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Estamos ante la institución de control social y represión de más larga duración en la dictadura pero esta realidad aún no ha sido públicamente admitida ni sus víctimas han recibido perdón o reconocimiento alguno por parte de la Iglesia católica y el Estado.
Entre 1941 y 1985 funcionó en España una institución encargada de encerrar a las adolescentes “caídas en pecado” en centros de monjas para «rehabilitarlas». Estas fueron algunas de las órdenes religiosas que trabajaron con el Patronato: Oblatas, Adoratrices, Trinitarias, Terciarias, Auxiliares del Buen Pastor, las distintas Esclavas: de la Virgen Dolorosa, de María, del amor misericordioso, las Salesianas, las hermanas de Nuestra Señora del Amparo, las Obreras de la Cruz, Cruzadas Evangélicas, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, Misioneras de Jesús, María y José.
El Patronato de Protección a la Mujer se articuló legislativamente entre 1938 y 1941. En 1941 en cada Provincia se crea una Junta de Protección y en las ciudades no capitales una Junta Local. Su extinción definitiva se produjo en 1985. Entre esas fechas una cantidad aún no conocida de mujeres adolescentes y jóvenes entre 16 y 25 años fueron recluidas forzadamente en centros dirigidos por comunidades de religiosas en toda España. Estos centros se definían con nombres que nada tenían que ver con su función represaliadora: Orfanatos, Hogares-Escuela, Hogares-Taller e incluso Colegios. Su funcionamiento se hacía en una situación de limbo legal: la reclusión se podía producir con o sin autorización de la fiscalía. Aún no se conoce su número exacto de estos centros: algunas cifras lo elevan hasta 900. La lista aún no está cerrada: cuando aparezcan más estudios territoriales comprobaremos como va aumentando. Una década después de la muerte del dictador el Patronato aún estaba funcionando. Estamos ante la institución de control social y represión de más larga duración en la dictadura pero esta realidad aún no ha sido públicamente admitida ni sus víctimas han recibido perdón o reconocimiento alguno por parte de la Iglesia católica y el Estado.
El patronato -ramificado en sus juntas provinciales y locales- se constituía con representantes del gobierno, Falange, Sección Femenina, el Ejército, la judicatura y la Iglesia Católica. Sus miembros los designaba el ministerio de justicia al que estaba adscrito. Cada sede produjo una documentación conservada en los archivos provinciales en tres secciones: presidencia (que incluye las actas de las reuniones de la junta provincial) secretaría, y tesorería, (donde se custodia la documentación de las actividades económicas).
La Iglesia no sólo facilitó los espacios de reclusión sino la parte más importante del personal del Patronato, las llamadas celadoras, en Galicia visitadoras: unas pseudo funcionarias de entre 28 y 45 años que visitaban lugares de diversión publica -cines, bailes, bares o piscinas, locales de diversión nocturna- a la búsqueda de comportamientos considerados motivos de reclusión. y -una vez las jóvenes pasaban a situación de tuteladas y recluidas- las visitadoras actuaban de intermediarias entre los centros de reclusión y las juntas del patronato. Las visitadores, en esta labor de vigilancia, fueron ayudadas por alcaldes, párrocos y un sistema de control que incluía policías, médicos, alcaldes de barrio y guardia civil.
Pero antes de continuar hablando del Patronato es necesario hacerlo de Auxilio Social. Su estructura de personal sirvió de modelo para poner en funcionamiento las visitadoras, que acabaron siendo- tras la desaparición del servicio social femenino- un cuerpo asalariado. Los asistidos en los hogares que Auxilio estaban sujetos a la vigilancia de su conducta. La Oficina de Información Social de la organización falangista -a la que estaban adscritas las visitadoras- trabajaba coordinada con 166 sacerdotes que la llamada Asesoría de Cuestiones morales tenía repartidos por todas las provincias. Los informes escritos por los sacerdotes y las visitadoras sociales servían para evaluar la conducta religiosa, moral y política de las familias: incluían datos sobre la legitimidad de los padres, si los hijos estaban bautizados y el grado de práctica religiosa de la familia. La continuación del socorro de Auxilio dependía de estos informas. La Iglesia, a través de ellos, ejercía un potentísimo instrumento de control social sobre la clase trabajadora. Esa conjunción de trabajo entre visitadoras y párrocos se retomó posteriormente cuando entró en funcionamiento el Patronato. En 1977 aún seguían existiendo la sección de las visitadoras. En principio procedían de falange pero posteriormente se extrajeron de la rama femenina de Acción Católica e incluso de las propias órdenes religiosas. La labor realizada por las visitadoras era fiscalizada por un sacerdote que ejercía funciones de consiliar.
