El Tribunal Superior de Catalunya le instó a retirarlo del tribunal el pasado enero
COMENTARIO: Una vez más la falta de regulación sobre símbología religiosa o ideológica en la Adminstración sirve de pretexto para que un juez vulnere la libertad de conciencia de cuantas personas han de pasar su sala de vistas. El poner a dios por testigo de que va a decir la verdad corresponde a una opción personal e íntima de cada cual, sin que la justicia deba entrar en ello, y menos disponerle un símbolo para que pueda hacerlo ante "ese dios". ¿Y si su dios es otro, o no tiene ninguno?
El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) ha dado la razón a un juez de Lleida y le permite mantener un crucifijo en su sala después de que el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) le pidiera en enero que se abstuviera de colocar símbolos religiosos.
Según el abogado del magistrado, Carles Antolí, el crucifijo sigue en la sala del juez de lo Contencioso Administrativo de Lleida, José María Magán, quien argumenta que lo ha tenido siempre porque la ley le obliga a tomar juramento o promesa a los testigos.
En su recurso de alzada, el juez señala que, como es sabido, "quien decide prometer lo hace por su conciencia y honor. Pero jurar es (definición de la RAE) afirmar o negar algo poniendo a Dios por testigo".
Elemento tradicional
El juez insiste en que quien decida optar por jurar en las vistas que él celebre, podrá hacerlo siempre ante un crucifijo, cuya presencia, dice, ha sido tradicional en las salas de vistas de toda España.
"Por ello, y a falta de regulación, apelo expresamente a la costumbre como fuente del Derecho para regular este tema", afirma el juez en su escrito, en el que recurriendo al dicho de que una imagen vale más que mil palabras, adjunta la toma de posesión de la ministra de Sanidad, Ana Mato y de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, "ante un crucifijo, y con dos libros abiertos: unos Evangelios y una Constitución española".