Sobre la homilía pronunciada por el arzobispo de Oviedo en la misa celebrada en la basílica de Covadonga leo en La Voz de Asturias que:
El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, ha reivindicado este miércoles el Día de la Santina de Covadonga como la celebración vinculada al Día de Asturias, que se conmemora este 8 de septiembre. «Ya quisiera yo que niños abortados o ancianos y enfermos eutanasiados sin paliativos tuvieran la legislación protectora que se les brinda a los toros. Mal asunto cuando la estocada se da en el seno materno, o cuando en el dolor terminal se da la puntilla al enfermo; esto es otra corrida subvencionada», ha dicho durante su homilía en la misa celebrada en honor a la Virgen de Covadonga en la Basílica del Real Sitio, sembrando así una nueva polémica ante la presencia del presidente del Principado,Adrián Barbón, y otros representantes institucionales.
Y, en una primera impresión, siento repugnancia por la obscenidad de las palabras del arzobispo recogidas en el texto. El lenguaje con el que se intenta comparar la no licitación de la plaza de toros de Gijón con dos leyes, aprobadas por los representantes de la soberanía popular, fundamentales para el desarrollo de las libertades (la de las madres sobre su cuerpo y la de los enfermos sobre su vida) es repugnante. Pero además es una flagrante falsedad. Su aportación lingüística con el término “eutanasiados” para retorcer una ley que pretende amparar a los que no pueden físicamente ejecutar su libertad de decidir sobre su vida es una falsedad inadmisible.
Como ciudadano me parece inaceptable que alguien, y más desde una posición de poder, mienta de una forma tan escandalosa. Si haciendo un esfuerzo logro distanciarme, entiendo que el sujeto que realiza esas declaraciones se considera pastor de unas huestes que cantan todos los domingos en presencia de menores “comeremos tu carne, tu sangre nos salvará”, y tengo que asumir que su sentido de la verdad y el mío se hallan muy distantes.
Pero donde la lectura de la noticia genera mi indignación es cuando se refleja que, semejantes afirmaciones, se realizaron “ante la presencia del presidente del Principado, Adrián Barbón y otros representantes institucionales”.
Entiendo que el presidente del Principado, y por lo tanto representante de toda la ciudadanía asturiana, asiste complaciente a las bárbaras declaraciones del oficiante. Entiendo, entonces, que ese representante de la ciudadanía acepta impasible (quien calla otorga) que se mienta y se ataquen a las leyes del país. Pero lo que levanta mi indignación no es la incongruencia de ver a un representante de un partido político que presume de defender la Constitución y por lo tanto la aconfesionalidad del Estado, y que en sus programas políticos incorpora la defensa de un Estado Laico, asistir mudo y sumiso a semejantes declaraciones. Lo que me resulta intolerable es que el sr. Barbón asista a semejante aquelarre como máxime representante de la ciudadanía asturiana.
Sr. don Adrián Barbón, por coherencia con lo que escribe su partido y sobre todo por respeto a la ciudadanía asturiana es imprescindible que, con la máxima prioridad, aprenda a diferenciar entre sus creencias personales y su función pública.
Luis Fernández, presidente de Asturias Laica