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El Papa, portavoz y legitimador de la política económica de empobrecimiento de la Derecha

Las franciscanas palabras del papa actual “idealizando la pobreza” como forma de vida, según el modelo del santo de Asís,  viene a ser como una santificación de las políticas económicas de todos los gobiernos europeos, incluidos los socialdemócratas, que no consisten en otra cosa que en reducir el poder adquisitivo, el nivel de vida de los ciudadanos europeos, no para salir de la crisis sino para satisfacer los beneficios e intereses de la oligarquía financiera y especulativa, que, desde los tiempos de Guizot, en Francia, pasando por Malthus en Inglaterra y de Weber en Alemania y de los papas, todos, como León XIII en su encíclica “Rerum novarum” en el barrio del Vaticano en Roma, han predicado, justificado e idealizado la pobreza de los seres humanos para que otros, unas minorías, puedan vivir en la riqueza.

La catatónica declaración del actual papa exclamando, en un suspiro de enajenación mental, que el “nunca ha sido de derechas” habrá producido carcajadas en los salones de los oligarcas. En los mismos en los que comen hasta provocarse el vómito para, de esa manera poder volver a llenar sus insaciables cuevas de Alí Babá. Con sus palabras este papa ha santificado las políticas de “empobreceos y salvaréis vuestra alma” o la de Guizot: “Enriqueceos” vuelta en voz pasiva. También llenaréis las cajas fuertes de los bancos. Le faltó decir.

Cuando se santifica la pobreza y se justifica el sacrificio como instrumento del orden capitalista para mantener  conciliadas a las clases sociales antagónicas, es porque se es de derechas, don Francisco. Sólo quien nunca ha sido pobre porque siempre ha estado protegido por el capital puede creer que los pobres quieran ser pobres. Sólo quienes han luchado contra todos los gobiernos católicos en América, África, Asia y Europa, y no voy a citar a Franco, Pinochet o Perón, pueden presumir de no ser de derechas. Usted, que es el teócrata de una Institución que siempre ha estado al lado de esos gobiernos, o es un demente o miente.

¿Qué política económica ofrece usted, desde su trono, para que la crisis no enriquezca a los ricos y empobrezca a cientos de millones de ciudadanos? Esperamos que escriba una encíclica sobre economía política, como hizo León XIII, con tan mala fortuna que el Estado corporativo que proponía en la “Rerum novarum” fue copiado por el fascismo, el nazismo y el “Fuero del trabajo de los españoles”, base constitucional e ideológica de la Dictadura franquista.

No señor papa, los pobres lo que quieren es tener bienestar, no tener hipotecas, tener un trabajo fijo, seguridad social, sanidad y enseñanza universales y gratuitas. Capacidad de promoción social, vacaciones y reducir la jornada de trabajo a 30 horas, como mínimo. Con esta política de luchar contra la pobreza y exigir el bienestar a partir de que todos volvamos a ser, como mínimo, consumidores, podrá salirse de la miseria en la que nos están metiendo estos gobiernos para salvar, no nuestras cuentas corrientes, el que la tenga,  sino nuestras almas. Con estas políticas nunca saldremos de la miseria. Y es bien sencillo porque ningún gobierno ha puesto sobre la mesa un motor que impulse el crecimiento económico. Y si no hay crecimiento económico no hay posibilidad ninguna de crear riqueza para todos. Porque la que se sigue creando la acumulan unos pocos que son los mismos con los que “su santidad” se reúne, en sus salones, para disfrutar de los manjares de la vida.

El problema, Don Francisco, su problema y el de la Institución que usted representa desde su poder teocrático,  es que no estamos dispuestos a salvar nuestras almas aceptando que estamos dispuestos a reducir nuestro nivel de vida. Ya sabemos que usted, como buen argentino, ha hecho de la pobreza del pueblo y de la corrupción de la vida en su país una forma de vida que aquí no estamos dispuestos a aceptar. Ni el corralito ni que con el sudor de los millones de trabajadores las oligarquías, sus compañeras, llenen sus yacusis. Y, como cerdos, se rebocen en sus grasas.

Rajoy, que es católico, como los gobiernos  democratacristianos y socialdemócratas-cristianos de los países de la Unión Europea, apuesta, bajo la batuta de Merkel, la política de enriquecer a las oligarquías financieras recortando el nivel de vida de los ciudadanos. Estos gobiernos, liberados del fantasma del comunismo y de la Guerra Fría, han dejado de tratar al ciudadano como trabajador-consumidor a ser trabajador-deudor de la banca. Metiéndolos en una dinámica en la que cada día somos más pobres.

