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El presidente de Zambia recurre a los Diez Mandamientos para gobernar

Michael Sata, que ejerció de barrendero en Londres antes de regresar a su país en 1964, llega a la presidencia con una política antichina

El nuevo presidente de Zambia, Michael Sata, declaró que, en un momento en que muchos gobernantes de Europa y Estados Unidos parecen no encontrar la forma adecuada de dirigir sus países, él va a seguir una fórmula simple y ancestral. “Este Gobierno va a estar basado en los Diez Mandamientos: No robarás y te comportarás con el prójimo como te gustaría que el prójimo se comporte contigo”, dijo Sata. 

Ferviente católico, hizo estas declaraciones en una iglesia de uno de los mejores barrios de Lusaka, la capital de Zambia. Nacido hace 74 años en lo que entonces era la colonia británica de Rodesia del Norte, Sata emigró a la metrópolis en su juventud y en los años 50 trabajó como limpiador y portador de maletas en varias estaciones de ferrocarril de Londres.

Volvió a su país antes de la independencia en 1964 y ocupó varios cargos de ministro durante los 27 años de gobierno de Kenneth Kaunda, el primer presidente de Zambia. Sata siguió ocupando puestos en el Gobierno del siguiente presidente, Frederick Chiluba, hasta que decidió que lo suyo era ocupar el sillón presidencial él mismo y para tal fin creó su propio partido en 2001. Tras tres intentos fallidos, Sata ha ganado los comicios del pasado 20 de septiembre y se ha convertido en el cuarto presidente que tiene Zambia en 47 años de historia.

A pesar de la querencia de sus líderes al puesto, y al contrario que muchos de sus vecinos africanos, Zambia ha sido un país pacífico y estable cuya economía, basada en su gran riqueza mineral, pareció despegar durante los últimos años.

Zambia es el mayor productor de cobre de África y China, el mayor consumidor mundial, invirtió en el país mil millones de dólares en 2010

Gran parte de la prosperidad del país –cuya economía creció un 7,6% en 2010– se debe a la presencia de China, que sólo el año pasado invirtió en Zambia mil millones de dólares (unos 740 millones de euros). El destino ha unido a ambos países: el gigante asiático es el mayor consumidor mundial de cobre y Zambia es el mayor productor de este mineral en África, lo que lo convierte en una pieza clave de la estrategia china de buscar materias primas en el continente africano.

Pero se trata de un matrimonio de conveniencia en el que una de las partes no es del todo feliz. La población zambiana no está contenta con las empresas chinas, que ocupan los mejores puestos de trabajo con empleados chinos y obligan a los locales a trabajar en penosas condiciones en las minas.

Fue gracias a su lengua mordaz y a su retórica anti China que Sata recibió el apodo de Rey Cobra. Durante la anterior campaña presidencial, en 2007, Sata llegó a decir: “Queremos que los chinos se marchen y que regresen nuestros antiguos gobernantes coloniales. Éstos también explotaron nuestros recursos naturales pero al menos cuidaron de nosotros. Construyeron escuelas, nos enseñaron su idioma y nos trajeron la civilización británica”.

Este año, en la campaña que finalmente le ha llevado a la presidencia, Sata se dirigió a la naciente clase media zambiana y también a los desfavorecidos con un lema que podría ser usado en el mundo entero: “Más trabajos, menos impuestos y más dinero en tus bolsillos”.

“Dios, en Su propia sabiduría, nos dio riqueza mediante minerales. ¿Por qué deberíamos explotarla de mala manera y sin más debido a la corrupción?", dijo el presidente al tomar posesión

Definido como pragmático, populista, inteligente y como una persona “que sabe como hacer que las cosas ocurran”, Sata tiene ante sí la formidable labor de conjugar todas esas habilidades para no defraudar en ninguno de sus frentes.

De momento, ha iniciado su Gobierno hiperactivamente. Ha despedido al jefe del Ejército y a toda una serie de altos funcionarios, incluyendo al gobernador del Banco Central, al jefe anti corrupción y al inspector general de la Policía. “Hay tanta corrupción que este país apesta”, dijo Sata durante la jura del puesto por parte del nuevo inspector general.

También ha detenido las ventas de dos grandes empresas que estaban a punto de ser adquiridas por firmas extranjeras y ha suspendido temporalmente la exportación de minerales.

“Dios, en su propia sabiduría, nos dio riqueza mediante minerales. ¿Por qué deberíamos explotarla de mala manera y sin más debido a la corrupción? Con efecto inmediato, nada se exportará de Zambia hasta que cuente con un certificado conseguido en el Banco Central”, afirmó durante su toma de posesión, el pasado día 23.

El nuevo presidente también ordenó que se revisara al alza el salario mínimo, que es de 84 dólares al mes (unos 62 euros). La medida iba dirigida sobre todo contra las empresas chinas, conocidas en el país por pagar lo mínimo posible a sus trabajadores. Pero para la gran mayoría de la población el aumento no tendrá sentido alguno, a pesar de la riqueza del país: el 70% de la gente en Zambia gana menos de un dólar al día.

Una vez satisfechos los votantes, al Rey Cobra, curtido en mil batallas políticas, no le importa morderse la lengua. En lugar de sus destructivas declaraciones de hace cuatro años, hoy los chinos –y sus millones de dólares– seguirán siendo bienvenidos si cumplen una sencilla condición: que “la inversión beneficie a Zambia y que los chinos respeten las leyes locales”, según dijo Sata al embajador de China a los pocos días de ser elegido presidente.

Aunque el presidente ha declarado que “antepondrá Zambia a todo lo demás”, después de los mensajes para contentar a sus ciudadanos y a los socios chinos, quizá sea el momento de hacer algo por la familia. Todo apunta, según algunos medios locales, a que uno de los ocho hijos de Sata será el elegido para convertirse en el próximo alcalde de Lusaka.

El nuevo presidente de Zambia, Michael Sata, durante su toma de posesión en Lusaka, el 23 de septiembre. / Jerome Delay (AP)

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