Analizando la documentación provincial se descubren matices en el funcionamiento territorial del patronato. Las actas de las reuniones de comisión de la Junta Viguesa nos permiten conocer la relación entre patronato y los beneficios económicos obtenidos por las órdenes religiosas: el hogar Goretti, y los centros colaboradores: las HH Trinitarias ,las hijas de la caridad y las oblatas de Bouzas. Esa documentación corrobora los testimonios aportados por las víctimas del patronato ,especialmente mujeres de la clase trabajadora. Esa doble condición: mujer y trabajadora implicó una doble desposesión de derechos que permitió abusos psicológicos y corporales pero también laborales y económicos. Y en estos últimos me centraré.
En Vigo las patronadas no sólo fueron explotadas como mano de obra en trabajos manufactureros realizados en los propios centros, también fueron entregadas para trabajar como internas en el servicio doméstico de familias de la clase media viguesa. Muchas vieron en el servicio doméstico una oportunidad para escapar de la brutal disciplina de los hogares talleres. Pero cuando enfermaban -al tener que afrontar las familias el gasto médico- eran devueltas a los hogares.
En los años 60, en su segundo lustro, el desarrollismo reactivó el crecimiento económico y demográfico de la ciudad: surgió una burguesía que ya no estaba ligada el sector industria sino a los servicios, aumentó el número de funcionarios y profesiones liberales, las actividades de banca y comercio. Esa clase media -antes escasa y poco desahogada económicamente- empieza a recurrir al servicio doméstico , algunas veces por emular el reconocimiento social propio la alta burguesía urbana.
Las familias se dirigieron a la junta provincial solicitando la provisión de tuteladas como empleadas del hogar. Después de la solicitud la junta enviaba a sus visitadoras para investigar la vida de la familia. Algunas Patronadas- trabajando como domésticas- se evitaban así tener que trabajar como sirvientas de las monjas. Las superioras decidían si podían o no servir en el servicio doméstico de las casas. Las mujeres que por enfermedad se veían obligadas a dejar los domicilios volvían al hogar taller, previamente eran revisadas por el vocal médico y vueltas a entrevistar por el párroco. Algunas aprovecharon el servicio doméstico, y las fugas de las casas fueron frecuentes. Los inspectores de policía avisaban de esas fugas a las visitadoras. Las visitadoras entraban nuevamente en acción y cumplían su misión de localizarlas, si se trataba de una zona urbana, echaban mano de los alcaldes de barrio, si se trataba de una zona rural les ayudaba la guardia civil. El naciente opus Dei también acudió al patronato para obtener beneficios de esta práctica. A la altura del 64 abre sus primeras residencias para numerarios y supernumerarios en A Coruña y Vigo y se dirige al Patronato para conseguir que las labores de limpieza y mantenimiento de sus residencias fuese realizado por las patronadas.
Desde la época de la Restauración, la clase trabajadora veía a la Iglesia como parte de las instituciones punitivas y una poderosa herramienta de control social. Las mujeres trabajadoras; fueron adoctrinadas en las órdenes religiosas femeninas para aceptar con resignación cristiana su papel de sirvientas, limpiadoras, y obreras en fábricas textiles, y en el caso gallego, concretamente vigués: en las fábricas de conservas.
El mismo tipo de explotación sufrido por las empleadas del hogar se realizó en las fábricas de conservas viguesas. Las tuteladas salían de día para trabajar en las conserveras y volvían de noche al hogar Taller. Pero estaba en manos de las monjas permitir que trabajasen en las fábricas y no estaban dispuestas a dejar escapar la oportunidad que ello les suponía. Las monjas se dirigieron a la junta avisándoles que sólo aceptarían dejarlas salir para trabajar si se les entregaba el 30 por ciento del salario. La excusa empleada fue la disciplina: cuando su comportamiento no era bueno el castigo consistía en no dejarlas acudir al trabajo. Las monjas salían beneficiadas en un doble juego Win Win. La presión de este doble Win Win lógicamente también se aplicó sobre el patronato o les daban ese 30 por ciento del salario de las chicas que trabajan en la conservera o perdían ese ingreso ya que las monjas las castigaban con no concederles el permiso para estar a media pensión en el hogar taller.
Los mecanismos de control social aplicados con las tuteladas fueron fuente de beneficio económico interno. En el Patronato se creó una micro economía de escala en la que las visitadoras y especialmente los médicos y policías pedían con frecuencia aumento de sueldos argumentando con el incremento del volumen de trabajo a realizar. Los inspectores de policía dedicados a la localización de las fugadas recibían un sueldo con el que complementaban su salario policial oficial. Las fugas en el segundo lustro de los 60 fueron muy numerosas y algunos ginecólogos vigueses acrecentaron sus ingresos profesionales con las revisiones médicas que las superioras de los hogares religiosos les encargaron tras ser localizadas por las visitadoras. Los pagos de estos servicios los realizaba la junta del patronato provincial con autorización de la Junta Nacional. Desde las órdenes religiosas también se pedían frecuentemente aumentos de los ingresos que recibían por cada tutelada.