Se trata de una política depredadora de la riqueza privad y pública por ese fantasma llamado “los mercados”, con los que está pretendiendo justificar nuestro empobrecimiento, familiarizarnos con ellos, como si fuera la cosa más natural y meterlos en nuestras propias casas a vivir con nosotros. “Los mercados” no son fantasmas son las oligarquías financieras y especulativas que, aunque se quieran meter en nuestras casas,  tienen sus propias residencias: los grandes bancos.

Los gobiernos, el Gobierno de Rajoy y sucesores, están practicando la misma política depredadora que ya practicaron los imperios hasta su desintegración: agotar la riqueza de los ciudadanos sin impulsar la creación de riqueza. Carecen del motor que impulse la creación de riqueza, porque uno de sus motores, ya anunciado por Keynes y aplicado después de la Segunda Guerra Mundial para salir de la ruina y construir el bienestar social, llamado  Estado de bienestar, fue el de transformar al trabajador en consumidor.

Estos gobiernos están utilizando la propiedad pública, que tiene que ser sagrada por ser un bien de la comunidad para beneficio de la comunidad, como una moneda de cambio para pagar las hipotecas estatales a las oligarquías financieras privatizando la riqueza pública. Privatizar la riqueza pública, como la enseñanza, la seguridad social la sanidad, las autopistas…debería ser no sólo una traición a la nación sino un delito público de incalculables consecuencias penales. Pero aquí, y bajo el amparo de la ley, que no de la Constitución, sólo se protege la propiedad privada de los medios de producción y se los enriquece con la privatización de los bienes públicos. Robando al pueblo su propia propiedad: la propiedad pública y destruyendo la propiedad privada de las necesidades básicas de cada individuo. Como garantía de bienestar de las clases obreras y gran parte de las medias.

España está en desahucio, en descomposición y en desintegración. Ustedes, incapaces de haber propuesto una política económica impulsada por un motor que ponga en movimiento la economía, cree riqueza para todos, quieren sacar partido. Privatizando lo público y arruinando a los ciudadanos. Ese es su objetivo. Ustedes, desde esa política oligárquica han echado a Cataluña de España. Sencillamente porque no tienen capacidad para reconstruir económicamente este país. Por eso y por otras razones, señor Rajoy, los catalanes han encontrado en la salida de España su única posibilidad real de reconstruir su economía, fortalecer el bienestar social, primar las libertades individuales, sociales y sexuales, la sociedad libre de bienestar porque España, atrapada entre la reaccionaria doctrina cristiana que está convirtiendo en delitos penales los derechos privados y la política de destrucción del Estado de bienestar será inhabitable. Todo este caos de derechas bajo la bendición catatónica del actual papa. Que al menos nos deja abierta la esperanza de que, gracias a la pobreza, iremos al cielo. Pobres, castos y tontos. Eso seguro.

Había terminado de escribir estas reflexiones cuando, poco después leo que el Papa, ante la tragedia humana de Lampedusa, pide que oremos. Es como si hubiera respondido a la pregunta que le hago sobre qué política económica recomienda para acabar con la miseria. Y me responde que oremos. El problema, Don Francisco es que cuando uno va a comprar cuarto y mitad de ternera no le paga al carnicero con una oración. O cuando te desahucian no le pagas la hipoteca al banco con una oración diaria. Aunque  ha Franco debió darle resultado porque todos los días en todas las misas todos los curas y fieles oraban por su salud. Hasta que se murió. Que costó.

Pero sigue siendo un problema que cuando meten a una abortista en la cárcel, cuelgan a un homosexual de una farola, o echan a una feminista de su trabajo, la oración no sirva de nada. Excepto en el momento en el que te estás muriendo. Y sigue siendo un problema que cuando recortan, reducen la edad de la libertad sexual o persiguen los placeres de la carne, la oración tampoco sirve de nada para convencer al legislador. Y tampoco sirve de nada orar cuando te echan del trabajo, te quitan las ayudas sociales, la beca, te suben los precios, te reducen la jubilación, te cobran por los medicamentos y privatizan la enseñanza…

Y sin embargo Rajoy   justifica su política económica, la misma que causa todos los problemas que he citado y está hecha para no resolver ninguno, con la mágica frase de: “Las cosas hay que hacerles como dios manda”. O sea rezando. Al menos tiene usted, señor Papa, a alguien que aplica su doctrina. Me ha convencido. Yo propongo que para que a usted y a los gobiernos cristianos que usted patrocina, y que, curiosamente, son todos ellos ideológicamente de derechas, como la ideología cristiana que los inspira, que para acabar con los cinco millones de parados, los 700 mil desahuciados, el paro juvenil, la privatización de la educación y la sanidad, la represión de las abortistas, feministas, homosexuales…etc., recemos: In nomine patri…De todas maneras ¿no podría pedirle usted a dios, ya que recibe de él personalmente sus mensajes divinos, que le ofreciera otra política económica que sirviera para acabar con la miseria?

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