detalles destacaría?

–Yo querría que las personas que forman parte del Opus Dei vean este documental, creo que esta serie debería ser compartida en los centros, en las universidades de la Obra y en los colegios, para que entendieran desde el punto de vista de la fe cristiana lo que es tolerable y lo que no lo es, y que lo pudieran discutir internamente y tener sentido crítico sobre eso. Creo que sería deseable.

¿No es un tanto ingenuo pensar que pueda existir esa deliberación?

–Es muy importante para poder corregir si algo se hace mal conocer a fondo lo que se hace mal, porque si no es muy difícil. El Opus Dei está diciendo que no ha tenido tiempo para participar en la serie y eso no es cierto, yo les di el derecho de réplica directo. Quiero insistir en eso, porque ellos hacen gala de un comunicado en el que dicen que estaba cerrada la serie, y eso no es verdad. La serie la hacían estas trece mujeres y yo quería que el Prelado les respondiera a ellas porque creía que era lo justo y lo responsable, y lo que debería hacer porque él es el máximo responsable de la institución. Pienso que ellos han decidido que no se hable de la serie en sus entornos, que no se le haga caso, pero es evidente el impacto, en Max está número dos en estos momentos por detrás de una de ficción y ha estado las dos semanas de estreno de número uno. Eso les debería hacer reflexionar. El tema está en la sociedad y ellos tienen que afrontarlo.

Uno de los testimonios recuerda haber estudiado en la Universidad de Navarra siendo auxiliar numeraria. ¿Ha podido calibrar en su investigación la importancia que tiene el Opus en Navarra?

–Creo que es innegable que los centros universitarios y las escuelas de la Obra tienen mucho prestigio académico y educativo, y eso a pesar de la segregación de género que han aplicado (en los colegios) hasta ahora, cuando los conciertos les peligran si mantienen esa segregación. Creo que lo cortés no quita lo valiente. Yo he conocido a muchos hombres y mujeres que han estudiado y trabajado en centros de la Obra, y luego cuando han dejado la Obra, su vida profesional se ha ido al traste, porque les han cortado las vías de supervivencia. Creo que las universidades y los centros educativos han sido espacios donde se han cultivado esa membresía, esa vinculación al Opus Dei.

Que llegará a centenario en 2028. Entre el medio siglo de la muerte del fundador en junio de este año, y ese centenario en camino, ¿cree que es una oportunidad para ponerse de verdad en modo reparador?

–Sería una gran oportunidad para ellos. En los mails que me intercambié con la Oficina de Opinión Pública de Roma insistí una y otra vez que creía que era una oportunidad para el Opus Dei participar en esta serie, con estas palabras que le estoy diciendo. Yo creía que realmente lo era, para hacer frente a esa vulneración de derechos y a esos abusos y corregirlo.

El documental también recrea testimonios por medio de una actriz principal, Claudia Traisac, y escenas de denunciantes asesorando en esas recreaciones.

–Yo tenía muy claro que quería hacer recreaciones con una sola actriz, una sola las representaba a todas, porque lo que ellas contaban era exactamente igual, y por lo tanto las identificaba. Laura Sisteró, directora de cine y realizadora de El minuto heroico, que se ha ocupado de la dirección de Claudia (Traisac), pensó en invitar a las que pudieran a ir al rodaje. Y de una manera muy natural corrigieron las escenas, y eso nos pareció muy revelador; incorporar aquello era darle el rigor a todo lo que estábamos contando, y creo que ha sido uno de los grandes aciertos de la serie. l

«Comprometerte con el celibato a los 14 años lleva a problemas»

La cuestión de la sexualidad sobrevuela en algún momento. También el control de las comunicaciones. ¿Todo forma parte de un pack?.

–Creo que sí, pero cuando tú a una niña de 14 años o a un niño le dices que va a ser célibe toda la vida porque pide la admisión como numerario o agregado, o como numeraria auxiliar, le estás diciendo que va a ser célibe siempre. Esa relación tan rígida con la vida sexual de tal modo que son célibes como un sacerdote o una monja, ya te sitúa en una manera de entender el cuerpo y las relaciones humanas en una tesitura muy conservadora y podríamos decir que muy religiosa, pero para laicos. Entrar en esa dinámica lleva a muchos problemas en la adolescencia, vienen todas las dudas del mundo mundial y todo lo que acontece a una persona que de golpe se ha comprometido de por vida al celibato y se enamora con 17 o 18 años. Entonces sientes que le estás fallando a Dios.

En la docuserie se observa mucho sufrimiento aunque prevalece la parte de esperanza y resiliencia. ¿Contar y ayudar a contar es una de las dimensiones más dignas del periodismo?

–Creo que sí. Cuando tienes la sensación de que el trabajo que haces como periodista ayuda a sanar, a abrir un debate, a reconducir cosas que tú crees que la sociedad no está pudiendo ver, te sientes útil. El Opus Dei se ha ocupado siempre de que nadie sepa mucho de cómo es la institución y de cómo funciona. Este oficio nuestro es un servicio a la sociedad y El minuto heroico es de las cosas que a mí más satisfacción me ha dado al ver la reparación que ha supuesto para muchas de estas mujeres y para muchos hombres que me están ahora escribiendo. Yo acabo muchos día delante de la pantalla leyendo mails y entristeciéndome mucho al comprobar que El minuto heroico es tan verdad.

Ha hecho televisión y radio en directo. Un documental va con otro ritmo y otros plazos. Tiene menos adrenalina.

–Pero eso me da igual. El periodismo se puede hacer desde muchas perspectivas y en muchos medios distintos. Yo ahora me siento feliz de lo que he podido hacer, y no sé lo que voy a hacer mañana. No soy una persona que se haga planes en la vida. Me ha encantado poder articular El minuto heroico y ahora veremos qué pasa, pero la adrenalina no me falta. Le aseguro que no era un tema fácil, ha sido emocional y racionalmente muy difícil de construir.

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