Termina la etapa del desarrollismo y comienza la transición. Se empezó a reconocer que el Patronato era un vestigio del régimen franquista que deslucía la nueva realidad democrática. Todo el mundo sabe que a la llegada de la democracia el Patronato tendrá que ser desmontado pero antes de que eso suceda las órdenes religiosas quieren y consiguen, que el propio patronato les pague su transformación en Residencias femeninas.
Las órdenes religiosas que llevaban más tiempo beneficiándose económicamente del trabajo forzoso de las tuteladas, protestaron cuando comprobaron que el patronato abría posibilidades de ganancias a otras instituciones, lo cual podría suponer una merma en sus beneficios económicos. En 1975 la Junta Nacional se hacía eco de la queja de un Hogar de Teruel “ nuestra señora del Pilar tenían capacidad para 40 plazas y únicamente albergaban 10” esa circunstancia viene produciéndose en muchas instituciones” ya que ahora se internan en otras instituciones que sólo son auxiliares “ por lo que se acuerda participar a todas las juntas procuren que las jóvenes sean internadas en los establecimientos propios de este organismo”.
A este problema hay que añadir otro. Algunas ordenes religiosas se ofrecieron tarde para trabajar con el Patronato, en un momento en el que este disponía de pocos ingresos para repartir. La comunidad de religiosas de la pasión de Vigo solicitaba la acogida de “ jóvenes gestantes” y el patronato les responde negativamente argumentando que – leo textualmente : “ considerando las condiciones económicas por las que atraviesa no (se) estima procedente establecer esa colaboración” Otras órdenes en cambio si tenían conocimiento de la mala situación del patronato. El hogar taller santa María Goretti- a cargo de las Esclavas de la Virgen Dolorosa- quería abandonar la regencia del hogar para transformarse en Residencia femenina, pero también querían y lo consiguieron que el Patronato les pagase esa transformación Y esto nos lleva a otro aspecto también ligado a los beneficios económicos: en 1977 las órdenes religiosas consiguieron que los fondos del Patronato sirvieran para pagarles las reformas de sus centros. El obispo de Tuy le pide a la junta nacional dinero para la compra de la propiedad en la que se encuentran instalado el hogar taller Santa María Goretti de Vigo . En ese año la Junta nacional aprobaba los presupuestos presentados por las constructoras que concurrían a las obras de mejora del Goretti: se adjudicaron a construcciones Rodríguez Dávila 2 millones 400 noventa y cinco mil pesetas. Los documentos acreditan que El Corte Inglés también entró en relación con las órdenes religiosas para ofrecerles paquetes integrales de renovación: para esta nueva fase había que borrar la apariencia de un lúgubre espacio de pseudo reclusión ligado a las prácticas totalitarias de la peor etapa de la dictadura. EL Corte Inglés proporcionó el equipamiento del Goretti para mejorar su imagen en la nueva etapa: ropas, menaje y mobiliario por el que se cobró más de un millón 1.098.247 pesetas. El mismo año El Corte repetía su operación con la residencia femenina El Seijo en vigo : muebles, televisiones, máquinas de coser, estufas, camas, menaje en dos partidas por valor de 1 millón noventa y siete mil pesetas y posteriormente otra partida de 151 mil pesetas que también fueron aprobadas por la Junta Nacional.
Todas las peticiones realizadas por las órdenes religiosas a la junta del patronato fueron aceptadas, todas sin excepción alguna. No tiene nada de extraño si tenemos en cuenta que las decisiones tomadas en cada patronato provincial estaban siempre sometidas a la tutela de un consiliario nombrado por la iglesia católica.
Esa iglesia católica actualmente está encerrada en un hermetismo de auto protección contra cualquier investigación sobre su pasado. Me consta que las órdenes religiosas -económicamente muy beneficiadas de estas reclusiones forzadas- están preocupadas. Y resulta lógico: el conocimiento del patronato empieza a tener relevancia en la opinión pública y temen que vaya a más, especialmente porque el activismo de denuncia del movimiento feminista está contribuyendo a que sea divulgado.
Este texto es la traducción al castellano de mi intervención en las “Xornadas O Padroado de Protección a Muller’ organizado por el Concello de Santiago, dirigido por Montse Fajardo y celebrado en Santiago el 29 de noviembre del 2024.