El enlace, el primero a manos de un notario y no de un religioso, ha creado gran malestar entre las autoridades religiosas
Un ‘sí quiero’ ha conmocionado a Líbano. El primer matrimonio civil celebrado entre Kholoud Sukkariyeh, de 30 años, y Nidel Darwish, de 29, monopoliza conversaciones en las calles y suscita acalorados debates en los medios de comunicación. El enlace, el primero a manos de un notario y no de un religioso, ha creado gran malestar entre las autoridades religiosas.
En un país confesional donde la religión controla y regula las relaciones familiares, sociales y políticas, el rechazo a esa unión por parte de los religiosos no se ha hecho esperar. Dirigiéndose a los musulmanes (60% de la población), el mufti Qabbani, máxima autoridad religiosa suní, atacó la decisión de la pareja declarando una fatwa (fallo religioso) que declara apóstata a todo clérigo musulmán que apoye la legalización del matrimonio civil.
Kholoud y Nidam estudiaron la ley durante 10 meses. El pasado 2 de noviembre decidieron dar el salto. “Tuvimos que retirar nuestras confesiones del registro civil para poder realizar el matrimonio”, aseguran. Ambos son musulmanes, ella suní y él chií, por lo que la pareja asegura se trata de un acto más político que religioso: “No pertenecemos a nuestra secta sino a nuestro país. Querer un país secular no quiere decir que no seamos religiosos”. Kholoud ya no luce hoy el velo que portaba en su foto de boda ante notario. Rehúsa hablar del tema y asegura que nada ha tenido que ver con el escándalo mediático ni con la fatwa.
Fue el conocido abogado Talal Hussein quien invirtió cinco años de su vida para descubrir un vacío en la ley aprovechándose del legado francés y más precisamente del artículo 25 de un decreto de 1936. “La ley reconoce el matrimonio civil en territorio libanés a aquellos que no pertenezcan a una confesión y provee una ley civil francesa a la que acogerse”, explica el abogado. Si bien el matrimonio civil está reconocido en Líbano desde hace décadas, la inexistencia de una ley civil que lo regule impide el enlace en territorio libanés y obliga cada año a centenares de jóvenes a viajar al extranjero para casarse. Esta pareja son los primeros en hacerlo dentro del país.
Chipre lidera por cercanía y coste la lista de destinos preferidos de aquellos que deciden casarse fuera de la religión. Le sigue de cerca Turquía. La ley del país en el que se celebre el enlace será la que impere en Líbano en caso de litigio. Rana Salloum y Naoum Bashir se casaron en Chipre también en noviembre. “No quiero convertir mi matrimonio en un acto político y si ellos querían podrían haberlo hecho hasta el final sin una ceremonia religiosa previa como plan B”, comenta Rana.
Kholoud y Nidal se casaron ante un sheij el día antes de hacerlo ante notario. “Queríamos cubrirnos ya que mi familia es religiosa. No lo registramos pero podemos vivir juntos”, justifica ella. Es muy común que las parejas registren el matrimonio civil para que prevalezca ante la ley pero realicen una segunda ceremonia religiosa para satisfacer las presiones familiares.
En la práctica, muchas mujeres temen que sus derechos civiles no sean respetados. “Dudo de que prevalezca el código civil turco, donde nos casamos, ante los sheijs aquí” opina Kaelen Wilson-Goldie, norteamericana casada con un libanés. Hoy Kaelen se arrepiente de haber cedido a la presión familiar con una segunda ceremonia ante el sheij: “Fue un teatro porque nuestro matrimonio ya estaba registrado, pero como descendiente de tres generaciones de feministas fue un gran insulto que el sheij ni supiera mi nombre ni quisiera concederme el derecho al divorcio”.
La validación del contrato matrimonial de Kholoud y Nidal queda ahora en manos del Comité Consultivo del Ministerio del Interior. Desde 1971 cuatro iniciativas han intentando pasar una ley civil en el Parlamento. La propuesta de Ley del Estatuto Personal liderada por la socióloga y militante Ogarit Younan en 2011 es la más reciente. Ogarit propone otro camino: “No buscamos validar un texto ni reducirnos al matrimonio civil. La iniciativa del abogado Talal crea una categoría de libaneses capaces de optar al matrimonio civil; aquellos que retiren su confesión del registro civil. Queremos una ley completa que respete los derechos de todos los libaneses”. El debate ha llegado a las calles con varias manifestaciones y la promesa de muchas más.
Mientras, las autoridades religiosas se oponen a la legalización, temerosas de perder sus privilegios recogidos en la Constitución. En lo político perderían influencia en un Estado confesional en el que presidente, primer ministro y portavoz del parlamento son votados según su confesión. En lo social donde perderían el control sobre las relaciones entre los ciudadanos. El conflicto no ha tardado en escalar la pirámide política, con un mensaje en Twitter del Presidente Michel Suleiman en apoyo al matrimonio civil. El país queda a la espera del veredicto del ministerio del interior que tendrá que lidiar con más casos, como el de la pareja Shaza Khalil y Tony Dagher, que han decidido seguir el ejemplo anulando sus billetes a Chipre para casarse ante notario.
Imagen de la firma del documento de matrimonio civil. / EL PAÍS
Kholoud Sukkariyeh y Nidel Darwish, el primer matrimonio civil en Líbano. / EL PAÍS
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