Tanto el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Burgos, como el de la Diputación de Burgos están presididos por grandes crucifijos.
Una vez más las instituciones públicas vulneran la libertad de conciencia de la ciudadanía al colocar en un espacio público la simbología propia de una determinada confesión religiosa. Incumplen así la neutralidad y aconfesionalidad propia del Estado, e identifican el Ayuntamiento y la Diputación con una religión particular.
¿Se aceptaría que estos salones estuviesen presididos por los símbolos políticos del partido gobernante en esas instituciones?
En ambos casos se trata de simbologías particulares y resulta inaceptable que presidan las instituciones públicas.
Esto pasaba en tiempos del franquismo, tanto por ser una dictadura, como por imponer un Estado obligatoriamente confesional. Pero esos tiempos pasaron, aunque para algunos, no.
En los archivos adjuntos pueden verse las denuncias: